sábado, 25 de julio de 2015

CAUSAS ENFERMIZAS

Existen síntomas para percibir cuando alguien está enfermo, igual que los hay para saber si una sociedad está podrida. La fiebre, dolores, malestar y otros, son muestras de que algo va mal en nuestro organismo. Lo mismo sucede en un país cuando la producción está en manos de quienes no producen: bróker y otros disponiendo de ella a su antojo, comerciando o especulando. Cuando las zorras se convierten en guardianas de un  gallinero, asimilable a los políticos asignándose sus propios sueldos, pensiones y prebendas. Cuando necesarios son los padrinos para poder casarse y se trafica con favores, enchufes, influencias o sobornos para conseguir cosas sin la igualdad de oportunidades. Cuando el trabajo, el valor más sagrado, no se obliga o se impone. Cuando las empresas públicas o privadas son opacas, con espurios intereses de difícil defensa. Cuando las leyes no son iguales para todos. Amparan a  poderosos, no sólo porque dispongan de dinero con que pagar a los mejores letrados, sino por el desamparo, vacio o represalias a las que pueden verse expuestos o sometidos quienes imparten justicia; tan peligroso como cruzar una autopista de seis carriles abarrotada de coches. Cuando las crisis se suceden tan comúnmente y se justifican como causas normales e inevitables, sin advertir que son llanas razones de un mercado globalizado de apuestas, semejantes a partidas de póquer, envites o faroles en los que se juegan mucho dinero, hasta el extremo de que alguien haga saltar la banca. Cuando la desigualdad social aumenta de forma alarmante y en España se nos dice que es motivado por la última crisis financiera mundial que aún perdura o, porque se terminó con la burbuja del ladrillo propiciando un paro galopante o, por el hecho de que exista una exagerada corrupción y una pobreza jamás conocida ¡Pues no! Es el propio sistema capitalista que es imparable, que está podrido, pasado de rosca y descontrolado para que muchos males y ganancias perduren.
¿A quién beneficia el dolor de una persona? ¿A quién beneficia la enfermedad del sistema? Son dos billones de dólares diarios los que mueven los mercados; el 99% corresponde a operaciones especulativas, el 1% a notas productivas. ¿A quién beneficia la especulación? ¿Por qué tal especulación nos marca el precio de las cosas?  ¿Se podría distinguir al comerciante y al jugador? Gusta el Sistema económico de confundir un todo vale con la libertad de mercado. ¡Pues no! En sociedades complejas, globalizadas, la regulación es fundamental. De ninguna manera es compatible todo liberalizado o todo intervenido. ¿Liberar o controlar? Ni lo uno ni lo otro. Hay que propugnar justas medidas para ambas cosas. Lo importante es conseguir el equilibrio. Lo peligroso es la inestabilidad, gastar más de lo que se ingresa, competir en desventaja. Por consiguiente, igual que se dan licencias para intervenir o no, en determinados negocios, lugares o casinos, ¿por qué no hacer lo mismo con quienes operan en los mercados?

Las cosas son: Naturales/necesarias. Naturales/no necesarias. No naturales/necesarias. No naturales/no necesarias. Algunas de ellas sensibles (relacionadas con la alimentación, la salud,  la escuela,  la electricidad y con lo básico para la gente de a pié) que han de comercializarse por operadores y mercados legales y normales. En otros mercados o casinos (que a los efectos son lo mismo) que invierta, apueste, especule, intervenga o se sienta poderoso como un dios quien quiera, pero con productos diferentes a los esenciales para el hombre. Que compren y vendan sin regulación, apliquen primas (el coco de España o un engaño a la gente), lleguen o no a consumarse, ganen o pierdan (los que nada exponen siempre ganan) y ¡por Dios! que no sean ellos, a los que pagamos con nuestros impuestos, los que decidan sus condiciones laborales. ¿No existen documentos para todo? ¿Por qué no inventar el contrato para el político con sus condiciones laborales correspondientes?

