sábado, 28 de junio de 2014

COMPARACIONES ENTRE EL P.C.O. Y PODEMOS



Efectivamente. El PROYECTO DE CIUDADES OCUPACIONALES (P.C.O.) del que vengo ocupándome en este blog  no ha copiado del programa de PODEMOS,  entre otras cosas, porque es anterior a éste. Además, PODEMOS como partido político es una parte de un conjunto de ideologías diversas y aquél, al ser unipersonal, es un todo. Ambos, sin embargo, participan de excelentes puntos de vista y de errores, sin duda, que no les gustaría poseer.  El primero, es decir, el P.C.O. se va consolidando seriamente publicando su autor 5 Fórmulas para el bienestar de España que se regala comprando la novela de ficción titulada Escape de Sebastián Lorca y la formación política PODEMOS obteniendo inmejorables resultados electorales europeos, en tiempo record. Existen dos asuntos, igualmente de actualidad e importancia, en los que no convergen. Uno es en “El Derecho a decidir” de los pueblos (léase Cataluña) y el otro referido a la Monarquía. En ambos casos, considero conveniente anteponer La Constitución y modificar la misma en el sentido de poder recoger, si se considera oportuno por todos los españoles, los aspectos que PODEMOS preconiza. La Ley de leyes,  la más principal, no fue impuesta por las armas o la coacción, aunque  aquellos tiempos fueran convulsos y la prudencia se sirviera de un miedo latente a volver a tiempos anteriores.
Con seguridad estamos de acuerdo en lo fundamental: LA DEMOCRACIA. Algo irrenunciable. Desde luego los distintos grados de participación, igualdad y libertad son de suma importancia a la hora de valorarla; no obstante, ningún ideario se debe imponer sobre otro, si bien, las ideologías son almacenadas en el subconsciente de la gente con afirmaciones continuas no contrastadas, de forma subliminal, por los medios de comunicación y propaganda partidistas, por el propio carisma de un dirigente, por la falta de transparencia y objetividad, por intereses tendenciosos imparables, por los poderes económicos, etcétera, etcétera. Será la cultura adquirida la que nos llevará a estados más libres de opinión, cuestionando decisiones del Ejecutivo, leyes del Legislativo, sentencias del poder judicial, así como tantos aspectos ya establecidos que son arbitrarios e injustificables como los privilegios, las impunidades, la falta de responsabilidad, las desigualdades, la opacidad, las corrupciones, los engaños, etcétera. No obstante, me da la impresión que la mayor diferencia que el P.C.O. tiene con PODEMOS consiste en que el autor del primer proyecto renuncia a sus propias ideas en aras a conseguir un entendimiento con el resto de los ciudadanos (que también son parte del pueblo) aunque, a veces, ajenos planteamientos le rechinen. EL PROYECTO DE CIUDADES OCUPACIONALES considera que, aunque todos partimos del mismo germen y quizás gocemos de las mismas oportunidades, las soluciones se pueden presentar de manera muy diferentes y lograr acuerdos se aproxima al punto intermedio de las cosas,  a un escenario de encuentro donde el sentido común, la plasticidad del momento o lo práctico han de ser lo que prevalezca. Tal vez, sin contentar a ninguna de las partes. Tal vez, renunciando todas ellas a trozos de sus postulados, pero sin deteriorar lo más mínimo la democracia más amplia, que nos haga disfrutar de la libertad con respeto, de la igualdad de oportunidades, de la justicia igual para todos y de la solidaridad bien entendida.
Sí; tales aspiraciones caminan en la grupa de la utopía; no lo pongo en duda, pero quiero aproximarme lo más que pueda a cabalgarla. Por ello el P.C.O. trata de que se actúe con Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad. Con la flexibilidad necesaria que haga duraderas las leyes. Con acato a la Justicia que las imparte. Con la separación de los poderes. Con la diferencia clara de lo público y lo privado. Con tolerancia a la huelga y al despido libre. Con la absoluta ocupación y retribución por ello a todos los que se esfuercen y quieran trabajar.

domingo, 22 de junio de 2014

¿LO HAN PENSADO USTEDES?

