miércoles, 30 de mayo de 2012

RESISTIR Y ESPERAR


Cada día  pasan muchas cosas relevantes en nuestra España relativas a los contenidos expresados en el presente blog. En el mismo, me he mantenido al margen de las noticias de los medios y, apenas, si he formulado algún breve comentario en los periódicos, tratando de separar claramente el objetivo perseguido (dado a conocer en el Proyecto de Ciudades Ocupacionales - PCO) de la actualidad que se ocupa de cuestiones puntuales.
A la sazón, cabe la posibilidad de contrastar las soluciones para innovar el sistema capitalista salvaje, depredador, desigual e insolidario que nos atenaza, (capaz de destruir el estado de bienestar creado) por otro simétrico, alternativo, alejado también del comunismo corrosivo, totalitario, rancio y fuera de la realidad en la que estamos.
Sólo tenemos un tiempo para vivir. Un tiempo en el que hemos de llevar a cabo, sin disfraces ni autoengaños, la historia que nos toca, compleja o utópica, producto de nuestras motivaciones que van a conformar, aunque parezca extraño, la economía del planeta, nuestras propias economías.
Cada uno somos parte de la solución y del problema. Pretendemos vivir en paz, sin agobios ni penalidades y podemos conseguirlo. Es posible alcanzar los ideales con los que soñamos si nos servimos de nuestro estado de ánimo positivo para aprender a pensar, a cuestionar o, sencillamente, a darle vueltas al coco e imaginar cómo hemos de actuar en situaciones como las actuales y evitar las crisis que sólo a los débiles deteriora. Si además lo damos a conocer, pueden adherirse otros pensamientos que complementen, añadan y acierten con las soluciones que pretendemos hallar.
¡Buscamos la felicidad para el hombre!
Resulta penoso superar acontecimientos desgraciados. Pensar en positivo con lo que está cayendo ¡Ya sé! Habremos de sacar fuerzas de flaquezas, arremangarnos, confiar en nosotros mismos (en poco más) y ponernos a caminar. Es casi un imposible, pero sin ello, no saldremos adelante. Es necesario (y ahora más que nunca) ser conscientes que sólo el presente que nos acompaña existe; el ayer pasado y el mañana que está por llegar, son horizontes con los que no se vive. Y la economía se basa en eso, en una entelequia, no es una ciencia matemática. Una mala noticia y cunde el pánico. Y, al revés, se viene arriba ante unas buenas perspectivas.
Salgamos a barrer las calles, a exigir trabajo, no nos quedemos en casa. Llenemos con nuestro ejemplo de armonía y buen humor calles y plazas. Que aumente el PIB (Producto interior bruto) con los alimentos de esperanzas e ilusiones que produzcamos. Generar y mantener erguida la confianza para ganar salud es imprescindible ¡No nos confundamos! Es el precio que tenemos que pagar, más ventajoso, sin duda, que carecer de todo o del valor más importante que es la vida. Respiremos sin miedo a endeudarnos en exceso, pues la Naturaleza nos proveerá de cuánto necesitemos. Que las corruptas, codiciosas, privilegiadas y demás prácticas vergonzantes con miseria se las coman. No olvidemos que no hay origen sin causa. Lo veamos o no, los hechos siempre cobran, siempre se pagan ¡Son valores contrapuestos!
Si alguien estima su vida y ve un entorno deteriorado (que no le gusta) con gente en la pobreza, ha de ayudar, ver que rectificar evitando reproches, no eximiéndose de culpa. Las situaciones son cambiantes. El Estado está obligado y es corresponsable directo de sus ciudadanos. Y si surge una tragedia de dimensiones alarmantes (como un terremoto u otra catástrofe como es el paro actualmente) se recurre a lo que sea; no es de recibo predicar pan y no dar trigo. Han de sacarse los dineros necesarios con que pagar la ocupación de los desafortunados, que con hijos o sin ellos, tienen madre y los mismos derechos que todos nosotros, incluidos los  miembros del Gobierno y sus allegados.
Mientras los habitantes defendamos a ultranza nuestras convicciones e identidades y sigamos adorando a los muertos, los pueblos no obtendremos bienestar. Para eso queda un largo, un largo recorrido; pero mientras tanto, que la Paz y el Amor nos unan.