sábado, 18 de julio de 2015

UNA PROPUESTA PARA ESTE VERANO

Hace medio siglo mi pluma inventaba ya discursos en aquella España del Espíritu nacional, donde un Estado nacionalsindicalista nos hablaba de la dignidad humana, la integridad del hombre y su libertad como valores eternos e intangibles, en los que debíamos de pensar sin reservas mentales, esperando la recompensa al final del camino. Una España en la que un Caudillo/Generalísimo era, junto a los miembros del gobierno, por él elegidos, el dueño absoluto de los destinos de sus habitantes. Una España católica, apostólica y romana, cuya Iglesia nos hacía tragar su voluntad entre llanto, saliva y amenazas, cuando no con un ejemplar castigo exhortando las enseñanzas de Cristo, que sus dirigentes, aupados por el Gobierno, ni respetaban ni cumplían, mostrando su superioridad al resto de los mortales y actuando impunemente. Ambos poderes, han pesado enormemente sobre las espaldas de numerosas personas y costó muchísimo tiempo enterrarlos en el sepulcro de los prejuicios. Fueron falacias, sólo palabras para engañar a la población de la que hoy, algunos, todavía añoran, disfrazados de liberales y demócratas, guardando la nostalgia de un tiempo repugnante, de un  esplendoroso pasado servil y cruel, con el que aún sueñan o no se han despertado.
La actual domesticación, y la de siempre, se da principalmente en la infancia, esa verdadera patria de cada cual, cuyos escenarios varían dependiendo de una aleatoria cuna que nos marca acusadamente. Explicar algo tan simple como eso, daría lugar a más de una charla de la que ninguno de los nostálgicos aludidos saldría satisfecho. Poco o mucho, la situación ha cambiado; apenas si reconocemos la transformación sufrida después de los ingentes acontecimientos corruptos sucedidos. Los hombres precisamos de una adaptación constante al uso cotidiano de las modernas  tecnologías, a la comprensión de las diferentes alternativas, a las nuevas formas de vida que se presentan, entre ellas una, que me resisto aceptar: aquélla que, por razones crematísticas, no modera la tendencia imperante de distanciarnos socialmente los unos de otros. Me imagino que serán muchos los que coincidan en tal diagnostico y bastantes menos los que no se resignen y aporten un granito de arena para denunciarlo y solucionarlo. Otros, lo considerarán normal y se adaptan para dar motivos a que la evolución de las especies haga su trabajo y establezca dos ramas: la del homo sapiens pobre y la del homo sapiens rico. Presagios jocosos aparte, precisamos de un cambio o innovación del sistema capitalista para adecuarnos a los nuevos tiempos como se ajustan el resto de las cosas; de una transformación  personal al unísono con una muda social, política y económica remodelando las opiniones y las conductas, los modelos y los sistemas de vida, desde la más tierna edad.
Pensando en el hombre, en su humanidad y en la búsqueda de su felicidad, 5 Fórmulas para el bienestar de España, un librito escrito con la mejor voluntad de la misma manera que ahora lo hago, propone un cambio de Sistema. Una innovación del capitalismo actual que nos gobierna en occidente. Y, para ello, facilita medidas que acorten las distancias económicas que  separan a personas y pueblos, tolerando y permitiendo las diferentes ideologías existentes  en el convencimiento de que todo tiene un límite y nada es para siempre; dando por hecho, que en el comportamiento de las acciones que se acometan, han de prevalecer la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad, así como la flexibilidad y la conciliación (de cerebro a cerebro).

El nuevo Sistema social (PCO) nace con la creación literaria, aún no publicada en búsqueda de editor, de El Proyecto,  tildada por algunos lectores de utópico, y recreada en la segunda parte de la novela de ficción, de venta directa por el autor llamando al 676 50 95 65 o en librerías, titulada Escape, y cuya especial lectura recomiendo: una propuesta para este verano.

sábado, 11 de julio de 2015

EL PODER DE LA VOLUNTAD

No soy fuerte. Mis sentimientos sensibles me condicionan. Se tornan débiles y producen una lánguida angustia que me entristece erosionando mi estado de ánimo y mi salud. Por ello he de cambiarlos con renovados bríos y afrontar las vicisitudes que lo provocan, aun cuando deba aceptar cuanto llega como una carga que se me impone, a fin de no deteriorar más aún mis defensas. He de combatirlos para que éstas no se resientan y evitar que mi voluntad quede cautiva, a merced de un tercero ¡Depende de mí!
Mi libertad merma cuando esto sucede, al compás de los acontecimientos que me arrastran, sin saber cómo hacer frente al enemigo anónimo (dentro de mí) que me tiene en sus manos. He de prepararme y, por consiguiente, no tolerar más su dominio ¡Depende de mí!
Despotricaré, maldeciré solo y en alta voz, con energías renovadas. Juraré no dejar entrar la caridad que clama y pide compañía para zafarse entre mis sensibles sentimientos que se culpan, se arrugan y la acogen complacientes e inmóviles. Lucharé y lucharé apretando los puños, reprimiendo su engaño hasta rechazarla, como al ignoto enemigo que me hace llorar. Y lloraré si es preciso de rabia o desesperación, pero la confianza en mi empeño por resistir a la costumbre de lo que siempre se ha hecho logrará la victoria, sin más cesiones ni indulgencias que el desinteresado amor por saber cómo forma parte de mí el mismo sentimiento que me emociona y me consuela ¡Depende de mí!
Por la caridad entra la peste dice un refrán popular, que a veces no se entiende aunque esté muy claro. No te fíes de las apariencias que engañan. Ni tampoco habré de fiarme de esa compañía caritativa que, en mi interior, viene a sustituir el dolor de la aceptación por el odio, el rencor o la envidia que lo complace. Es el sufrimiento el que me permitirá ver claro para no resignarme, poder luchar y cambiar la situación. El miedo complaciente de siempre me debilita inhibiendo mis fuerzas, llenándome de tristeza, abogando por la inanición y llenándome en un mar de lamentos. No me ahogaré y nadaré, no pararé y gritaré esforzándome en sacar la cabeza a respirar tantas veces como sea necesario para coger el oxigeno que precise. Todo forma parte de mí ¡Depende de mí!
Hasta los genes inmutables que heredé de mis padres oscilan su significado y parecen distintos a la hora de representarse. Mi forma de vivir, mi manera de pensar, mi alimentación, mi educación hacen de continuo que el tono, el matiz, el color, el punto del gen se exprese de manera diferente ¡Depende de mí!
De mí depende mi propia voluntad: mis actos, mis estados de ánimo, mis decisiones, aunque escondidos habiten en las inconsciencias oscuras que no son sino fruto de mi conducta consciente o, quizás, sea al revés: ¿mi juicio arrastrándose en pos de mi subconsciente?   
El esfuerzo (unas veces más que otras) hará sentirme bien y realizar el sueño de cada día  y ser feliz. Nadie más que uno es culpable y de nada sirve arrepentirse. Siempre habrá de hacer lo que toque. Exculpar a quien ofendió. Enmendarse. Y dar valor a las cosas. Proporcionarán la satisfacción y tranquilidad de ánimo que necesitamos ¡De uno depende!