El principal y más importante invento del hombre ha sido Dios. En su nombre (por o para Él), desde el comienzo de los tiempos, se ha hecho de todo: Guerras, rapiñas, engaños y demás cuestiones; surgiendo en su entorno cielos, infiernos, purgatorios y negocios. Nadie, que yo sepa, ha sido capaz de evidenciar lo contrario; ello resultará tan imposible como detener el tiempo. No es de extrañar, por tanto, que el hombre sospeche (de lo que muchos están convencidos) que Tiempo y Dios acaban con la muerte, pese a que en su camino surjan otros ídolos o dioses que quieran usurpar su puesto, pese a que la cultura sobrepase la fe apoyada en el miedo o sustentada por él, pese a quienes se arrogan su representación, pese a que lo cotidiano se considere verdad, pese a que…
El Sistema capitalista, desbocado actualmente, trata sin proponérselo de suplantar esa figura poderosa de Dios sacándose el dinero de la manga. Y por el dinero se mata, se roba, se engaña y demás cuestiones, surgiendo de nuevo las cruzadas, los mercados, los políticos empleando impunemente armas similares. Y todo se comercializa (por o para él) en beneficio de unos pocos desalmados, sin importarles nada ni nadie, salvo su propia conveniencia, pese a que les llegará la muerte y en ésta los bienes materiales están vedados.
¿Habrá que poner coto a semejantes desmanes? Pero, ¿cómo hacerlo? Si bien Dios es imparable empíricamente, no lo es así la falacia del dinero necesario para subsistir. Con éste no se podrá acabar mientras no se ponga cerco a quienes lo brinda con artimañas.
¿Ha dicho alguien, por ejemplo, que Bárcenas o Urdangarin son culpables? No. Son dos simples modelos que nos pueden servir, al menos en España, para comprender la normalidad del Sistema capitalista, que jamás se sacia. Éstos sobresalen y están sirviendo de carnaza; siendo víctimas de escarnio con que contentar a un pueblo pidiendo justicia sobre crímenes, estafas,  mafias y demás delitos imperdonables que los suyos, y otros muchos, a diario comenten. Hay una cultura, un caldo de cultivo para que el sistema económico, a través del dinero, se idolatre. Miles y miles de millones de euros desaparecen “legalmente” de las arcas de todos los ciudadanos, sin que exista responsabilidad alguna para las clases intocables. Se admira la evasión de impuestos, se premia el timo negociando, se valora la marca de una falsa España. Sólo les falta a los listos jactarse de no ir al paro. Se ha convertido en estándar lo que debiera ser excepción. Y lo hacen predestinados a enriquecerse (ellos y sus venideras generaciones) asumiendo el leve riesgo de la mala suerte a que los pillen y justificarlo con que se equivocaron. A entrar en prisión, sacrificándose por dejar a los suyos forrados, aduciendo haber sido elegidos por la gente y a sabiendas de que saldrán del trullo lo antes posible teniendo el futuro resuelto. Sin importarles el engaño, el robo o el crimen que practican con total normalidad, sometidos a tales perversidades en la selva de los chanchullos en la que se vive. Ignoran las vidas ajenas del pueblo que mendiga justicia y ni les preocupa ¡se lo tienen merecido! Mientras, los valores se escatiman (ocupación, esfuerzo, dignidad)  proliferando los delitos (drogas, tratas, miserias) que a todos los ciudadanos les están llenando de mierda.

