sábado, 30 de mayo de 2015

DONDE NO LLEGA LO PRIVADO



Si los hombres tuviéramos presente que la empresa privada no elabora (por razones en las que ahora no entramos) lo necesario para nuestra subsistencia, tendríamos que recurrir al Estado o a la empresa pública y obligarles a que lo realizaran. Reiteremos que para toda acción se ha de dar Honorabilidad, Transparencia, Rentabilidad. Lo público puede asumir pérdidas, llegado el caso, si considera que su proyecto beneficia a las personas (no abandonándolas a su suerte, procurándoles lo básico, etcétera) y, por tanto, la Rentabilidad es un hecho. Así el Gobierno se verá obligado a incrementar impuestos o, lo que es lo mismo, limitar salarios y rentas, regular herencias y haciendas, etc., a fin de equilibrar sus cuentas sin originar déficit, ni emitir deuda.
Si partimos de la base que hay un exceso de producción en los países europeos y que el desgaste del planeta conviene evitarlo; el actual modelo de producción, procurando además que los productos duren más, sean más eficaces y  saludables para los consumidores, hemos de intentar  cambiarlo. Egoístamente a los europeos (para no sucumbir) nos interesa que así sea. Si el número de pobres aumenta cada vez más, aleatoriamente los ricos disminuirán y las empresas comerciales competirán desaforadamente por la obtención de beneficios que irán a parar a intermediarios y especuladores que son los que llevan y traen sus mercancías.
¿Cómo hacerlo? Programar por parte de la iniciativa privada un reparto más equitativo de la riqueza o, en su defecto, por parte del ente público como ayuda a países en vías de desarrollo. No será preciso deslocalizar las empresas y sí crear nuevas en otros lugares, con menores competencias e impuestos, bajos costes y otras facilidades, a cambio de que sus beneficios se inviertan en el lugar de su ubicación (dividendos no exportables) donde se produzca por y para los que carecen de salud y comida, cobijo y ropa, educación y justicia que, con su trabajo, podrán pagar todo eso y mucho más.  Se acabaría con el paro para que la gente viva, consuma y la producción básica no disminuya: un círculo de supervivencia del que saldrán los mejor dotados, pero donde nadie carecería de lo esencial.
El trabajo hay que repartirlo hasta el extremo de conseguir el pleno empleo. Si la empresa privada no ejerce esa función, será el Estado o empresas creadas al efecto quien la ejerza e, incluso, convirtiéndose en el Mercado laboral regulador. Su producción mantendrá una economía limpia, ecología y saludable, colocando a todos los desempleados a desempeñarla fácilmente a través de los distritos, municipios o lugares destinados al efecto. Y la rentabilidad de tal acción se encaminará en muy diversas direcciones: a) abolir el paro; b) evitar la pobreza y marginación; c) posibilitar cooperativas; d) dotar al mercado de recursos que gastar;  c) aumentar el consumo; d) restaurar la dignidad personal; e) cultivar la producción; f) centralizar la demanda laboral; g) extirpar la corrupción laboral en empresas y trabajadores tramposos; h) establecer el autoempleo; i) ocupar a la gente fuera del ocio insano; j) acabar con la mayor lacra social ; k) cumplir la Constitución; l) anular la prestación por desempleo; m) etcétera.
Los entes (privados o públicos) facilitadores de trabajo (un bien endémico)  les interesa regular sus costos laborales por lo que deberán establecerlos,  a partir de un salario mínimo de subsistencia (s.m.s) establecido por la Administración. Sin intervención de sindicatos, unilateralmente, sin que tengan que ser iguales a los de su sector o al resto de las empresas. Sencillamente, se puede implementar la diferencia de 17 puntos entre el que menos y el que más gana. Más adelante, trataremos que los beneficios se repartan en tres partes: Sociedad (impuestos), Trabajo (seguridad social, pensiones) y Capital (dividendos a la inversión).

