viernes, 23 de diciembre de 2016

FELICIDADES Y DESEOS PARA EL AÑO PRÓXIMO

Para mantener su estabilidad emocional en 2017 y en el resto de años que faltan para alcanzar su destino final, comprométase a:

1)      Ser impecable con sus palabras
2)      No tomar nada personalmente
3)      No hacer suposiciones
4)      Hacer siempre lo máximo que pueda

Sin olvidarse de decir a menudo, especialmente, a sus seres más queridos:

a)      Gracias. Lo siento. Te quiero
b)      Esto…, eso…, me encanta de ti
c)       Te acuerdas de…
d)      Te echo mucho de menos

Llevarlo a cabo ayudará a ser feliz, viviendo el presente conforme con todo cuanto prolifera alrededor. Todo es cuestión de confiar en sí mismo y otorgar siempre el perdón

Cuanto antecede no es de cosecha propia como lo que sigue y se propone para este próximo año 2017:

-          Habitantes españoles, no residentes en Cataluña, voten a favor de que éstos puedan decidir o no independizarse de España.

Ante el cariz de los acontecimientos que puede desembocar en un trágico episodio nacional, que a nadie beneficia, es preferible la renuncia de un territorio a pertenecer a un país de todos (España) que, por impedirlo, se llegue a situaciones incluso cruentas y malvadas. No hay peor realidad que la de mantener, por norma, enfrentado a un miembro de la familia en contra de su voluntad: seamos generosos aunque no se reconozca tal solidaridad, aunque los políticos causantes del desafío no se lo merezcan o se atribuyan méritos donde no los hay.

No estoy conforme, por supuesto, que España, un país de todos, se desgaje e independice en parte alguna, sin embargo, por la simple razón expuesta, expreso mi aprobación y cedo mi derecho a decidir sobre el territorio de Cataluña en favor de los censados en ella, sean o no españoles.
   

Con mi cariño más sincero

miércoles, 21 de diciembre de 2016

TODO ES CUESTIÓN DE CONFIANZA

Los continuos movimientos industriales, comerciales y sociales; la tecnología y nuevos inventos; la historia cambiante de costumbres y formas de vida que van surgiendo, hacen que sea preciso ir adecuando, cada vez más aprisa, las normas y leyes por las que regirnos. Esto supone que, como casi todo, y la Constitución no ha de ser menos, se ha de ir modificando sin miedo.

Para cualquier asunto, convendrán conmigo, que lo ideal será establecer previamente las bases generales, comunes y claras con las que todos nos identifiquemos sin mantener dogmas ni creencias, sin encasillarse en preceptos que impidan cambiar de rumbo y, lógicamente, que satisfagan a la gente en su mayoría sin atentar contra sus intereses o les priven de su libertad. Hay innovaciones que, encaminadas hacía lo universal, no sólo son imprescindibles acometerlas sino que su proceso es irreversible. Sucede lo mismo con la tan cacareada globalidad, guste o no guste, por lo que cuanto más trasversal sean nuestros principios, cuantas más personas con ellos se beneficien, mucho mejor.

No es posible progresar encallados férreamente en una ideología cerrada, incapaz de admitir otras posiciones, o anclados en un lodazal de principios equivocados, inconsistentes para  detener un vendaval. Más vale cimbrearse como juncos arraigados a la tierra, sin que ningún viento poderoso pueda tumbarnos, que quedarse quietos o enmudecidos. No es posible progresar si se pierde la confianza de aquellos con los que hemos de relacionarnos o si el motor que genera la misma infunde dudas y suspicacias. Un auténtico líder es seguido por anónimos incondicionales aun sin entender siquiera su mensaje, aun a costa de perder sus vidas a las que ordenaron caminar con los ojos cerrados hacia un abismo.  

No bastan sólo los contenidos, los proyectos, las ideas por muy capitales que sean, es necesario un líder creíble para llevarlas a cabo. Aquéllas podrán ser estables, sencillas, óptimas, pero, sin un guía en el que confiar, servirán más bien poco. Cierto es, que la compatibilidad entrambos ha de darse. Por tanto, determínense las primeras y después búsquese la persona idónea que, convencido, las haga suyas.   

Muchos somos los atrevidos que, honradamente, podemos aportar fórmulas para el bienestar de la sociedad, pero muy pocos los aguerridos a ocupar el puesto para encabezarlas y difundirlas; menos aún, para ponerlas en práctica. La tarjeta de presentación del adalid, además de coraje, deberá tener facilidad de palabra y ejemplaridad, sin omitir otras cualidades innatas inspiradoras de confianza, sin las que, como hemos dicho antes, no es posible la amistad o el negocio. A veces, ocurre, que se malgastan buenos planes, se queman personas validas o desaparecen gentes entregadas, tan sólo por amparar una determinación baldía, una simiente sembrada entre risco y espinos, unas palabras dadas equivocando a una audiencia entusiasta. Habrá que poseer el valor de reconocer y aceptar el error dando macha atrás, antes que provocar una escisión, una guerra o un calvario. De una caída o fracaso uno se puede levantar, de un callejón sin salida o adarve difícil es escapar.
 