Creo que España se merece otra cosa y Dios y el dinero otro tratamiento. Les invito a leer ESCAPE (una novela con un programa a seguir). Con su compra se regala el compendio titulado 5 FÓRMULAS PARA EL BIENESTAR DE ESPAÑA. La inteligencia sutil de sus mensajes podrá abrir fronteras a la reflexión de toda persona que, en definitiva, quiera, para sí y los suyos, vivir felizmente.

sábado, 14 de junio de 2014

ESCAPE UNA NOVELA CON MENSAJE

““¡Será posible esto! ¡Este viejo santo no se ha enterado todavía en su bosque que Dios ha muerto!” “Sea el superhombre el sentido de la tierra”. ¡Yo os exhorto, hermanos míos, a que pertenezcáis fieles a la tierra y a que no deis crédito a los que os hablen de esperanzas ultra terrenas! Ésos, lo sepan a no, son envenenadores. Son los denigradores de la vida, los moribundos y envenenados, de los que la tierra está hastiada: ¡que se marchen, pues! En otro tiempo la blasfemia hacia Dios era la mayor de las blasfemias; pero Dios a muerto y con él, sus blasfemadores. ¡Lo que hay ahora de más terrible es blasfemar de la tierra y  apreciar en más las entrañas de lo impenetrable que el sentido de la tierra! El alma miraba antes con desdén al cuerpo y nada había superior a este desdén. Quería ella que él fuese enteco, repugnante y famélico. ¡De esa manera pretendía evadirse de él y de la tierra! ¡Y esta alma era, también enteca, repugnante y famélica, y en la crueldad hallaba su voluptuosidad! Hermanos míos, decidme vosotros mismos: ¿qué anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma? ¿No es acaso vuestra alma pobreza, inmundicia y vil descontento? Río impuro es el hombre, en verdad. Necesario es llegar a ser océano para poder recibir una corriente impura sin mancharse. He aquí este océano: es el superhombre que yo os muestro. En él podéis desaguar vuestro gran desprecio. Es la hora del gran desprecio. ¿Puede ocurriros algo más sublime? Es la hora en que se torna en hastío vuestra propia felicidad, como vuestra razón y vuestra virtud. La hora en que decís: “¡Qué importa mi razón!....”.
El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho vosotros para superarlo? Hasta hoy, todos los seres han creado algo por encima de ellos, y ¿queréis ser vosotros el reflujo de esta ola enorme prefiriendo retornar a la animalidad antes que superar al hombre?”

¿Por qué no dudar o dar crédito a cuánto antecede? Un pequeño texto escrito con la singularidad del pensamiento de su autor, que ha pasado a la historia apreciado por unos y denostado por otros. Personas todas girando en el mismo planeta ocupando separadas posiciones y poseídas de concepciones diferentes. En el transcurso de la vida, aun partiendo de un mismo germen, los hombres representamos características distintas manifestándonos  abiertamente sin suplantar personalidad alguna, porque la libertad así nos lo dicta. Y tal cosa es muy loable y debe prodigarse (máxime en filósofos, pensadores y científicos), pero la sociedad, que debe velar con iguales fuerzas para todos sus miembros, no ha de ser dirigida con una sólo criterio, sino tender al acuerdo de las múltiples voluntades con igualdad de posibilidades. Concitar acuerdos y no separaciones. Y, como quiera que ello es sumamente difícil, siempre “es mejor un mal arreglo que un buen pleito” o, lo que es lo mismo, la cesión de unos y otros se hace imprescindible para que nadie (del todo) se sienta humillado, dominado o triunfador. Tal analogía podemos comprenderla si consideramos injustas las relaciones existentes entre la esclavitud y el poder, entre el necio y el sabio, entre la miseria y la riqueza o entre la salud y la enfermedad. ¡Subyuga quien puede no quien quiere! La semilla de las ideas, en su caso, surgirá para imponerse a las opresoras y continuar indefinidamente con el círculo imparable de la injusticia. Hay que separar, por tanto, lo personal de lo social, lo público de lo privado, la persona física de la jurídica, a sabiendas que ambas se necesitan entre sí y la una sin la otra no puede subsistir. Que se forme una comunión y se establezcan los medios para llevar a los humanos a vivir en continuo equilibrio y evitar su exterminio. ¿Existe acaso el alma sin el cuerpo o viceversa? Estamos condenados a entendernos.