miércoles, 27 de mayo de 2015

RESULTADO ELECTORAL



Acabamos de asistir a los últimos comicios en España y el pueblo ha votado como ha querido. A mi juicio, confieso, que sus resultados me han gustado. Por supuesto, a nadie tiene por qué  importar mi opinión, ni siquiera seguir leyendo estas líneas ¡faltaría más! Pese a todo, siempre trato de ser respetuoso con los demás como a mí me agradaría que me trataran, y si alguien piensa con razón lo contrario, además de pedir disculpas públicas por ello, es que con seguridad me he equivocado. No obstante, hablando, escribiendo, callando o actuando, sea de diversa manera, poco o mucho, se influye en los demás y, algo tan simple como el voto nos iguala, precisando que en el libre uso de su ejercicio, en parte, reside la grandeza de la democracia, merced a la fortuna de una libertad que hay que reverenciar y nunca perder: una  suma vital e importante de decisiones que, guste o desagrade, hemos de aceptar.
Varios son los motivos que me llevan a pensar lo expresado, respecto al resultado de las elecciones: 1.- Han caído los partidos que siempre nos han gobernado en democracia, el PP y PSOE, y lo considero buena noticia después de estar, muchos de sus militantes, impregnados de corrupción que tanto daño ejerce a la democracia. 2.- Para gobernar será necesario de pactos y acuerdos y ello es significativo: ser a un tiempo quien manda y quien obedece, observador y observado, contrastando criterios y opiniones que habrán de adaptarse, aunque ello suponga que el tiempo corra más lento. La llave pues dependerá de más de una sola decisión y, al parecer mayoritariamente, de los que apuestan por el hombre y no por los mercaderes. Si la economía es sumamente importante, lo es más el ser humano sin el cual nada es posible. 3.- Han surgido voces ajenas a partidos, gente de la calle apenas conocidos, con escasos medios y de abajo a arriba y no al contrario. Han aglutinado ideas sin la obediencia ciega, sin la disciplina o las directrices de un grupo político organizado, pero con un relevante empuje y una valentía que les honra e, incluso, en algunos casos, suscribiendo y exigiéndose un modelo personal de conducta que a muchos satisface. 4.- Me enorgullece que las acciones, la mayoría de sentido común, a realizar se  aproximen a ideas vertidas en mi libro: 5 Fórmulas para el bienestar de España, que se regala comprando la novela Escape, relativas a limitar rentas, herencias, cargos y plazos; prescindir del dinero físico, abolir el paro y la desigualdad… a fin de buscar la igualdad de oportunidades que nos hagan apreciar las cosas, el esfuerzo y demás valores y no sólo el dios dinero nos mueva, sino otros estímulos aspirando a la felicidad.
Me ha llenado de regocijo ver a personas surgidas de la sociedad ajena a entes políticos y,  especialmente, a dos mujeres que lamento sólo conocer por lo que, de ellas, me trasladan los medios y que podrán ser alcaldesas de las dos ciudades más importantes de España. En Barcelona, Ada Colau, hablando con vehemencia y mucho empuje, capaz de todo y a la que auguro capacidad para llegar a ser presidenta de Gobierno de España. En Madrid, Manuela Carmena, una señora que trasmite serenidad de ánimo y buen comportamiento, de los que estamos tan necesitados en España. A ambas mi enhorabuena, al igual que a cuantos han conseguido lo que se proponían. A todos los que nos gobiernen les vaticino muchas zancadillas en su labor y que no esperen caminos de rosas sino de hedores envidiosos y culpables que habrán de superar. Que no olviden que la corrupción es algo sutil, fácilmente manejable, presente en todos los niveles. Y lo es y lo será mientras no denunciemos a nuestra propia conciencia cuando se presenta, sino que la justificamos imitando el ejemplo de los de arriba, incapaces de controlar la avaricia por almacenar lo que, materialmente, no pueden consumir, en aras a dejarlo a unos herederos que, en su caso, les faltará un hervor.

