sábado, 24 de enero de 2015

PONER LAS COSAS EN SU SITIO



Los economistas dicen que para la creación de empleo es imprescindible que haya crecimiento; sin embargo, éste sin aquél no tiene sentido. Es como una especie de noria o círculo vicioso del que hay que salir. En realidad  bastaría con un cambio en el modelo productivo, apostando más por la calidad que por la cantidad, por ejemplo, o aumentando los salarios de los que menos ganan en lugar de hacerlo a todos por igual o al revés; salvo que queramos continuar por el camino de la especulación absorbiendo cifras inconclusas o vendiendo humo que nada determinan.
En nuestro Proyecto de Ciudades Ocupacionales (PCO) bastará con que la Administración de cada distrito, de cada Ayuntamiento, ocupe a todos y cada uno de los desempleados que le correspondan como a unos trabajadores más; así se regulará el empleo a nivel estatal, garantizando que nadie esté en paro y obtengan un salario mínimo de subsistencia (s.m.s) dado que son innumerables las cosas por hacer. No se precisa de mucha imaginación para paliar las carencias sociales: cuidando, trasladando a enfermos o personas necesitadas; impartiendo, asistiendo a enseñanzas;  reparando, limpiando establecimientos o parajes… que crearían empleo y riqueza o, lo que es lo mismo, rentabilizar la ineficacia, la lacra del paro…
La falacia de nuestra economía está basada en apuestas, que a la larga se sabe el ganador. Imaginemos el bingo, la ruleta, la lotería cuyo montante se intercambia pero no varía aunque cambie de manos, salvo en una pequeña cantidad que es para el intermediario. Un billete muy grande al que, en cada envite, se le corta un trocito para el comisionista. Es claro, que nada se crea ni se destruye sino que se transforma. Bienes, derechos y obligaciones se intercambian, en los llamados mercados libres, satisfaciendo las demandas y las ofertas efectuadas (99% especulativas y 1% comerciales, ¡hasta dos billones de dólares diarios!) detrás de las cuales sólo existe un único beneficiario: los agentes mediadores. No obstante, no nos engañemos: son necesarios. Hoy en día, todo el mundo quiere lucrarse como tales agentes y ello no es posible, toda vez que éstos, cuán bacterias en simbiosis con el cuerpo, son los entes superiores del propio sistema capitalista que gozan del privilegio de cobrar sin exponer, de unos y otros.
Los banqueros alardean de jugarse su dinero y fortuna creando empleo, pero no es cierto. Tal vez ayer, como normales empresarios, recurrieron a créditos con sus propias garantías o ahorros para cumplir una razonable labor de intermediación comercial, expuestos a los avatares de las circunstancias. Hoy al contrario, sólo aventureros, especuladores o los que nada tienen que perder emprenden acciones que llegan o no a buen fin. Buscan a un tercero que les consiga financiación ajena sin poner un duro. Éstos, normalmente, son los sufridos consumidores o el Estado que los respalda. Luego, se harán pasar por héroes de la película cuando se han forrado sin arriesgarse o lo único que han hecho es un cambio de cromos (acciones por pasta) a partir de que un logrero toque la campana. Por lo general, recuperan su dinero si es que algún día lo pusieron y, a lo sumo, pierden su tesón y dicen arruinarse,  cuando el trabajador nada tiene que perder porque lo tiene todo perdido. Y el negocio comienza a dar los pasos desde el principio con el objetivo de ánimo de lucro; de ninguna manera por crear puestos de trabajo, que son imprescindibles para crear beneficios. ¿Y quién se los reparte? ¿Sólo el capital? ¿Acaso es justo? Y para la gran mayoría de empresarios sirven de modelo. Les imitan e, incluso, bordean la ley para beneficiarse a costa de lo que sea. Un cambio de política económica/social puede poner las cosas en su sitio. Hay que innovar el Sistema capitalista. Dependerá de lo que se vote ¡El resultado nos compete!