domingo, 8 de junio de 2014

NADA ES INMUTABLE, LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA TAMPOCO

Nada es inmutable. Todo permanece en continuo movimiento. De ninguna manera, por tanto, lo puede ser La Constitución española. No aceptar actualizarla, de conformidad con los tiempos que corren, es casi como admitir que somos inmortales. Y ni lo somos y nada lo es. Es más, la adaptación es sinónimo de vida y supervivencia, de evolución y desarrollo para que sea duradera y legítima. Nada hay nada más resistente y moldeable que un cabello que se peina cada día y, al contrario, se desmorona de un soplo el polvo añejo que no se toca. Sin embargo, los nostálgicos de la transición (después de cuatro décadas de inmovilismo) aún vienen a decirnos que es mejor no pensar: “No sé preocupen. Nosotros pensamos por usted. Olvídense de los slogans ilusionantes de la democracia, la libertad o la igualdad, que nosotros también se los proporcionamos sin necesidad de cambiar nada”. Pero eso no es posible. La democracia, según el diccionario, es el sistema de Gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección de sus dirigentes. La libertad es la voluntad propia de elección y la igualdad, aquella conformidad por la que las personas tienen las mismas oportunidades, sin discriminación ninguna. Algo, por consiguiente, habrá de cambiarse.
No hay padres, salvo casos excepcionales, que deseen mal alguno a sus hijos; todos procuran el bien para ellos, aunque nadie sepa que es lo mejor. Por norma, se asimila al dinero, al poder o a la intangible felicidad. La Monarquía, ese sistema político arcaico y trasnochado, tratando de mantenerse como si fuera una humanidad diferente o clase superior al resto, sacrifica a cualquiera de sus miembros (en especial a los hijos) que le corresponda la responsabilidad de aceptar la jefatura del Estado. (Al parecer, por la gracia de Dios). Todo ello sin el beneplácito del heredero y contraviniendo los tres atributos anteriormente mencionados (democracia, libertad e igualdad) que la gente considera esenciales. Así que, el varón primogénito, en el caso de España, será rey y para eso ha sido preparado desde su nacimiento. Pasará a reinar (suena a cuentos de hadas) con el nombre de “Felipe VI, El Preparado”, a juzgar por el comentario más sonado, que le designa con tal condición.
Esta claro, que las cosas han de hacerse de abajo para arriba, porque éstos (empleados todos, sin crisis y alejados de la realidad) por lo general, están dispuestos a sacrificarse y los de a pié no deben permitírselo (al menos, para semejantes menesteres) y ser ellos los sacrificados. Ya transciende que una hija del futuro rey de España será su sucesora, aún sin tener edad de saber si quiere o no heredar, si podrá estar o no bien preparada, sin haberse modificado La Constitución, que habrá de cambiarse. Y, si para este caso es necesaria su modificación, ¿por qué no emplear la democracia, la libertad y la igualdad, de la que muchos tanto se llenan la boca, para hacerlo y acallar malos entendidos?

En La Constitución cabe lo que se quiera que quepa. Imperativamente no hay que descartar ningún modelo; al revés, las posibilidades, alternativas y lógicas decisiones se pueden ver contempladas en ella. ¿Por qué no darle forma e incluir a una monarquía parlamentaria y a una acordada república que, cuando corresponda y en determinadas circunstancias, se elija lo que convenga? ¿Por qué no dar entrada a otro modelo del territorio en el que habitamos, como puede ser el federalismo u otro que, en su caso, ofrezca otra alternancia? ¿Por qué no formular el perfeccionamiento activo en la Constitución de manera continua, sin romperla? Tendería a ser un instrumento flexible, dinámico y justo; tal vez, para eso, reste de mucha educación y respeto que aprender. No obstante, la democracia, la libertad e igualdad son tres pilares a los que no se puede renunciar. Del pueblo depende.