sábado, 23 de mayo de 2015

LA FILOSOFÍA DEL CAMBIO



Leo con interés las misivas que los políticos nos mandan por escrito a nuestras casas y en todas, sin excepción, hablan de un futuro mejor si les votamos, adivinando lo que nos aguarda como si fueran pitonisas. Hablan de lo que harán y del compromiso que adquieren al ser elegidos. Pero cuando ocupan su cargo ¿dónde inscriben sus premoniciones, responsabilidades o, en su defecto, sus garantías? ¿Dónde registran sus promesas o los castigos que asumirán por conculcar lo prometido?  Nos hablan de ilusión, de cambio, de empleo y de soluciones. Palabras vanas que a nada conducen tratando de mantener vivas las esperanzas de sus seguidores, ya que entre los que no somos ni siquiera simpatizantes (seamos ácratas, indiferentes o indisciplinados) no calan ni consiguen engañarnos. En sus mensajes la mayoría de ellos mienten descaradamente. Nos hacen proposiciones sabiendo que son falacias sin asumir obligación alguna. ¿Para cuándo acometer un reparto mejor de la riqueza? ¿Para cuándo dar trabajo a la gente? ¿Para cuándo limitar sus cargos  políticos y sus privilegios? ¿Para cuándo tantas y tantas cosas que, no por evitar relacionarlas, son innumerables?
En estos momentos de elecciones vemos, con mayor claridad, la miseria de aquellos que quieren gobernarnos. “El corazón del hombre. Las amistades peligrosas. La miseria del historicismo. El pueblo elegido. Los fundamentos de la libertad. La verdad en las ciencias morales y políticas. El nacimiento de la tragedia” ¡Cuánta filosofía se aprende leyendo el título de los libros! ¡Analizando su contenido! ¡Hablando con la gente! ¡Examinando programas!
No me iré por caminos apolíneos o dionisiacos, por acciones reaccionarias, racionales o críticas, sino que me instauraré en la prevención de no olvidar que la forma de hacer política a todos nos concierne y hoy, más que nunca, antes que a un cojo se coge a un mentiroso.
Mañana se celebrarán elecciones y los que quieren mandar en España, a mi juicio, imprescindiblemente, deberían haber utilizando honorabilidad, transparencia, rentabilidad, con información veraz, en lugar de lanzar el anzuelo para pescar. Nunca viene mal tirar del hilo para orientarse, pero  luego no lo hacen ya que, por lo general, si gobiernan ni les interesa, sus fines son diferentes, culpan a otros de sus errores o los achacan a corrientes tormentosas.
En lugar de un día de reflexión, antes de emitir el voto, instauraría una semana de concreción. De entre todas las propuestas difundidas por partidos y candidatos para mejorar, en este caso,  pueblos y comunidades, se elegirían (por personas voluntarias, designadas al azar, no adscritas a ningún grupo o entre ellos mismos) las más interesantes y convenientes, las posibles e inmediatas para llevarlas a efecto. Podrían entresacarse, incluso, proyectos de gran  contenido, sin desechar ideas, y con un amplio estudio y consenso realizarlas. Un día de reflexión sin más, sería suficiente para que las formaciones que compitan en las urnas por gobernar,  decidieran asumir como suyas las propuestas preferidas y, una vez elegidos, hacerlas funcionar.
Fijemos los medios imprescindibles y cambiemos de verdad ideas y no nombres. Evitemos la corrupción, el paro y otros males que nos afectan, no con medidas coercitivas que sólo son efectivas a corto plazo o propias de una legislación que se limita a impedir el desarrollo de la libertad y sí, convencidos, realmente, que son perjudiciales para uno mismo, para los suyos y para la propia comunidad. Un aprendizaje al que se llegará innovando el sistema social, político y económico con fórmulas que aboguen por la igualdad de oportunidades, la máxima armonía con la Naturaleza, el bienestar  y la felicidad del individuo; al margen de los entes jurídicos que representan la riqueza o el poder, convertidos en cromos con que jugar los niños.

miércoles, 20 de mayo de 2015

¿A QUIÉN VOTARÁ?