No nos apenemos porque, invariablemente, hay tiempo para todo si se busca. Siempre se encuentra una segunda oportunidad, aunque sea menos propicia. Por ello, cuando mis dedos transcriben las presentes letras, mis pensamientos se emborronan cavilando sobre: a) las distintas filosofías que enturbian a Podemos, b) el desenlace que aguarda al P.S.O.E., c) el riesgo latente entre el inmóvil pasado del P.P. y las intenciones independentistas de muchos catalanes. Para todas estas cuestiones, aún por desentrañar, caben soluciones. Procuremos acertar y no arrepentirnos: todo es cuestión de confianza.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

PALABRAS

Hace mucho tiempo que soy consciente de la importancia que tienen las palabras, también sé que son pronunciadas, en la gran mayoría de los casos, de forma interesada y poco inocente. Nada mejor que recordar las numerosas cruces de mármol o granito que hay en nuestra España. “Caídos por Dios y por España” y una lista de nombres sesgada. Lo que entonces no sabía es que era pura falacia, publicidad franquista, pésimas realidades de las que estoy curado de espanto. Los que murieron en guerra tan incivil y miserable fueron unos y otros, no solo una parte. Todos españoles con diferentes creencias y principios. Desde que comprendí esto, dejé de creer en ese Dios (con el que la Iglesia nos engaña) y en la Patria (ensalzada con política que agravia).

Las noticias publicadas del F.M.I. (Fondo Monetario Internacional) a muchos han llenado de alegría satisfaciendo su ego, sacando pecho de una política macro-económica que sólo sirve para anotar una positiva tendencia, en unos libros contables que  igual se borran, pero no para unos hombres de carne y hueso que trabajando no les llega para comer, para unas personas físicas que tienen que emigrar, depender de sus mayores o continuar en el desempleo más deplorable y mezquino que tenemos, dada la diferencia abismal entre los que tienen y los que carecen. El F.M.I., no es fiable, como quien levantó “la Cruz de los caídos” en nuestros pueblos. El FMI es tendencioso y no vive el día a día en nuestras plazas, ni sabe lo que es la necesidad. Conviene que nos digan los éxitos de sus gestiones, encaminadas entre otras a evitar el hambre y las diferencias sociales  del mundo.No para pagar altísimos sueldos a sus funcionarios o elegir como presidentes, por los determinados partidos políticos, a presuntos bandidos: Lagarde, Rato o Dominique Straus Kank (DSK). Y, por si fuera poco, la fórmula indicada para recaudar en España más, la han debido pensar exageradamente devanándose los sesos y no dormir hasta dar con ella: elevar el IVA. ¿No habría otro impuesto más fácil? A la primera un parvulario hubiera dado en el clavo. Sin embargo, las  palabras del FMI a todos impresionan. “Palabra de fe”. Eso es, palabra de fe, en la que ya no creo.

Podían haber imaginado cómo limitar las rentas. Establecer un impuesto del cien por cien para aquéllasque al año superen (por ejemplo) los doce millones de euros, donde las inversiones productivas y los dividendos estén exentos, las transacciones de los mercados especulativos se incrementen con una comisión para las arcas públicas  en un porcentaje del cero y medio por ciento, la prostitución se regule y tribute, las drogas se vendan en farmacias, se arrincone a las empresas offshore y a los Paraísos fiscales… Pero no. Súbase el Impuesto de valor añadido que todo hijo de vecino paga.

Existen tantos organismos que todos pagamos para satisfacer a políticos, enchufados y gente no necesitada, que desconfió a tope, incluso, a veces, soy un escéptico de las ONG que los Estados permiten cuando ellos son los que debían remediar tantos males, si no, al menos, canalizar las donaciones. Dilapidamos excesivo dineros que no tenemos. Arruinamos el planeta expoliando primeras materias, contaminando, tan sólo, por elevar los beneficios de empresas cuyos dirigentes son parte de esa gente no necesitada que ve todo de color de rosa y olvida al niño que alimenta a un enjambre de moscas con sus mocos presentándonoslo como reclamo.