martes, 22 de mayo de 2012

SINDICATOS Y PARTIDOS POLITICOS


¿Por qué se afilian las personas a los Sindicatos y/o a los Partidos políticos? ¿Por qué se aferran a ellos como imanes y/o disciplinadamente se quedan en sus senos? La respuesta es: Para protegerse de sus despidos. Tener privilegios sobre el resto de los mortales. Servirse de los demás. Ayudarse a sí mismo. No asumir como propia su irresponsabilidad. Velar por sus intereses y los de sus allegados. Lograr un puesto de relevancia y un sin fin de etcéteras más que oímos (aunque resulte extraño) de propios afiliados y/o de quienes los siguen y los apoyan.
¿Es injusto pensar así? ¿Lo son, acaso, quiénes opinan lo contrario?
 De cualquier manera es lícito que actúen de esa manera, máxime cuando existe el convencimiento generalizado que así lo atestigua. Además, posiblemente, hagan honor a los refranes que dicen: “yendo caliente que se ría la gente” o aquel más antiguo que refrenda “política y pancismo todo es lo mismo”.
Está claro que no es cierto todo aquello en lo que creemos, leemos o escribimos. Sin embargo, reconozcamos que nada es achacable a las cosas y si a las personas, (cambiamos de pelo pero no de leche). Pase lo que pase, las actividades que realizamos, las profesiones que ejercemos o los títulos que poseemos nos condicionan sobremanera (los genes no cambian pero…) y hasta evoluciona el amor perdiendo su romanticismo para tornarse acomodaticio y conseguir que el afiliado se olvide (huida y rancia su predisposición) de aportar ideas,  innovar nuevos principios, representar y servir a los demás,  participar en las decisiones por sí, hacer frente a las injusticias o al poder de terceros, dejando de ser consecuente con su altruismo y carecer de arrogancia salvo con los ciudadanos que les pagan.
Siete razones, antes citadas, (verbos las evocan) a las que se comprometieron iniciando su andadura, tal vez, honrada y sinceramente,  asociándose a un encomiable proyecto (sindical o político) que mantuvieron a ultranza ejerciendo (a veces) la demagogia,  hasta  alcanzar más altos objetivos o el superior a todos (otorgada la confianza por una mayoría de gente) para, en tal caso, olvidarse de la realidad y transformase, además, en dictadores ejerciendo su voluntad a espaldas de sus electores.
¿Sucede a menudo y no sabemos qué hacer, ni cómo actuar razonablemente?
El Plan de Ciudades ocupacionales lo recoge en uno de sus apartados: La Teoría del cuadráculo. Es decir, legislar definiendo los plazos de duración de los cargos, una vez limitadas las rentas (visto en la Teoría de los números primos). Y establecer la asunción de responsabilidades no sólo políticas (que equivalen a nada) y tipificarlas. Por último, reseñar que sean las propias siglas que presentan a sus candidatos, las responsables subsidiarias de los mismos, incluso cobrando de las administraciones y empresas para, a su vez, pagar a sus elegidos, con arreglo a sus criterios.
No es de recibo y ni a nadie se le debe permitir el engaño, la mentira, la demagogia, la hipocresía, el descrédito, el abuso, y menos aun, a los representantes (generalmente públicos) que han de darnos ejemplo. No han de ostentar privilegios irrazonables a los del resto de personas. Ni ganarse a pulso (y esto no es mínimo) que algo tan honorable como el servicio del bien hacía los demás esté demonizado, sentido por los ciudadanos como un grave problema.
Es más, el PCO aboga como medio único de financiación de Partidos políticos y Sindicatos, (asalariados y empresariales) las cuotas de su afiliados, otros ingresos lícitos (a considerar) y, obligatoriamente, un importe simbólico o porcentaje que se determine, en el propio impreso de la Declaración de la Renta y Patrimonio, a tributar por cada uno de nosotros (contribuyentes) a las legitimas asociaciones civiles que defienden nuestros derechos laborales, sociales y políticos e, igualmente, nos representan. Será una elección a favor de aquellas que libremente designemos, sin que quepan a su favor las donaciones, subvenciones o prebendas que desestabilicen la equidad.