Harto estoy de oír que todos los políticos son iguales. Iguales son las pulsaciones vitales de los hombres, desde el nacimiento hasta su muerte, pero las diferencias consisten en los genes, la alimentación, la salud, la educación, la cultura recibida. Y no sólo carecemos de la misma domesticación sino que, constantemente, nos bombardean con manipulaciones de las que somos incapaces de substraernos. Además, la memoria es selectiva, caprichosa y olvida lo que interesa recordar o lo evoca a su manera, haciéndonos personas frágiles y poco objetivas.
Aun siendo iguales los objetivos finales que deseamos (vivir en paz, libres, justos, felices…), cambian los caminos (métodos, formulas y planteamientos) que se toman para conseguirlos. Por simplificar, hay dos maneras de ver las cosas (hablamos genéricamente de derechas e izquierdas, conservadores y progresistas, republicanos y demócratas…) y tres propuestas desiguales: las dos citadas y una tercera receptora de ambas (eligiendo una o diversas cuestiones de las anteriores, sean radicales, de centro…) que nos llevarán a un mismo destino aunque, aisladamente, en cada uno de nosotros, existan conceptos y matices dispares que nos hacen distintos, hasta el extremo de asegurar que nadie es igual a nadie, ni siquiera parecidos en un mundo de siete mil millones de habitantes, ninguno de los cuales defendiendo sus ideas, puede sentirse equivocado.  A partir, sin embargo, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nos hemos dado normas que conviene no olvidar. Normas, que si bien se pueden modificar, deberíamos tener presente y respetar a la hora de votar. Normas que los  políticos dicen cumplir y no sus contrincantes. No obstante, hay una no escrita que se ve cuando miras los ojos de un niño, cuando sabes que alguien pasa hambre, cuando de pena llora un ser humano. Entonces me veo reflejado como si fuera mi figura, como si me sirviera de espejo. Y no me gusto y paso página y me digo que lo que veo está muy lejos. Y no es cierto: nadie queremos vernos desamparados y todos somos miembros de la familia humana.
Por eso, votaré al grupo político que piense sin complejos que todos somos iguales. Que abomine y luche contra la injusticia, la impunidad, los privilegios... Que  considere a los seres vivos y, especialmente, a los humanos por encima de todas las cosas. Que ayude a la gente y actúe contra el paro y la pobreza como si de un desastre natural se tratara, dando ocupación a quienes necesitan ganar algo para vivir honradamente, proporcionando cobijo a los desahuciados, combatiendo las lacras sociales, siendo solidarios con las desgracias y facilitando un mejor reparto de la riqueza. Y, por el contrario, no votaré a los grupos que sacrificaron a la gente en favor de los mercaderes (oportunistas y especuladores) sabiendo que la economía se puede hacer de otra manera. No votaré a los que permiten que nuestros hijos obligadamente tengan que irse de España como sucedió en la dictadura y que, como entonces aquélla, evidencia una absoluta falta de solidaridad y la vergüenza de quien nos gobierna. ¿Por qué no responder como lo haría una familia defendiendo a sus miembros débiles de sus estafadores? Decididamente falta coraje y no votaré a quien no ataja tales repulsas. Que ahora no nos hablen de crecimiento, de bajada de tipos de interés o del petróleo o que el euro se devalúa ¡Ya son muchos los muertos! Ya sabemos que ello origina, y bienvenido sea, aumentar las exportaciones y las rentas de los ricos, pero se olvidan apuntar que las distancias sociales también  aumentaron al igual que la pobreza y la incultura. ¿Nos quieren tomar el pelo o es que nos consideran idiotas? Y un ejemplo para terminar. La renta de cada español se acerca a los 30.000 Euros anuales; ¿cuántas son las familias que, cada uno de sus miembros, ganan tal cantidad? Como si fuéramos economía así nos manejan: facilitando dulzor a los oídos cuando las tripas silban con su aire. Harto estoy de oír que todos los políticos son iguales.

