sábado, 23 de febrero de 2013

EL SEÑOR PRESIDENTE


No seré quien diga al señor presidente “usted es un ladrón”. Ni tengo pruebas, ni siquiera lo sospecho, pero con echar un vistazo a la prensa, resulta fácil creerse lo que no es, andando cerca de éstos. Y, si mal no recuerdo, entre dos de ellos Jesús fue crucificado, sin querer evitarlo, aunque hoy pueda impedirse; que nadie piense que en días y tardes tan soleadas pueda pasar lo mismo, metafóricamente hablando, porque aquello fue una salvajada. No tengo porque dudar de la honorabilidad del señor presidente, sin embargo, pasando como pasan los amigos de lo ajeno por su lado como si fueran su propia sombra, y ni los señala ni los nombra, me apena porque desaparecerán como las nubes que llegan sin darle importancia, como si no hubiera pasado nada. Y sí pasa. Pasa que podrá llover y quedarnos helados, con la boca abierta, sin la luz ni el calor del sol, lamentando que no se paren los espectáculos.
Y me pregunto ¿sabrá el señor presidente que el sol es algo que a todos o a nadie pertenece y pocos son quienes lo disfrutan? No se habrá percatado, al no haber reacción alguna por su parte,  ni medidas por evitarlo ¡Cómo que lo consiente!  O quiere darnos a entender que no es preocupante. O que se arreglará luego, más adelante. ¿Será porqué el señor presidente está confortablemente a cubierto o al contrario? Con tanta nube no hay ni quien lo vea ni lo sepa.
No obstante, muchos ciudadanos que con sus apoyos auparon al señor presidente para que lo fuera y aun lo mantienen, también comienzan a sentirse helados, incluso, chorreando hasta las cejas por las tormentas torrenciales que los están  sacando de quicio, tan sólo porque algunos chorizos aprovechan el sol para ellos solos, mientras el señor presidente no se entera que en la penumbra el frío inmoviliza, arrecia los cuerpos para foguearse  entrando en calor y no entumecerse. ¿Será que el señor presidente no ve lo oscuro que está la tarde?
El señor presidente no ha de olvidar, y he de recordarlo también, las terribles inundaciones que no sólo enseres sino vidas humanas el agua se lleva; son de tal magnitud, que ni siquiera él  podría salvarse. Así que hay que andar con ojo con el agua que está cayendo, porque cuando tanto llueve por mucho cuidado que se ponga,  salpica y podemos caer en el barro. Y esos fenómenos naturales producidos, sencillamente, porque la lluvia todo lo inmunda  o el sol ya no brilla, revierten en malas cosechas, hambrunas, saqueos y pestes. Y la noche está llegando.  ¿A qué espera el señor presidente para dar un golpe en la mesa y ordenar que traigan las luces que se han llevado los culpables? ¿Por qué estar a oscuras? ¡Qué se pare el espectáculo!
El señor presidente no sabe que el sol es algo de todos o de nadie y que algunos se lo llevan; carece de sensibilidad  no demostrando energía ni voluntad por arreglarlo, aunque sea dando  palos de ciego. ¿No estará ciego de verdad? De seguir así la gente tendrá que irse a mendigar sol a otra parte, porque aquí sólo hay para quien lo roba o no lo necesita. Como en la fiesta nacional con un público entregado, unos al sol  y otros a la sombra, bullen entretenidos con la gente de a pié entrando al capote, siendo rejoneada, banderilleada, toreada a muleta y como no los maten pronto, les restará el descabello y los suyos vitoreando ¡Qué gentío! ¡Qué nivel! Estoqueados: Sangre para todos y carnaza para el mercado. ¿Quién se llevará los despojos en esta noche cerrada? ¡No hay ni un Cristo que quiera morir sacrificado entre ladrones!  Y el señor presidente sin dar un aviso, sin parar la lidia, sin sacar pañuelo blanco que le corten las orejas; pero no, sigue mirando impávido al ruedo hasta que el toro se desangre. Con tal espectáculo el pueblo no ha de acudir a las corridas, salvo que faenen nuevos espadas y otras cuadrillas, porque para este viaje no necesitamos alforjas; tendremos que quedarnos en casa.  