viernes, 16 de enero de 2015

SEÑORES

La propaganda o meme es una unidad simple de información cultural.
Hace medio siglo que mi pluma inventaba ya discursos en aquella España del Espíritu nacional, donde un Estado nacionalsindicalista nos hablaba de la dignidad humana, la integridad del hombre y su libertad como valores eternos e intangibles, en los que debíamos de pensar sin reservas mentales, esperando la recompensa al final del camino. Una España en la que un Caudillo y Generalísimo era, junto a los miembros del gobierno, por él elegidos, el dueño absoluto de los destinos de sus habitantes. Una España católica, apostólica y romana, cuya Iglesia nos hacía tragar la voluntad de nuestro discurrir, entre llanto, saliva y amenazas, cuando no con un ejemplar castigo invocando enseñanzas de Cristo, que sus dirigentes, aupados por el Gobierno, ni respetaban ni cumplían, mostrando su superioridad al resto de los mortales y actuando impunemente. Ambos poderes, que han pesado enormemente sobre las espaldas de numerosas personas, los enterré hace tiempo en el sepulcro de los prejuicios, aunque sus palabras suenen atractivas e invoquen el esplendor de un pasado cruel y servil, que sólo guarda la nostalgia del tiempo.  
La actual domesticación y la de siempre es la infancia, la verdadera patriade cada cual, cuyos escenarios varían con el paso del tiempo y, en mi caso, desde entonces, no es para contar. Daría lugar a la celebración de más de una charla debido, entre otras cosas, al número de años que tengo. Todo ha cambiado mucho y hoy, apenas, si reconocemos la transformación sufrida después de la ingente cantidad  de acontecimientos sucedidos; así que los hombres precisamos de una adaptación constante al uso cotidiano de las modernas  tecnologías, a la comprensión de las diferentes alternativas, en definitiva, a las nuevas formas de vida que se presentan, entre ellas una, que me resisto aceptar, aquélla que, por razones crematísticas,no modera la tendencia imperante de distanciarnos socialmente los unos de otros. Me imagino, que seremos muchos los que coincidimos y bastantes menos los quenonos resignamos y aportamos nuestro granito de arena para solucionarlo o denunciarlo. Algunos otros, que lo consideran normal, se adaptan para dar motivos a que la evolución de las especies haga su trabajo y establezca el homo sapiens pobre y el homo sapiens rico. Bromas aparte, precisamos de un cambio para acomodarnos a los nuevos tiemposcomo se adecuan el resto de las cosas; pero, en este caso, no de un cambio personal, que también, sino de un cambiosocial, político y económico ¡no nos extrañe!, que innove los modelos, las opiniones, los sistemas, los modos de viday ya, desde la más tierna edad.
Pensando en el hombre, en su humanidad y en la búsqueda de su felicidad, 5 Fórmulas para el bienestar de España, escrito con la mejor voluntad de la misma manera que ahora lo hago, propone un cambio de Sistema. Una innovación del capitalismo actual que nos gobierna en occidente. Y, para ello, facilita medidas que acorten las distancias económicas que ahora separa a las personas, así como sus diferentes ideologías existentes  en el convencimiento de que todo tiene un límite y nada es para siempre; dando por hecho, que en el comportamiento de las mismas ha de prevalecer la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad y en sus  acciones la flexibilidad y la adaptación (de cerebro a cerebro).

El nuevo Sistema social, tildado por algunos lectores de utópico, nace con la creación literaria, aún no publicada, de nombre, PCO Celeste Esmeralda, y recreado en la segunda parte de la novela de ficción, de venta  en las librerías, titulada Escape, cuya especial lectura recomiendo.

sábado, 10 de enero de 2015

Intenciones para 2015



El año 2015 comenzará con unas 2000 personas con cargos políticos imputados judicialmente. Ninguno de ellos, ni sus familiares o amigos más próximos, son desempleados pese al abultado número de ellos. El paro, esa lacra social, es vergonzante y, más aún, que las autoridades lo permitan. Que alguien pase hambre, no tenga dónde dormir o necesite de la caridad para comer es, a todas luces, una inmoralidad, pero ¿qué puede preocuparles a los incriminados?
Corrupción y desocupación pueden cortarse de raíz. 
El Sistema que nos gobierna, un capitalismo extremado, es avaricia; la prudencia sobrada, que emplea la Iglesia que nos rige,  cobardía; y el valor del PCO que vengo divulgando, tal vez, precipitado. Ni avaros ni cobardes: atrevidos. Los que no tienen trabajo a trabajar. Los que delinquen al trullo, una vez, con sus familiares y amigos más próximos, haya soltado el lastre de sus fechorías. No aumentos más gastos, y que a ninguno les falte de comer con su trabajo o en la cárcel. En eso consiste poner los medios adecuados.
Dicen que el cerebro  reptiliano nos da respuestas más primitivas; sobre  el hambre, la sed, el miedo. Es agresivo: no piensa ni siente, actúa. Dicen igualmente, que el sistema límbico no sabe mentir y evidencia señales corporales evidentes e inevitables manifestando sus emociones; por consiguiente, ¿hemos de avanzar en la cultura de los derechos humanos y las libertades que alimentaron el progreso social con la Revolución liberal inglesa del siglo XVII o en la diferencia de clases e industria social que también proclamó?
No olvidemos, que la diversidad de clases o castas se dan por la absoluta falta de igualdad de oportunidades de las que carecemos y que el sistema liberal nos ha traído el capitalismo  actual que domina la política. Será necesario ir anotando  impresiones públicas que al respecto se realicen e ir comparándolas con las propuestas del presente blog, teniendo presente que los castigos no están en consonancia con los beneficios que se obtienen por sus causas.
Al que se queda en paro hay que darle trabajo para que pueda vivir, no sin antes, si es preciso, se coma sus ahorros e, incluso, propiedades que tenga. ¿Qué decir de los delincuentes que roban, matan o, con altruismo, ánimo de lucro u otras tretas, corrompen, estafan o engañan?
Las leyes demasiado benignas rara vez son obedecidas. Las leyes extremadamente severas rara vez son cumplidas. En su lugar cabe la disciplina, las normas, la educación, la cultura, la razón, independientemente  de las circunstancias, costumbres y creencias. Convendría examinar en cada caso el origen de las cosas y el destino al que han llegado.
Es bien para todos no tener que llegar a guerras, revoluciones, luchas de clases, revueltas… pues estamos viviendo en el mejor de los lugares conocidos y no hemos de renunciar a él. A alguien le oí decir, qué la gran desgracia de nuestro tiempo es que la virtud sea una rareza y la maldad tan común y, aunque no comparta fielmente tal expresión, si apuntaré que la avaricia no conduce a nada (¡Hay que morir igualmente!).  Y por mucho poder o riqueza que se almacenen, la ansiedad, el miedo, la pena, el asco, la sorpresa, el desprecio, el amor es igual para todos.
Comprendo que los caminos recorridos no se pueden desandar, por eso no hemos de confiar más en quienes nos han engañado siempre. Necesitamos de  memoria, entendimiento y voluntad y no votarles. Exijamos más a los partidos políticos y a sus responsables.