sábado, 16 de mayo de 2015

MEMORIA Y MEDIOS



La memoria es como un crematorio o cementerio donde se queman o entierran los recuerdos, un camino angosto que se estrecha hasta desaparecer con el paso del tiempo. Pero existe una memoria universal que no desaparece y así, desde hace casi dos mil años, presente entre infinitos recuerdos, se conservan los escritos de la vida de Cristo y también los de algunos de sus seguidores que se arrogaron su representación para mercadear y montar un fabuloso negocio que, por cierto, aún perdura. E, igualmente, no hace tanto, las ideas de liberté, égalité, fraternité de la Revolución francesa o la marxista/comunista a favor del proletariado que, simplificando,  algunos o Stalin con sus crímenes, condenaron al ostracismo. Unas positivas otras negativas. Todas creadas por los hombres y, por tanto, susceptibles de ser modificadas; sin embargo, la vida y la libertad son heurísticas e irrenunciables. Sin la primera nada es posible. Sin la libertad, sin la propia voluntad de decidir, todo es diferente.
Es negativo que todo nos llueva del cielo y/o conseguir las cosas que deseamos sin esfuerzo. Nada hay que colme de más satisfacción que lograr una meta con mucho sacrificio. Lo que vengo a decir, es que todo no nos ha de ser dado, que el Estado no tiene por qué ser un  padre generoso, pero tampoco un padre tirano mirando  a otra parte o que se desentienda; prefiero un educador al que obedecer, que permita tome mi propio camino aunque me equivoque; no obstante, ¿por qué no permitir que se regulen ambas formas con justicia? Justicia no es sinónimo de igualdad. Quede claro.
En su recorrido, la memoria, que es muy selectiva, quemó muchos mandamientos y sólo quedaron tres, me dijo un buen amigo: No robarás. Trabajarás y Guardarás. Y añadió: Con su cumplimiento todo marchará mejor. Alguien, sin embargo, me apartó para susurrarme al oído: Deberemos matar a  políticos o prescindir de algunos de ellos, porque a los políticos cumplir lo primero les resulta imposible y el fuego, inevitablemente, les quema.
Tan radical afirmación me pareció un tópico y éstos acudieron a mi caletre: Desde que el mundo es mundo los pobres, la prostitución, los ladrones han existido. Nada más lejos de mis ideas ¡Qué error! Mantener una lucha constante contra la domesticación recibida, asentada en principios tradicionales, muchos de ellos sin fundamento, es lo que hago. Y memoricé las frases del Dr. Miguel Ruíz, obtenidas de la sabiduría tolteca, que transcribo: Hay que ser impecable en nuestras palabras. No tomarse nada personalmente.  No hacer suposiciones.  Haced siempre lo máximo que se pueda.
Y pensé: Ojo con las palabras que son la fuerza que nos libera o nos esclaviza. Nuestros miedos nos mandan. Por tanto, sólo uno mismo sabiendo como es, puede  afrontar lo que se proponga; sobran las conjeturas. Es la acción la que hace que el hombre deseando la felicidad, se sienta feliz.
El poder de la voluntad es mucho más potente que el de la memoria, pero sin ésta aquél, la mayoría de las veces, se vuelve tibio, se relaja y se deja llevar por el mensaje del momento. Es un hecho contrastado que viene sucediendo y provoca guerras, revoluciones, golpes de estado que, de haberse mantenido en la memoria fresca, se hubieran evitado.
Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y votaremos como siempre, sin hacer memoria ni recuento, olvidando, al instante, que se vive cada día. No es cuestión de cambiar a  personas (que eso es vegetativo) y sí de ideas, esfuerzos y trabajos implantando los medios para que todo el mundo tenga ocupación y, por tanto, salud y comida, educación y cobijo, dignidad y justicia; los medios para evitar que se robe, se rían de nosotros, nos tomen por tontos o se  consideren superiores. Y con nuestra libre voluntad, más adelante, decidir innovar el sistema social, ya que hay muchas formas diferentes de hacer las cosas y más aún en política o en economía. Está en nuestras manos si no olvidamos que la cabra cambia de pelo pero no cambia de leche y sólo se trata de conservar la memoria y emplear otros medios.