No soy fuerte, pero si flexible resistiendo el envite del viento que persiste y nunca finaliza.

sábado, 4 de julio de 2015

ABOCADOS A LA DESIGUALDAD

Si se estableciera el pleno empleo, cosa que puede conseguirse como hemos comentado reiteradamente en este blog, los ingresos de las personas en paro darían lugar no sólo a más consumo sino a que el PIB aumentara. Mayores ingresos en personas con rentas sobrantes para nada sirven, al contrario, sus perceptores se apalancan entre la avaricia y el temor (altamente dañinos para la psiquis) lejos de producir riqueza al país. Es decir,  mejorar económicamente a las clases pobres y medias potencia el crecimiento. Por tanto, es muy conveniente que las rentas entre las personas físicas no se distancien excesivamente y, además, de igual forma que se ha de erradicar el empleo pirata, las ventas y servicios en negro, la corrupción, etcétera, se hace imprescindible que ningún colectivo permita la utilización de sus bienes, realice traspaso de fondos o facilite donaciones graciosas en favor de personas físicas, a fin de no incrementar más la precariedad del sistema productivo, la evasión de impuestos y la ausencia de valor.
“La desigualdad reduce las posibilidades de los hogares con bajos ingresos de mantener la salud de sus miembros y de acumular capital físico y humano. En la práctica eso puede traducirse en una peor educación de los niños que proceden de esas familias. Eso, a su vez, desemboca en una productividad laboral inferior a la que habría en un escenario más justo”, según la OCDE. La pobreza ha crecido desde los años 90 en la UE y el modelo económico de crecimiento a costa de lo que sea, ha sido incapaz de acabar con las crisis que cada cierto tiempo asolan a débiles y no preparados. Concluirán arruinando la estabilidad de la vida saludable por la que todos deberíamos de transitar.
Esa vida saludable se puede lograr con muchas renuncias, esfuerzos y compromisos. Será cuestión de sopesar pros y contras de las fórmulas o medidas dadas a conocer en este blog como fieles creyentes, calibrando sus sacrificios. Imprescindibles serán las amputaciones para: separar poderes (Legislativo, Ejecutivo, Judicial); separar los   intereses públicos de los privados; separar, claramente, las rentas y los gastos de las personas físicas de las jurídicas; lo religioso de lo razonable; la información de la opinión… hasta conseguir la igualdad de la ley para todos.  
Miedo me dio escuchar, con motivo el caso griego, que ningún país podría salir de la UE o del euro; sobre todo, después de haber leído a Thoreau: “La única obligación a la que tengo derecho de asumir es la de hacer siempre lo que creo correcto. Se dice muchas veces, y es cierto, que una corporación no tiene conciencia; pero una corporación de personas conscientes es una corporación con conciencia”. Lo que Henry Thoureau no podía saber, es que el sistema económico, el arte del negocio y el lucro,  llegaría a extremos tales que dominaría la política, el arte de la palabra y el acuerdo, sin que ésta y los políticos sean nada sin aquél, salvo detentar y ser protectores del capital.

Hay que frenar al sistema capitalista. Innóvese. Reflexione leyendo el libro 5 Fórmulas para el bienestar de España (que se consigue comprado la novela Escape) y evitemos que los bancos exploten empréstitos soberanos, ante la razón de no permitir que país alguno contraiga déficit (salvo hecatombe, en cuyo caso la emisión de deuda correspondería al B.C.E.). Adiós a las primas de riesgo. Al desarrollo apalancado que origina desigualdad. Al estímulo del dinero, que sólo sea un mero instrumento de cambio. Que bienes y obligaciones privados se extingan con la muerte de su propietario: potenciando  los valores de cada cual y renunciando a las herencias. Que nuestros hijos no sean ricos de cuna y experimenten el hervor necesario para la vida, sin enchufes, con sus actitudes y capacidades, con esfuerzo y honorabilidad. Que nadie carezca de la bondad, de la educación y la oportunidad necesarias para saber que todos somos iguales.