viernes, 15 de febrero de 2013

LA CUEVA DE ALÍ BABÁ


Tengo la sensación, que nadie tiene conciencia plena que, hagamos lo que hagamos, vamos a morir tarde o temprano; igualmente, nadie siente que está sometido a un régimen dictatorial capitalista que, hagamos lo que hagamos, nos doblega, tarde o temprano, al antojo de su enorme poder.
Un sistema capitalista fundamentado en subsistir y expansionarse. Un sistema que huele a ánimo de lucro y nada más; que manosea la mierda para transformarla en dinero; que ve la forma de arruinar a los demás en su propio beneficio; que siente en lo más profundo de su corazón el desgarro de la avaricia y la ensalza ejemplarizándola; que saborea sin alharacas su triunfo y calla ante su desgracia, tratando en cada caso de pasar desapercibido. Se alía, se distancia cuando le conviene, manteniendo latente siempre su único objetivo: ganar dinero cueste lo que cueste o amasar riqueza a costa de lo que sea. Lo positivo del sistema es que deja al hombre desnudo para que pueda valerse por sí mismo, lo que le proporciona parcelas de libertad por las que se siente satisfecho. Un espejismo o una ilusión vana, porque no hay mayor desgracia que la de querer y no poder; sobretodo, cuando los medios materiales no alcanzan para sobrevivir, mientras el sistema premia y  muestra los alardes o éxitos de sus triunfadores, por ejemplo a la inteligentísima hija de Botín, a los hijos de Puyol o al Príncipe Felipe.
¿Por qué, entonces, criminalizar a las entidades financieras? Estas no hacen si no, justo, lo que deben de hacer. Al ser el ideal capitalista, siendo el paradigma a seguir del resto de empresas, no pueden ocultar lo evidente: el salvaje hedor que brota cuando se destapa alguna de sus cámaras donde entierran a los muertos.
Ya hace tiempo, sin embargo, que otras colectividades, viendo las inmensas ganancias que conseguían los gurús del capital, se arrogaron la representatividad  adueñándose de entidades de beneficencia y las convirtieron en sus imitadoras, con tintes socialistas. Y de tales polvos  surgieron raros embriones, consiguiendo latrocinios para que la Cueva de Alí Babá continuara siendo lo que es, un cuento para niños. ¿Qué se puede esperar de un cuento? Ni más ni menos que una fantasía, una trampa, una alucinación que, una y otra vez, se repite, aunque se sepa el final o las versiones se acomoden a las circunstancias.
Si estamos convencidos de adonde nos lleva el cuento del capitalismo ¡coño! detengámosle. Limitemos la avidez de quienes nos lo cuentan. Que los recursos, bienes y derechos de las entidades, no puedan ser utilizados por personas de carne y hueso, salvo para la explotación o la finalidad para las que fueron creadas. Que represente la condena de por vida a las personas físicas que los utilicen en su beneficio. Y, por supuesto, que los éxitos correspondan a  genes y esfuerzos, no a los atracos a mano armada que dieron papá y mamá.
¡Cuántas cosas nos quedan por asimilar!
Un Sistema social, económico y político no se improvisa, se consigue, como la mayoría de las cosas, a través del tiempo, por la insistencia de la costumbre que la forma de vivir establece. También con los cánticos pegadizos que regalan o con los productos gratis que expanden hasta conseguir hacerlos necesarios como hacen con la droga, la tecnología más avanzada o la propaganda más sugestiva. Y Europa, la vieja Europa, pronto descubrirá que la panacea de la economía no es el consumo y buscará, en pro del hombre, detener la falsa productividad.