Lamento y pido disculpas a quienes mis palabras (escritas en este caso) ofenda. Mi verdad no tiene más significado que sacar la rabia fuera y expresar un sentimiento, aunque lo haga burdamente ¡Pero hay tantas cosas que se pueden hacer y no se hacen! Y más todavía, cuando la mayoría de la gente es buena y estoicamente soporta una corrupción de desalmados.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

LUCHA POR LA ESTABILIDAD

Ser parte de la sociedad, quiérase o no, es ser fragmento aceptante del Sistema establecido. Objeto de su domesticación supone haber nacido en él y desde la más tierna infancia. Por regla general, la madre y la familia, la guardería y el colegio, los amigos y compañeros, los medios de vida y el ambiente fueron conformando nuestra aceptación, negación o indiferencia. Una vez modelados, nos percatamos que, sin consentirlo ni posibilidad de volver atrás, inculcaron en nosotros gustos, costumbres, estudios, comportamientos, trabajos,… que decidirán nuestro desarrollo.

¿Qué hacer si el Sistema no nos agrada?: ¿No estudiar lo que nos propusieron? ¿No practicar el deporte que nos enseñaron? ¿Oír música que jamás escuchamos? ¿Apagar la televisión que nos dormía? ¿No comprar el coche que nos contamina? ¿No acudir a las procesiones que nos llevaron? ¿No combatir a los caciques que se alternaban en el poder? Leamos con atención lo que sigue.

Nuestra negación se tornará problemática ya que ello no contribuye a sus fines. Nos obligarán a pagar impuestos igualmente, aunque renunciemos a los derechos conseguidos (asistir a los hospitales, circular por las carreteras asfaltadas, desestimar una futura pensión…) por lo que, por norma, lo mejor es aceptar el Sistema (social, político, económico) salvo que te conviertas en un anacoreta (único ser anti-sistema) o juegues a ser indiferente manteniendo un imposible como lo son la soledad, la igualdad, el silencio, la libertad, la independencia… en su valor más absoluto. Después, se habrá de tomar partido y rebelarse en la búsqueda de lo que uno se proponga cuestionando al poder y a lo establecido, siempre que con ello no atentes la integridad de los demás.

Apenas si sabemos el porqué, el cómo  o el para qué se impuso la tradición, el modelo, la religión, la política… o, si se instaló con engaños, traiciones, conveniencias o doctrinas…, pero lo que sí sabemos es que queremos vivir mejor y, por tanto, en ello hemos de esforzarnos, reclamar, cambiar, insistir e innovar, en su caso.


Los hombres deberíamos comenzar desde una misma línea de partida para tener igualdad de oportunidades y nuestra vida, pese a crisis, problemas o altibajos, hemos de vivirla de forma estable, con un quehacer asegurado, siendo útiles a la sociedad, sin que el mínimo vital de supervivencia nos falte (comida y vestido, salud y cobijo, educación y cultura, justicia y oportunidad) sea en la infancia, en la enfermedad o en la vejez… Nuestras expectativas para formar una familia, para emprender un negocio, para crear una actividad… no pueden estar al albur de otra persona física o jurídica, si no (en último término) sujeta al derecho a trabajar que la Constitución recoge y que el Estado ha de facilitar. Si tan sencillas premisas no se cumplen, habrá que conseguirlas con las armas a nuestro alcance: protestas, reivindicaciones, huelgas, manifestaciones continuas... en demanda de ocupación y seguridad, toda vez que (y sirva para todos) nada se regala, lo que no cuesta no se valora y quien no se siente útil está muerto. Eso sí, no perdamos un ápice de libertad (ningún un pájaro quiere jaulas por mucho que sean de oro), que es uno de los principales valores a conservar, y respetemos la libertad de los otros. Lógico pues, será que la empresa, el autónomo (motores del trabajo) también defiendan sus intereses legítimos, procurándose el beneficio mediante el despido libre, por lo que, siempre y cuando el hombre alcance la estabilidad, antes aludida, aceptemos la Reforma laboral actual. Una reforma a todas luces injusta y absolutamente rechazable por sí sola, salvo que la Administración dote al desempleado de ocupación (mínima compensación de protección) tal como apuntamos anteriormente.

El Gobierno, el Sistema y la Sociedad ha de comprender que, sin empleo o función que permita vivir dignamente, no hay vida y, por consiguiente, es preferible morir en pié combatiendo, que desfallecer de inanición arrodillado como un paria.

sábado, 26 de noviembre de 2016

NUEVA ACCIÓN

El paso del tiempo en nuestras vidas es una certeza que cada cual contará convencido de su verdad. El relato de la historia por tanto, no es sino una parte de lo acontecido, interpretado  por quien lo describe; sin embargo y pese a ello, puede orientarnos y servir de referencia para emprender nuevas acciones. 

Nacimos con la grafía de los genes paternos y comenzamos de cero aprendiendo a comer, a caminar, a distinguir y a expresar los genes heredados o no, conforme a infinidad de factores externos que recibimos. Tales mecanismos determinarán nuestras circunstancias; no obstante, cuando más cerca estamos de agotar nuestro tiempo (ese mudo vigilante que pasa desapercibido) más reparamos en él, lamentando haberlo desdeñado. Es pues, desde el inicio de la vida, cuando hay que modificar aquello que interese  y no esperar, ya que el tiempo (ese inexorable guardián que no aguarda) es el valor más preciado que poseemos. Disponer de él, con arreglo a nuestra aspiración, es lo que importa.