LA ÍNTIMA RAZÓN


sábado, 3 de enero de 2015

LA ÍNTIMA RAZÓN

Cualquier ser humano ha de estar por encima de todas las cosas. La vida. La libertad. La Propiedad. La Felicidad. Son valores naturales a los que no hemos de renunciar. Por supuesto, sin precio alguno, ni a costa de lo que sea, ni de manera ignominiosa. Existe un orden, una razón, un respeto, unos principios inalienables, propios e íntimos, de cada cual, que han de estar al margen y a salvo de toda circunstancia, que a nadie incumbe,  ni siquiera al Estado.
Por naturaleza los hombres, también, somos hipócritas, sometidos a las fuerzas del dolor y del placer. Por tanto, ni nosotros mismos nos hemos de fiar de nuestros buenos propósitos. De ahí, que los demás nos exijan documentación para acreditarnos, garantías para responder ante posibles incumplimientos o nos hagan poner los medios precisos para evitar que la confianza nos lleve de cabeza al infierno, en el que, se dice, de buenas intenciones está lleno.
Personalmente ni estoy ni pienso estar afiliado a partido político alguno. Entre otras razones, porque no deseo estar sometido, como sus adeptos, a la disciplina de la mayoría que, por lo general, aparece precedida de la conformidad de su líder y, sobre todo, porque de alcanzar un cargo de representación pública habría de olvidar mi vida privada y legarla a la transparencia en su totalidad, con sólo un prudente resquicio de intimidad a resguardo. Comprendo que es una actitud cómoda, pero el instinto me dice que soy más válido eludiendo responsabilidades para las que no estoy preparado o siendo revolucionario de las ideas confrontándolas, que resignarme y aceptar las cosas sin que me ofrezcan argumentos.
Sí. En política se necesita de un animador que comunique y llegue a la gente. Que aporte y lleve a cabo soluciones prácticas que puedan experimentarse. Un hombre en el que se pueda confiar porque ofrezca confianza. Una persona, en definitiva, seguro de sí que pueda estar por encima, naturalmente, de las ideas que sin él no serían posibles. Lo que está claro es que los que hasta ahora han tenido oportunidad de hacerlo no lo han hecho, han traicionado todas las expectativas de quienes les votamos y nos han convertido en lacayos de intereses espurios.
Hemos llegado a un punto decisivo en España del no retorno. Hemos de apostar por la democracia. No caben retrocesos a las libertades. Ni amilanarse ante el miedo que  nos infunden. Necesitamos de un cambio drástico y tomar el camino valiente para salvarnos. No podemos seguir haciendo lo mismo, permitiendo que el absolutismo del poder se perpetúe en las clases dominantes de la riqueza al albur de sus juegos y caprichos, de sus desmanes y apuestas, de las crisis que provocan y de las guerras que originan. Hay que anunciar medidas concretas y realizarlas tan pronto se consiga liderar el nuevo Proyecto que se invoca. Hemos de exigir al Rey que ratifique su cargo con el voto del pueblo. Que la Ley se cumpla. Y, a partir de ello, se implementen las medidas para evitar las desigualdades, los delitos y la impunidad en aras a la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad evitando prebendas y privilegios.

Quitemos el dinero físico de la circulación. Erradiquemos el desempleo. Apartemos bienes, derechos y obligaciones de las persona físicas de las jurídicas. Regulemos rentas y herencias. Establezcamos límites de cargos y su duración. Separemos la Justicia de la política, lo público de lo privado, siendo lo íntimo inquebrantable. Respetemos la vida de los seres vivos y el medio ambiente. Eduquémonos en la rutina del bien común, del dialogo y del conocimiento. Reconozcamos las debilidades propias y ajenas  y tratémonos con humanidad, sin hacer lo que no quisiéramos que nos hagan; sin matar, sin robar, sin mentir, sin usar la sexualidad indebidamente. Decidamos en el 2015 de acorde a la íntima razón.