jueves, 17 de mayo de 2012

HONORABILIDAD, TRANSPARENCIA Y RENTABILIDAD


Hemos de actuar en defensa de nuestros intereses, ante los abusos que practican personas físicas o jurídicas que se consideran rectos servidores del orden establecido. Detrás de ellos, existe algo más que el negocio que los aviva, sabedores que la gente no rechista por evitarse molestias y, a lo sumo, se lamenta como cobayas heridas.
Fijémonos en las facturas de electricidad o gas, por ejemplo. Cuatro cifras de decimales, con importes estimativos (es decir, a bulto) siempre a su favor, tomando el dinero ajeno anticipadamente sin interés y, cada mes, cobran sin ver el contador. En último término, si no pagas cortan el suministro y te producen un sin fin de problemas. Están llenas de conceptos que no son sino un galimatías que sólo los técnicos pueden descifrar; en ellas,  además, facturan sus inversiones como si fuéramos accionistas ampliando capital, pero exentos de dividendos. Inversiones, por otra parte, que nadie controla y nunca finalizan, dado que si vuelven a poner nuevos equipos o se van de comida los consejeros, lo pagamos con nuevos alquileres, nuevos ajustes o nuevas tarifas. ¡Una inmoralidad! ¿Qué les costará producir un kilovatio? ¿Cómo lo calculan? Ni ellos mismos lo saben. Se los venden a nuestros políticos, que aceptan, temerosos de ir al paro.
Y ¿qué decir de las comunicaciones telefónicas? Facturan hasta uno, dos, tres… segundos; y me pregunto, ¿qué se hablará en ese tiempo? No se habla pero roban. Lo hacen partiendo de un mínimo asegurado que ni siquiera se consume. Por supuesto, tienen la sartén por el mango: si facturan llamadas sobre Afganistán, (donde no tienes a nadie con quien hablar) por buenas composturas, devuelven el importe haciéndote un favor; eso sí,  ni se nos ocurra devolver el recibo, que bloquean la línea telefónica  y vas al pozo: te meten en las listas de morosos (ASNEF) y no hay cristiano que te saque. Lo curioso es que hay que agradecerles, al ser compañías privadas, su competencia: Colocan a representantes patrios evitando incrementar el paro. Prejubilan a españoles de a pié sin aumentar el desempleo, (que trabajen por libre) contratando, por el mismo precio, a cuatro veces más de mano de obra extranjera que comen poco. Y es que las comunicaciones se ubican en cualquier lugar, así que venden las bases de datos de sus clientes al mejor postor para que nos aburran dando a conocer sus productos y estemos informados. En fin, unos benditos marcando precios sin medida.
Que lejos y que cerca estamos de aquellas entidades que venían a casa a cobrarnos el recibo de la luz, del teléfono, la letra o avisarnos del vencimiento de la contribución. Me evocan a las de hoy que, sin saber el porqué, las asemejo al tráfico de drogas: Regalan y especulan hasta crear la necesidad y luego, sin poder desengancharnos, arruinan y matan hasta llevarnos a la tumba. ¿Qué sería de nosotros sin ellas? No hay entidad financiera que se precie, que no compita por sacar una comisión nueva con la que recaudar. Dan o venden tarjetas para cobrar por usarlas o no usarlas. Por tener o no tener dinero en la cuenta. Por mandar o no mandarte una carta. Por ingresar, por reintegrar: por todo cobran. ¿Hay algún concepto por el qué no lo hagan? De existir, comuniquémoslo al Banco de España para que ejerza su control imponiéndonoslo ¡Es su labor encomiable! Y es que hay  tareas farragosas. Hechos ininteligibles. Y no pasa nada: Ni se resienten los tributos ni se calman los delitos porque prescribieran las Primas únicas y, si llega el caso, se indulta a un consejero a tenor de lo que sabe o vale, (¡gana más que 1300 trabajadores juntos!) o son condonados préstamos millonarios a personas importantes, mientras a otras ¡igual de importantes! lanzados sin escrúpulos, quedan en la calle por embargos mezquinos. Eso sí, hay entidades financieras arruinadas por dirigentes sin responsabilidad, mientras otros aguardan a retirarse para pellizcar un buen puñados de millones, compensados con los intereses y comisiones que nos cobran. ¡Qué pena! Si no rebajan sus tarifas, domiciliemos los pagos en nuestra casa y, antes de liquidarlos, comprobemos si son o no correctos. Devolvámoslos si es preciso porque hemos de exigirnos (y a ellos también) Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad.

