Cada día
pasan muchas cosas relevantes en nuestra España relativas a los
contenidos expresados en el presente blog. En el mismo, me he mantenido al
margen de las noticias de los medios y, apenas, si he formulado algún breve
comentario en los periódicos, tratando de separar claramente el objetivo
perseguido (dado a conocer en el Proyecto de Ciudades Ocupacionales - PCO) de
la actualidad que se ocupa de cuestiones puntuales.
A la sazón, cabe la posibilidad de contrastar
las soluciones para innovar el sistema capitalista salvaje, depredador,
desigual e insolidario que nos atenaza, (capaz de destruir el estado de
bienestar creado) por otro simétrico, alternativo, alejado también del
comunismo corrosivo, totalitario, rancio y fuera de la realidad en la que estamos.
Sólo tenemos un tiempo para vivir. Un tiempo
en el que hemos de llevar a cabo, sin disfraces ni autoengaños, la historia que
nos toca, compleja o utópica, producto de nuestras motivaciones que van a
conformar, aunque parezca extraño, la economía del planeta, nuestras propias
economías.
Cada uno somos parte de la solución y del
problema. Pretendemos vivir en paz, sin agobios ni penalidades y podemos
conseguirlo. Es posible alcanzar los ideales con los que soñamos si nos
servimos de nuestro estado de ánimo positivo para aprender a pensar, a
cuestionar o, sencillamente, a darle vueltas al coco e imaginar cómo hemos de actuar en situaciones como las
actuales y evitar las crisis que sólo a los débiles deteriora. Si además lo damos
a conocer, pueden adherirse otros pensamientos que complementen, añadan y
acierten con las soluciones que pretendemos hallar.
¡Buscamos la felicidad para el hombre!
Resulta penoso superar acontecimientos
desgraciados. Pensar en positivo con lo que está cayendo ¡Ya sé! Habremos
de sacar fuerzas de flaquezas, arremangarnos, confiar en nosotros mismos (en
poco más) y ponernos a caminar. Es casi un imposible, pero sin ello, no
saldremos adelante. Es necesario (y ahora más que nunca) ser conscientes que
sólo el presente que nos acompaña existe; el ayer pasado y el mañana que está
por llegar, son horizontes con los que no se vive. Y la economía se basa en
eso, en una entelequia, no es una ciencia matemática. Una mala noticia y cunde
el pánico. Y, al revés, se viene arriba ante unas buenas perspectivas.
Salgamos a barrer las calles, a exigir
trabajo, no nos quedemos en casa. Llenemos con nuestro ejemplo de armonía y
buen humor calles y plazas. Que aumente el PIB (Producto interior bruto) con
los alimentos de esperanzas e ilusiones que produzcamos. Generar y mantener
erguida la confianza para ganar salud es imprescindible ¡No nos confundamos! Es
el precio que tenemos que pagar, más ventajoso, sin duda, que carecer de todo o
del valor más importante que es la vida. Respiremos sin miedo a endeudarnos en
exceso, pues la Naturaleza nos proveerá de cuánto necesitemos. Que las
corruptas, codiciosas, privilegiadas y demás prácticas vergonzantes con miseria
se las coman. No olvidemos que no hay origen sin causa. Lo veamos o no, los
hechos siempre cobran, siempre se pagan ¡Son valores contrapuestos!
Si alguien estima su vida y ve un entorno
deteriorado (que no le gusta) con gente en la pobreza, ha de ayudar, ver que rectificar
evitando reproches, no eximiéndose de culpa. Las situaciones son cambiantes. El
Estado está obligado y es corresponsable directo de sus ciudadanos. Y si surge
una tragedia de dimensiones alarmantes (como un terremoto u otra catástrofe
como es el paro actualmente) se recurre a lo que sea; no es de recibo predicar
pan y no dar trigo. Han de sacarse los dineros necesarios con que pagar la
ocupación de los desafortunados, que con hijos o sin ellos, tienen madre y los
mismos derechos que todos nosotros, incluidos los miembros del Gobierno y sus allegados.
Mientras los habitantes defendamos a ultranza
nuestras convicciones e identidades y sigamos adorando a los muertos, los
pueblos no obtendremos bienestar. Para eso queda un largo, un largo recorrido;
pero mientras tanto, que la Paz y el Amor nos unan.