Será necesario cambiar la estima al dinero (ese bien que hoy en día todo lo mueve) y darle el justo precio considerándolo el instrumento de cambio que realmente es. En otra época lo fue la sal, el coco, el oro e, incluso, la mujer. Para ello la sociedad, a través de la Administración,  ha de dotar al hombre de la mayor seguridad posible que le permita establecer su futuro,  procurándole, en todo tiempo, una  subsistencia digna, que se pagará en efectivo, en especie o con ambas a la vez, que cubra sus cinco exigencias primordiales: comida y vestido, cobijo, salud, educación y cultura, justicia y oportunidad. En la infancia y en la vejez mediante una renta básica y en la juventud y la adolescencia proporcionándoles ocupación. Una ocupación obligada (educación y trabajo) que los haga útiles, si el propio interesado no es  capaz de conseguir.

Será vital que el joven aprenda y, estudiando o formándose laboralmente, elija lo que le guste o para lo que se considere capacitado, sin atender a las salidas que pueda tener. Más tarde, encaminará sus pasos a ganarse la vida con algo con lo que se identifique y, además de sentirse satisfecho, cobrará por ello y lo realizará perfectamente.  Siempre le quedará el recurso, si no acierta en su elección, de aceptar la ocupación que le asigne la Administración: atender a niños, ancianos o impedidos; cuidar de jardines, playas o montañas; arreglar monumentos, calles o carreteras o cualquier otro trabajo tan digno y necesario como los demás; o la de quedarse en paro sin remuneración.

El tiempo, como todo el mundo sabe, por medio del empleo rutinario y el uso que realicemos en la práctica de nuestras actividades crea, modela, transforma costumbres, tradiciones y hasta la singularidad genética que hemos citado, cuanto más ¿qué no hará con el modelo actual de precariedad en el trabajo que la Administración amoralmente permite y trata de vendernos?

Es inadmisible que el trabajo (y por tanto la vida de muchas personas) dependa del un Mercado laboral injusto, ruin, especulador y esclavo, que en silencio, sin hacer ruido, va dejando cadáveres en las cunetas: víctimas sin voz que no cuentan, ni se alzan contra quienes los mata poco a poco, privándolos de ocupación con la que conseguir mantenerse con vida. Remediarlo depende del Gobierno que se escuda en el dinero, cuyo costo, si tuviera en cuenta su rentabilidad y otras medidas complementarias, sería negativo.


Emprender esta NUEVA ACCIÓN daría lugar a beneficios incalculables en lo que realmente importa: el bienestar del hombre. Todo lo demás son cuentos chinos con los que nos engañan. Será el tiempo (ese fiel justiciero inmutable) quien lo explica de forma sencilla: el derroche del gasto está en la avaricia del que no mide; lo ponderado en el consumo eficiente y necesario.

sábado, 19 de noviembre de 2016

GLOBALIZACIÓN

Globalidad es totalidad, conjunto. Algo (marca, símbolo…) que la gran mayoría de los habitantes de la Tierra identificamos. Muy de moda hoy en día a la hora de establecer convenios comerciales  a nivel internacional, que vienen a significar igualdad de criterios y leyes de los comerciantes frente a los Estados y sus consumidores.

Sí. Estoy conforme con la globalidad siempre y cuando los acuerdos no hayan sido impuestos por los negociadores permitiendo que alguna cláusula vaya en perjuicio de los hombres.

Sí, a la globalidad del comercio, de los negocios y empresas siempre que, con anterioridad, los gobiernos hayan asegurado la ocupación (el trabajo) a todos los hombres en sus respectivos países. Y esto puede hacerse de dos maneras:

1-    Ocupando a todos ellos como funcionarios ocupacionales. (Véase ESCAPE).
2-    Distribuyendo a todos los parados proporcionalmente entre todas las empresas del sus países respectivos.

Sí, a la globalidad que respeta a los seres vivos y al medio ambiente. Que procura la moderación, la transparencia y la rentabilidad en sus acciones a fin de conseguir el ahorro, el bienestar, las buenas prácticas y el bien común.

A nivel España, hay cuestiones en Sanidad, Educación, Trabajo…, vitales para el hombre, que han de homologarse y funcionar igual para todos: un sistema coordinado que permita ser utilizado de igual manera, con las mismas características y contenidos, similares prestaciones… que eviten los riesgos, los problemas, el derroche de las arcas públicas y todo ciudadano sea igual ante la ley. No se debe permitir que los diversos “Reinos de Taifas” caminen por sus despechos. Sugerir, mejorar, proponer e introducir iniciativas sí; que puedan ser consideradas por los demás y, en su caso, imitarlas poniéndolas en práctica, tratando de que la igualdad de oportunidades cada vez sea más real y no teórica. Respetando la individualidad, la autonomía; desterrando los vicios y corrupciones en pro del beneficio general de toda España y sus habitantes.