sábado, 12 de mayo de 2012

PERDER EL MIEDO, ESE ES EL MILAGRO


No puedo silenciar por más tiempo el sentimiento de impotencia que me produce la situación actual de España. Me aterra imaginar sus graves consecuencias. Lo que ello puede traer consigo.
-        El Paro: Millones de personas condenadas a la inanición.
-        La Deflación: Un pozo capaz de ahogar toda esperanza.
-        Un nacionalismo radical: Donde una dictadura puede renacer.
Quiero ser intolerante con la demagogia de nuestros representantes políticos.
Quiero rebelarme contra el capitalismo salvaje que siempre sale fortalecido.
Quiero combatir la indolencia de aquellos que no sufren la crisis.
Y quiero gritar. Disentir. Echar fuera de mí tanta tristeza.
¿A qué aguardamos para remediar la tragedia que nos asola?
Más de la mitad de nuestros jóvenes en edad de trabajar, en edad de comerse el mundo, de formar una familia, de impregnar alegría y sueños a la sociedad y mejor preparados que nunca, no saben qué hacer. Y, además, no pueden resignarse. ¿A qué?
¿Qué haríamos, en su caso, cualquiera de nosotros?
¿Nos alistaríamos en las filas de los partidos políticos? ¿Nos meteríamos a curas? ¿Nos aceptarían en el ejército? ¿Nos buscaríamos un padrino (banquero, político, sindical, magistrado, empresario o…) que nos colocara? ¿Huiríamos de España en busca de mejor fortuna? ¿Dejaríamos de ser dignos y delinquiríamos? ¿Nos abandonaríamos hasta la extenuación? ¿Recurriríamos mendicantes a nuestros padres, abuelos o allegados?
La indignación, llegaría un momento, nos haría ser violentos y en lugar de amar odiaríamos, transformándose los tiempos de nuestras fuerzas anulando la ilusión por rabia. Y nos preguntaríamos:
¿Contra qué o quién arremeto que palie mi situación?:
¿Contra los que nos gobiernan? ¿Contra quienes tienen varias ocupaciones retribuidas? ¿Contra los ricos o los poderosos? ¿Contra el Sistema impúdico que tenemos?
¡Cuánta miseria! ¡Cuánta injusticia! ¡Cuánta depravación! ¡Cuánto engaño!
Ni que decir de los mayores de…, digamos, cincuenta años. Con familia o sin ella. Mendigando. Acudiendo a centros de caridad ¡Qué vergüenza! Hasta que el terror o la desesperación acuda y les lleve a tirarse por la ventana. O mejor, se lleven por delante a quien les estafó engañándoles con sus mentiras, se pasó por el forro de sus pantalones sus quejas, despidiéndoles, prometiéndoles sin hacerles caso, llevándose sus ahorros. O, tal vez, se dediquen a robar hasta que les pillen, imitando a muchos de arriba y, como ellos, se acomoden, se acostumbren, les sea grato y, ¿por qué no?, puede que la suerte les sonría, y en esas, les contrate uno de los muchos delincuentes que hay necesitados de más secuaces, para convertirse en jerifaltes que den vuelta a la tortilla.
Y así es la deflación, la pescadilla que se muerde la cola, hasta completar el ciclo que el capitalismo nos imponga. Impunemente, sin inmutarse, de lo más natural.
Y no habrá manera de cambiarlo, ni de impedirlo, hasta que nos inmolemos.
Los locos de turno se aprovecharán del descontento y, llegada la ocasión, provocarán la salvación con su fanatismo, arrastrando a la gente que esté desesperada. O los que mandan se radicalizarán sin comprender que la tolerancia es infinitamente mejor que la falta de ella. Y no cederán queriendo imponer una legalidad a su medida, sin percatarse que hay otra clase de gente que ha logrado perder el miedo.
Mientras no se regulen los mecanismos insaciables del capital que dominan los mercados (y otras anónimas voluntades) no habrá solución. Las crisis se sucederán y, en alguna de ellas, el estado de bienestar desaparecerá para siempre atrapado en las fauces sanguinarias de la ambición que todo devora. Estamos en tiempo y existen alternativas para cambiarlo. Vayamos a una economía sostenible y no destruyamos lo conseguido. 