sábado, 9 de febrero de 2013

EL PUEBLO HA DE SABERLO


En estos momentos de impotencia y rabia, que en el corazón de sus gentes España siente latir, no son los mejores para que el pueblo tome decisiones de las que mañana se pueda lamentar. No ha de olvidar, sin embargo, su vergüenza. Unas circunstancias desconocidas, pero previsibles, dadas la complacencia con que España, desde hace tiempo, viene siendo un lupanar de lujo, con proxenetas cobrando. ¿Quién no exigirá pagar los delitos de robo como  los de sangre? ¡Qué la pasta, cuanto menos, la devuelvan! Pero no. Tiempo habrá para que las aguas se calmen. Ya algunos listillos se han llevado su tajada y el Gran Patrón, continuando con su avidez y anonimato, encontrará cuadrillas con serviles políticos que les cuadre. No es de ahora cuando clamo por la conveniencia substancial de acometer cambios profundos en el Sistema social, político y económico de España; un Sistema  tildado de “cueva de ladrones”, “mediocre”, “corrupto”, “consentidor de estafadores”, “deporte nacional de golfos” e infinidad de cosas más y ninguna bonita. ¿No sería conveniente intentar cambiarlo? Alguien me apunta que proponer es fácil y llevarlo a efecto lo complicado. No obstante, quien haya leído el presente blog desde sus inicios, habrá observado  que con las soluciones puestas de manifiesto, se han citado las formas de hacerlo. En algunas de ellas, la innovación es necesaria; en muchos casos, comenzar de nuevo es lo apropiado, sin necesidad de hacer borrón y cuenta nueva, sino teniendo presente lo acontecido para evitarlo ¡El pueblo ha de saberlo!
Por ejemplo[1]. Uno. Los políticos no regenerarán nunca la vida política si no se anulan de un plumazo los beneficios  que se han dado, aumentados en grado extremo a la media de la ciudadanía. No es de recibo que se haya auto-atribuido unas prebendas, unos privilegios, unos derechos desproporcionados y amorales con respecto a la conducta que la gente espera de ellos. Por tanto, están y han de estar descalificados para legislar en asuntos que les afecte. Ya va siendo hora que se realice una Legislación laboral única flexible, para que lo público y lo privado sea estable, determinándose las diferencias de ingresos y de rentas. Dos. La economía actual nos lleva inexorablemente a la desaparición del hombre como persona, implantando individuos fantasmas a las sombras de las empresas y prójimos en guetos de pobreza abrazando la miseria y excluidos de los enormes beneficios que la Naturaleza-Vida nos depara. Tres. La democracia no existirá mientras el Sistema de elecciones continúe limitando al ciudadano a participar, únicamente, con su voto cuando se le requiera, sin que cualquiera pueda auparse a liderar un proyecto o para eso sea necesario de un partido  político, un poder hegemónico, un magnate, un padrino o un rico heredero. El hombre ha de ser el principal protagonista, eslabón de una cadena,  y su existencia se ha regir por la premisa de que aquí estamos de paso, para entregar lo recibido. Una lista de candidatos de un partido político, que a nadie representa, salvo a ellos mismos, no es sino el propio partido que los ha designado y no personas-aspirantes. Cuatro. Las administraciones del Estado han de ser ordenadas y regularizadas ampliamente; con seguridad, su adelgazamiento se hace imprescindible. Todas, formando parte del Estado, han de contribuir al progreso del mismo, con su propio engrandecimiento. Los poderes facticos siempre estarán presentes. Y como resulta democráticamente imposible anularlos, el anonimato en el que se encierran infinidad de  cuestiones de relevancia,  deberán despejarse  avanzando hacía el conocimiento de que la identidad y la soberanía  de hombres y pueblos, no son sino la educación que procura nuestra convivencia. La política es respetable como lo es la libertad, si se hace con H.T.R.