Globalidad ha de ser la igualdad del hombre en obligaciones y derechos.

sábado, 12 de noviembre de 2016

NUNCA ES TARDE

Ríos de tinta se han escrito y muchos más que se escribirán sobre la nación (EEUU), considerada la más poderosa del planeta (Tierra), y sus dos líderes (Trump y Hillary) en contienda. Mi curiosidad recama atención por saber la verdad, el porqué estas dos personas, de 70 años y con sus vidas económicamente resueltas, se disputan la presidencia. ¿Qué fuerza necesitan que a eso les lleva? No creo equivocarme si afirmo que sólo hay una razón: la codicia por conseguir el máximo poder. Si esto es así, vengo a corroborar lo que tantas veces expuse: el mal principal de capitalismo es su desmedida avaricia. En ésta, se da un favorable caldo de cultivo para fomentar (en todo orden y a costa de lo que sea) una competencia agresiva, salvaje, traicionera, cruel…por lograr, especialmente, poder y riqueza. La mayor parte de las veces los interesados, directa o indirectamente, delinquen empleando métodos prohibidos, malas artes, sobornos, corrupciones… aun corriendo el riesgo de que tal desenfreno, un día, los delatará y, no tardando mucho, el propio sistema capitalista, sustentando en una economía explotadora y de libre mercado que velan por la especulación y la muerte, se destruirá como un castillo de naipes.

Para los candidatos y para la gente de a pié  nada de esto le es ajeno; sin embargo, guardar las formas siempre fue una constante en la mayoría de los políticos. Trump las rompió con su prédica violenta y alcanzó el triunfo. Desdeñó la hipocresía y dio a conocer lo que todos hacen pero callan. Pensemos que en EEUU, esa joven, inmadura y vigorosa nación, no hay más política social que la burguesa, que en otro tiempo dominó Europa, en la que las desigualdades son evidentes y los muertos de hambre son millonarias legiones de apestados, tan pronto su sueño americano les quedó varado. Todo ello, cada vez más, reafirman mis ideas plasmadas en las novelas (El Proyecto y Escape) para que se lleven a efecto y, su utópica calificación, se convierta en realidad.

Hoy son muchos, especialmente jóvenes, los que se rasgan las vestiduras ante Trump, el  Presidente electo, cuando desde hace tiempo (fuera demócrata o republicano) poco o nada cambiaba en ese país, cuyo índice de votación es raquítico. Gran parte de las naciones y sus gobiernos también andan preocupadas por los disparates esgrimidos en su campaña, si bien, todos ellos, los practican. Recordemos: Trump dice cosas terribles sobre las mujeres, los discapacitados, los inmigrantes… cuando aquí, en España, se gasta dinero público en “volquetes de putas”, se ha abandonado la dependencia y la frontera con Marruecos (por no hablar de la CEE y otras fronteras) nos cuesta más que si pusiéramos hospitales, escuelas, fábricas… en los lugares de donde vienen los que tratan de saltar la valla y ralentizar su muerte. Las personas físicas y sus familias a unos y otros importan una mierda, preocupados los gobernantes  por la macroeconomía. Así que el progreso personal y social de igualdad, libertad y justicia quedará aparcado en beneficio de los superiores intereses del comercio y las empresas. Y nos apuntaremos con el chocho de Trump (racista, xenófobo y multimillonario) a las guerras que él dirija, jugando al juego que nos marque por injusto que sea y abandonaremos el camino social emprendido en favor de pragmatismos conservadores, mientras divagamos con nuestras ideas y principios inútilmente.


Siempre me preocupó pensar que nos manipulan y engañan como a críos, pero distingo el bien del mal para darme cuenta del desastre que nos aguarda, si los hombres de Europa y EEUU no nos plantamos y hacemos que nuestros dirigentes rectifiquen a tiempo.