martes, 8 de mayo de 2012

EN DEFENSA DE LA OCUPACIÓN SOCIAL


Es imprescindible imponer la protección social (alimentar y estimular a las personas con comida y cultura a cambio de una prioridad elemental: su ocupación) sobre la imposición que ejercen los poderosos consiguiendo sus propósitos. Propósitos que no son otros que hacernos creer que el crecimiento es la panacea para crear puestos de trabajo y riquezas. Propósitos que suponen garantizar sus ganancias (no renunciar a ellas) mudando el orden de los valores que nos afectan a todos ¡Pero no! Los valores comienzan con la propia vida, la posibilidad de supervivencia en circunstancias razonables, el desarrollo en educación, la capacidad de libre decisión y, después, los beneficios económicos.
Debemos mentalizarnos para invertir en valores humanos al tiempo que se crea riqueza. Existen medios para ello. Y lo primero es saber que eso es posible, sin que se distancien las rentas del trabajo de las rentas del capital. Y por eso abogamos en el Proyecto de Ciudades Ocupacionales (PCO), estableciendo limites al sistema capitalista, marcando infinidad de medidas y soluciones susceptibles de discutir, mejorar y ponerlas en practica. Por supuesto, al amparo del bienestar de todos y cada una de las personas (sean trabajadores, empresarios o muertos de hambre). Por tanto, pensamos que los sindicatos deben formar parte de la producción estando en los órganos empresariales de las decisiones. Que la administración ha de regular el mercado de trabajo ocupando a la mano de obra desempleada; protegiendo con ello el consumo interno (que incentiva la producción empresarial) pagando con un mínimo de subsistencia. La ocupación pasará, sin duda, por esmerarse en la protección social también, como pueden ser en la sanidad (cuidando enfermos), las escuelas (impartiendo enseñanzas), la creación de empresas (sociedades con ánimo de lucro), el medio ambiente (arreglo de montes, playas, ciudades) y un largo etcétera encomiable. Ideas más peculiares, no por ello menos importantes, han cuajado en las mentes de los hombres llevándoles a guerras, revoluciones y sangrientas contiendas que aún prevalecen. Sean, tal vez, por conseguir paraísos o sueños irrealizables, sean por aberraciones increíbles o porque el germen cayó en caldo de cultivo adecuado, sean por lo que sean, se han cumplido: Únicamente es un paso, una línea que cruzar (lo impide o lo mueve) para que las cosas cristalicen y lleguen a buen termino. Mejor será no tentar  peligros latentes que aún se pueden evitar.
Existen alternativas muy diversas (ajenas a particulares intereses) que no tienen porque escandalizar a nadie, sabiendo que nada es perpetuo. Todo obedece a las costumbres de la población existente, a sus relaciones económicas, a la forma de propiedad establecida, a la certeza que basta respirar para vivir. El PCO trata con la máxima honestidad el principio por el que cada persona ha de tener iguales posibilidades con las que enfrentarse para, con su esfuerzo, ganarse la vida.
Cuando los sueldos se acoten o no se distancien, nadie querrá disponer de un salario de subsistencia. Harán lo indecible para encontrar trabajo distinto al que el Gobierno les ofrezca. Pero éste (sino hay otro remedio) es una salida. Una salida digna si se mantiene ocupado. Lo ideal será que cada uno encuentre el empleo que mejor vaya con sus aptitudes y posibilidades. Entonces, no será necesario incentivar el esfuerzo o el riesgo porque éstos se realizarán gratamente y las rentas obtenidas serán las adecuadas.
Pedir un aumento de salarios para compensar el aumento del coste de la vida es una simple espiral que perjudica a la clase trabajadora (no jubilados). La generalización no es recomendable y si el hecho aislado de que cada empresa pague sus salarios con arreglo a su producción o, mejor dicho, con fundamento al reparto de los beneficios.
Los salarios no han de ser deflacionarios pero tampoco inflacionarios en exceso. La rigidez tampoco es conveniente. En ningún caso, son la causa de la merma de beneficios aunque defienda sus topes y tienen menos significación para las ventas que otros factores que la demanda siempre expresa.