[1] Véase: La Teoría de los Números primos, la Teoría del Cuadránculo, el Apagón económico, la Transición personal y el Pleno empleo, los cinco grupos de medidas desarrolladas en el presente blog el 29/01/2012 

sábado, 2 de febrero de 2013

ES DE JUSTICIA


Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad son tres conceptos que vengo largamente citando y que han de servir de base para asentar toda actividad tanto pública como privada. El Gobierno debe implementarlas y desarrollarlas en todo el Estado. Es de Justicia.
Parece ser que las palabras son claras. Nadie tendría que hacer una ley para limitar la Honorabilidad porque entonces  sería otra cosa, dejaría de ser honorable, tanto como quien la  limita; algún motivo muy, pero que muy fuerte tendría que existir para emitir una mentira piadosa que sería la única alegación posible, cuando no el escondite o la privación de honradez. A la misma argumentación me lleva los análisis de las otras dos: Transparencia y Rentabilidad. ¿Qué razones se pueden invocar para no cumplirlas? No existen por mucho que las busquemos. Los defensores de ocultar lo que hacen, tendrán mil y un planteamientos para justificarlo: Protección nacional, derechos de terceros, lo que se quiera indicar; pero sólo será una excusa; ni uno de ellos será suficiente para demostrar que no pretenden mantener opaca la impunidad, el engaño, el delito, la indignidad. Ni siquiera sirven alegaciones de carácter privado cuando su ejemplo ha de conducir a los ciudadanos a la imitación, de tal manera y por la misma equidad, que el ciudadano tiene que ser transparente facilitando datos a la administración pública, a los poderes establecidos cumpliendo normas para aclarar actuaciones,  demostrar su identidad, evitar malos entendidos o pagar impuestos. Si la casa real, el banco de España, los políticos o quién sea, quiere estar exentos de la obligatoriedad de comportarse con transparencia, rentabilidad y honorabilidad apaga y vámonos ¡nada honrado hay que encubrir! es como si un obrero de una fábrica se negara a facilitar a su pagador lo qué hace, cómo y cuándo lo hace: una dictadura no lo haría nunca mejor. ¿En qué se diferenciará de un totalitarismo si ante nadie se ha de responder? En Aragón para coronar al Rey se decía: “Nosotros, que separadamente considerados somos como vos, y en conjunto más que vos, os hacemos a vos Rey. Si guardáis nuestras leyes y nuestros privilegios, os obedeceremos, si no, no.”
Convendría examinar qué leyes o normas son esas  que nos rigen permitiendo calamidades y desastres como el paro, la caridad, la emigración, las bochornosas listas de retraso para que el médico nos vea; las que permiten negocios con la educación,  las que nos hacen ser desiguales ante la ley, la que indulta a los bandidos, las que permite los enchufes. ¿Por que el Rey, el Gobierno y los demás poderes no se unen a la  opinión pública para que se deroguen si existen? Me imagino que la gente que las sufre se lo agradecerá si se adhieren. Es de Justicia. Yo no comprendería que no lo hicieran, menos aún, cuando las sombras de la corrupción se difuminan y se confunden con las sombras de quienes las posibilitan. “Si guardáis nuestras leyes y nuestros privilegios, os obedeceremos, si no, no”. Que nadie extrañe cómo se inicia la desobediencia, como se amasa el caldo de cultivo de la revolución, como el ciudadano se siente celoso de su libertad, se hace anarquista, delinque. Quien ejerce el poder ha de ejercerlo en concordia con la opinión pública, por mucho que las urnas le haya favorecido. Ha de renunciar a velar por intereses parciales y no ir en contra de la gente que les paga con sus impuestos. No actuar así, se llama tiranía, ejerciendo la represión con el amordazamiento de la voz, privando independencia a otras fuerzas con la intromisión de su poder, cerrando los ojos a la violencia que practican y justifican anulando sentencias, desviando la atención de prácticas punitivas, permitiendo deshonestos desmadres, ocultando información, dilapidando dinero. Basta con estar al tanto de las noticias ¡Es conmovedor! Mientras no se dé la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad la democracia peligra y la dictadura nos acecha ¡Es una pena!