sábado, 5 de noviembre de 2016

CASUALIDADES DE LA VIDA

Hace más de un mes recibía un WatsApp de una buena amiga indicándome la fecha exacta que unos tíos suyos vendrían a conocer mi ciudad. Me solicitaba un buen hostal donde pasar una noche y la contesté de inmediato. A los pocos días me hacía llegar una foto de sus tíos y la dirección del hostal que reservaron. Me expresaba también, que ella misma, posiblemente, los acompañaría, por lo que la ofrecí mi casa y cuanto precisara. Finalmente, lamentó no poder venir, que sus tíos contactarían conmigo y que, por favor, les orientara a dónde ir, qué visitar o les atendiera en lo que pudiesen necesitar. En fin que reordené mis quehaceres y me hice la idea de pasar ese miércoles como un turista más, si bien, aprovecharía para hacer algún tipo de gestión por mi ciudad antigua y monumental en lugar de por extramuros; entre otras cosas la de pagar una multa de tráfico por circular a 60 Km/h teniendo limitada la velocidad a 50, y me eché al bolsillo la notificación para abonarla en CaixaBank por 50 euros, la mitad de su importe. Me vestí dispuesto a patear la ciudad y a las diez en punto salía de casa aguardando que, de un momento a otro, me llamaran para decirme: “estamos aquí, somos los tíos de…. y…”. Pero eso, en toda la mañana se produjo y he de confesar que me molestó, dado que todo lo había preparado con el objeto de ocuparme lo mejor posible de los tíos de mi amiga y no porque tuviera interés en hacerlo y pasearnos por mi bella ciudad, que bien vista la tenía. No entendí ni cómo ni por qué la llamada no se produjo. Ganas me dieron de pasar por el hostal donde se habrían hospedado, ya que crucé en dos ocasiones por la puerta. Lo cierto es que me dio tiempo a chalar con algún conocido, consultar en el ambulatorio acerca de una campaña preventiva de cáncer de colon que se iba a realizar y, por supuesto, tratar de pagar la multa que antes cité. Multa que, dígase de paso, no pude pagar: no era ni martes ni jueves, días estipulados por la propia entidad para hacerlo, y hasta las 10,30 horas, lo que me produjo más desazón, descubriendo que la Administración mentía al no citar tal limitación, transgrediendo al menos como yo los 10 km/h  e, igualmente, engañando al indicar que también podía pagarse en las oficinas de Correos, cuando en ellas, para satisfacer la inflación, me pidieron, además del importe de la sanción, 5,88 euros, casi un  12% más, y todo ello conducido por la D.G.T. un ente sancionador inflexible que debería ajustarse a la misma disciplina legal a la que  nos obliga y somete. Así que volví a casa a comer pensando que no merece la pena ocupar el tiempo preocupado por los demás, ya que cada cual va a su bola sin considerar el más mínimo interés ajeno que, por otra parte, es normal ignorarlo, desentenderse o no querer saber nada para que cada uno se arregle como pueda. Una pequeña siesta reparó mi malestar y más aún la llegada de mi nieto de la guardería que se subió sobre mi lomo a trajinar el móvil que tanto le gusta. Con él se distrajo un rato hasta que partimos hacía la ludoteca, un espacio que comparte con otros críos y a sus cuidadores no sirve de relax. Un lugar al que había pensado llevar a los tíos de mi amiga, dado que es un edificio monumental digno de visitar. Me refiero a la biblioteca del Alcázar de la ciudad, desde la cual se contempla la misma de manera especial: sus alrededores, el río, su contorno, sus edificios, fachadas y tejados, los cuatro costados desde lo más cerca del cielo. “Peor para ellos”, pensé. Y después, en lugar de volver en autobús, regresamos andando a través de sus calles, el bullir de la gente y la luz de sangre, roja y lánguida, reflejada en el azul brillante del atardecer. Dejé en su casa al nieto y, ya en la mía, me cambié de ropa dispuesto a tomarme un merecido descanso reparando, entonces, que el móvil, ese desconocido aparato de ayer que hoy es imprescindible, quedó olvidado en el sofá. Estaba lleno de mensajes y llamadas, seis de ellas de un teléfono no identificado que a partir de las cuatro habría estado llamando. Efectué a ese número una llamada y jamás obtuve respuesta. Casualidades que la vida nos depara.  