martes, 1 de mayo de 2012

DINERO SOCIAL


Ya en anteriores entradas cité que nuestro primer enemigo era el paro (una cuestión de Estado) y sugerí algunas formulas de cómo obtener dinero para comenzar a paliarlo. Hablé que cada español diéramos una aportación y que se nos descontara un porcentaje simbólico de cada nómina. Que el Gobierno iniciara una campaña de ayuda en tal sentido; eliminara la cruz de la renta a favor de la iglesia u otros terceros, supliéndola en beneficio de los desempleados, y terminara con los dispendios, ayudas sin sentido, gastos superfluos, derroches, delitos, duplicidad de cargos, subsidios, subvenciones, etc. [1] y que toda ayuda es poca y bienvenida sea. Hoy añadimos incrementar (o crear), un par de euros, las loterías, juegos de azar, tabaco, bebidas y demás consumo yermo.
Apunté, que a la cabeza de la iniciativa por el trabajo debe de estar el Gobierno sin escatimar esfuerzo alguno, hasta lograr el pleno empleo. Y, si éste no se consigue, que los desempleados no se hallen abandonados a su suerte y se sumen al Plan ocupacional (propuesto en la entrada anterior) para sentirse útiles y poder alimentarse con los suyos. Tal vez mañana, sean los que tengan que solidarizarse con otros que lo precisen.
Sí. Es mucho el dinero necesario para cubrir tal contingencia, pero bastante menos de los que se puede obtener. Además de los ya mencionados, reparemos en otras medidas:
1) El Apagón económico (descrito en el P.C.O.) instando al aplazamiento de la Deuda soberana y su extinción y otras minucias que parecen no considerarse.
2) Utilizar otros medios de cambio (trueque) que un Gobierno, en un Estado de derecho, puede utilizar y, máxime, en tan critica situación. Me refiero a retribuir con Efectos a pagar a toda persona que acuda a trabajar, conforme al Plan ocupacional citado.
Tales Efectos a pagar (Dinero Social) serán a la vista, con una caducidad o plazo a veinte años (por ejemplo), por cifras redondas y al portador. Emitidos por el Banco central para el territorio nacional, pasando a formar parte de la circulación fiduciaria del sistema. Su vigilancia (canje antes del vencimiento, etc.) dependerá del Ejecutivo y, en su caso, podrá limitarse su uso en varias direcciones: a) No serán aceptados (menos aún descontados) por el sistema bancario y/o  b) De exclusiva utilización para bienes necesarios de consumo. Se conseguirá, desde un punto de vista tributario, limitar rentas, contener la sangría de la huída de capitales,  permitir recortes selectivos y otros.  
Esto no supone dejar de estudiar convenientemente: Uno.- Importe del salario de supervivencia con qué compensar a los parados que se ocupen. Dos.- Servirá para que determinada gente, siendo útil, pueda  ganarse la vida  honradamente. Tres.- El dinero social será el arma necesaria, temporal, a un plazo posible de amortización, para ganar la batalla al desempleo. Cuatro.- Evitará paro camuflado y empresarios desaprensivos. Cinco.- Las personas no estarán al amparo de la caridad (que debe ser ciega e impartir ayuda indiscriminadamente) sino del Estado del que forman parte. Seis.- Se reconocerá que el valor del esfuerzo funciona: No a holgazanes, cuentistas, enfermos o drogadictos. Siete.- Se cumplirá con parte de la Constitución, sin que se coaccione la libertad de aquellos que quieran otra clase de vida. Ocho.- Las iniciativas de crear nuevas empresas, aprender nuevos oficios, surgirán más fácil, espontáneamente, debido a la unión de ideas y mejoras por conseguir. Nueve.- Los empresarios optarán por colocar a los mejor preparados (legalmente). Diez.- La Administración puede ser el perfecto regulador del mercado laboral, en el cual no se han de permitir especulaciones, abusos,  intimidaciones, chantajes, enchufes o prebendas. Once.- Aumentará el consumo interior.



[1] Me refiero, salvo excepciones, y por supuesto, a toda clase de privilegios para la Monarquía, Iglesias, Partidos políticos y Sindicatos (de los que me ocuparé en otra ocasión), Deportes, Toros, Televisiones, Cocinas, Cine, Profesores de religión, Fundaciones, Grandes empresas y demás personas que los ostenten; verbigracia, los políticos: sus sueldos, complementos, pagos de impuestos, actividades extras, dietas, comidas, viajes, automóviles, escoltas, regalos, descontrol, irresponsabilidad, enchufes, descontrol, complementos, planes de pensiones, seguros de vida, empleo, dobles retribuciones, etc..