viernes, 21 de octubre de 2016

POLÍTICOS

La prédica de nuestros políticos pasa por decirnos que su vocación es la de servir a los demás y, en la práctica, vemos como lo único que les interesa es el dinero y el poder. La mayoría de ellos carecen de haber ejercido una profesión con la que se ganaron la vida y, por lo general, nula es su preparación para la función que desempeñan. Eso sí, su voluntariedad es máxima.
Difícilmente una persona alcanza un cargo político si antes estuvo privada de alguna de las necesidades vitales como la alimentación, el cobijo, la sanidad o la educación… y eso nos alegra, porque es justo lo que deseamos para todos: nadie ha de vivir en la miseria o de la caridad. Sin embargo, carecen de juicio suficiente pregonando las mismas como prioridades de las que nunca se ocuparán cuando lleguen a gobernar. Tampoco lo hacen dando trabajo a la gente para que ésta no tengan que mendigar o delinquir.
Es el trabajo la principal herramienta para que la gente pueda salir adelante y un ayuntamiento, por muy simple que sea, puede proporción tal menester; bastará con que el consistorio, municipio o distrito anule  la totalidad de gastos menos relevantes y emplee todos sus recursos en dar ocupación a su gente en paro, y presumir así de: ni un parado más en mi pueblo, en mi ciudad. Un parado que se ocupará de fichar todos los días como un empleado más,  ajustándose a las condiciones de cualquier otro trabajador, tanto en jornada, retribución digna u otros efectos para su  vida laboral. La prestación por desempleo desaparecerá porque habrá pleno empleo y las empresas contratarán a través del propio Ayuntamiento porque éste se habrá convertido, además, en un auténtico regulador del Mercado laboral.
Hoy por hoy, en España, la falta de trabajo es la principal dificultad, el mayor problema para que la gente pueda ganarse la vida honradamente: Declárese la guerra contra el paro. Y el político en su zona, distrito, pueblo o ciudad, puede gestionar los recursos para ello: no hay otra cosa más importante.
En España existe una gran inflación de cargos políticos; una gran mayoría parasitarios en el Senado, Diputaciones, empresas públicas y semipúblicas, de asesoramiento y representación, con sueldos enormes y nula responsabilidad. Los políticos son una especie a extinguir tal y como la conocemos, dado que es inaudito que sean ellos mismos los que se asignen sus sueldos y demás condiciones laborales, sin responder ante ningún patrón ya que carecen de él, y ni siquiera ante su partido, toda vez, que mutuamente nada, en su caso, los ata o vincula.

Una mercancía tan vil y peligrosa como es el dinero la mueven y gestionan sin conocimiento. Buscan intereses que condicionen votos a su favor. Ese dinero público, de todos los contribuyentes, no es sino una entelequia para ellos. La mayoría ignora lo que cuesta ganarlo y, cuando lo tienen a su alcance, a su disposición, engendran un mega-proyecto para justificar, a veces, lo injustificable. El encumbramiento al poder facilita muchísimo la labor trascendente  para la que el político vive: estar al margen de la realidad común del resto de los mortales. Algo, por otra parte, comprensible dado su cinismo, hipocresía, engaño o mentira con las que se alinean y se caracterizan, transformándose en seres especiales o de otra dimensión. No pasan desapercibidos como las reinonas de un cabaret y, por tanto, prefieren no frecuentar espacios públicos como la oficina del paro, los hospitales de la seguridad social, las colas de los espectáculos, los paseos frecuentados, salvo que los apremie la época electoral y sean sumisos servidores de la gente a la que vaticina su felicidad si son ellos los elegidos. Así vemos pues a nuestros políticos, tal como ellos mismos se propagan, sin darnos buenos ejemplos a seguir.

viernes, 7 de octubre de 2016

DISCUTIR ES SANO

Puede que no estemos acostumbrados a ello, pero la discusión, el debate abierto, publico y llano, que mantuvieron dirigentes de Podemos, lo prefiero al que han tenido que dilucidar los socialistas, entre un campo de alambradas y minas sembradas, auscultados con infinitas miradas ocultas. Nadie está en la mente de nadie y cada cual puede opinar respetuosamente lo que convenga, pero de ahí a inventar mentiras para el engaño general (cosas que vemos cada día en medios de difusión por intereses particulares) va un abismo.
No imitemos a Rajoy que, como dice Javier Marías, “ha despreciado a todo el mundo y no ha atendido a razones de nadie, siendo una estúpida estatua” y reconozcamos nuestros errores. Si es el caso, incluso, hablando en voz alta. Tampoco se puede llegar a gobernar pensando que “si no te aman haz que te teman” que escribiría Maquiavelo para un absoluto monarca; será preferible, no obstante, conseguir algo tan difícil como ganarse la confianza de quien te odia o rechaza. Sin embargo, ambos aspectos han de pulirse y ser diferenciarlos para obtener la confianza de los votantes antes de gobernar, y lograr ecuanimidad,  justicia y el respeto de la gente gobernando. Desde luego, “obras son amores” y éstas son el mejor modelo para infundir ejemplo a los demás: si son de su agrado conquistarás y al revés, te despreciarán si te temen.

El ciudadano vota al partido que le inspira mayor confianza, con lo cual, provocar miedo nunca puede ser positivo, por mucho que se aclare que es sólo es contra los poderosos. Las leyes han de cumplirse y nadie ha de ser intimidado por ello, ni siquiera la gente poderosa. Nadie tiene que soportar las poco razonables bravatas de nadie (lo diga quien lo diga), salvo que quiera ganarse enemigos tontamente, sin ningún fundamento, o quiera contentar enardeciendo a gente necia. Aún recuerdo el dicho que dice: “cuando llegues a casa, pega un palo a tu mujer que ella sabrá el porqué se lo pegas”. Ignoro la autoría machista, misógina y nociva a denunciar seguida por bárbaros e incultos, cuando se ha de apostar por mayor igualdad entre todos; y si se quiere, cuestiónese por norma al poder, para que el debate y la discusión abunden, y más, si la igualdad y su ausencia de generosidad lo obcecan. El matiz es claro, las leyes justas, instauradas por el poder legislativo y democrático para una convivencia pacífica, han de cumplirse y para eso se elaboran ¡Qué sobre el delincuente caiga el peso de la ley inexorable y  pague la pena impuesta sin indultos ni atajos! Esto si ha de causar miedo a los servidores del delito y la muerte, sean o no poderosos. Entretanto, ¿por qué no desear lo mejor para todos? ¡Claro que sí! Ya se sabe que más se consigue con miel que con hiel. Y ahondaré en lo dicho: creo en lo transversal, en el bienestar general, en el esfuerzo que nos dignifica. No comulgo con las limosnas, ni dádivas, ni privilegios, ni prebendas. Es necesario cuantificar las cosas, en especial lo público, y entender que conseguirlas supone un valor añadido (contra más cuesta más se aprecia) y en esa dirección se ha de mover la política y toda práctica en pro del bien común. Lo discuta quien lo discuta. Pongamos cada cosa en el fiel de la balanza y démosle precio ¡Qué tristeza la de ser rey por el mero hecho de nacer siéndolo! ¡Qué injusticia la de ser millonario por haber recibido una herencia! ¡Qué vergüenza hacer fortuna delinquiendo! ¡Qué fiasco infundir miedo al poderoso por el hecho de serlo y viceversa! A todos ellos me dirijo para que comprendan que se puede vivir en armonía, ocupando a unos para que, con su trabajo, puedan vivir sin recurrir a la delincuencia y limitando las rentas a otros para que, sin agobios, puedan disfrutar y realizarse en la vida. El Estado ha de preocuparse de todos y, como en una familia normal, intentar que el más débil no se debilite más y el fuerte colabore. Que nadie se desvele por su vida si trabaja, teniendo sus necesidades básicas a salvo, sea libre respetando la ley y ajustándose a sus posibilidades.  

miércoles, 5 de octubre de 2016

CURIOSIDADES INCERVANTINAS

Damos a conocer a continuación frases ilustres que en la insigne novela de “El ingeniosos hidalgo Don Quijote de La Mancha” no se publicaron:

 Don Quijote -dijo Sancho- que diriman ellos solos su porfía. Nosotros, que no pendemos de la muerte ni del imperioso destino, sigamos el camino trazado por nuestro padre Cervantes. Allá se las apañen. -Y continuaron por su camino tan campantes.

- Dejemos Sancho –dijo Don Quijote- que sean los manchegos los que nuestra gloria honren defendiendo causas perdidas, aceptando tus sentencias catonianas y ensalzando a la sin par Dulcinea, pero nunca masacrando a quien siendo honrado además le echa coraje.

-         -  No vuelvas a poner  Sancho en mis manos el maldito destino manchego –comentó el hidalgo de los de lanza en astillero- que sean ellos quienes con rabia lo defiendan; bastante hicimos nosotros creando su historia y dándola a conocer al mundo entero.

-          - Vuesa merced tiene mucha razón si gobierna esta ínsula con benevolencia –respondió el mayordomo- ofrece pan y libros para alimentarse que consigan librarnos de encantadores y cuentistas, faciliten parabienes con los que descubrir sus engaños y podamos entendernos.

-          - Vieron venir a Rajoy y su cuadrilla, y Don Quijote dijo: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Así que no debes acongojarte por sus desgracias.

Así, con tales expresiones, Don Miguel quiso mostrar que el futuro no era cosas de locos, que él mismo podía inventarlo, pero luego se arrepintió y las dejó en el tintero.

jueves, 29 de septiembre de 2016

RELATIVIZANDO

He leído: “el que vive en el pasado se va a pique con él”, “el pasado no debe servirnos de sofá sino de trampolín” y también “un hombre no vale por lo que sabe; vale por lo que hace con lo que sabe”. Me gustan las sentencias, los refranes, los dichos populares e incluso los socorridos chascarrillos, empleados a menudo, si bien no hay ninguno que no tenga su revés u oponente.
Lo cierto, es que hay infinidad de frases, más o menos celebres, que suenan bien, encierran un contenido profundo o eximente y rara vez aprendemos de ellas; tampoco aprendemos de los hechos pasados por mucho que invoquemos a la historia, por mucho que digamos que ésta se repite a menudo y nos muestra el camino correcto; no olvidemos que tropezamos más de una vez en la misma piedra. Son, sin embargo, las experiencias vividas, aquellas que nos han hecho sentir inmensa alegría o un incalculable padecer,  las que nos han dejado huella en la memoria y nos marcaron de por vida. Por tanto, los problemas, dificultades, dichas o triunfos ajenos, por mucho que queramos compartirlos o hacerlos nuestros, apenas si representarán algo en nosotros: carecen de uso propio, no tenemos una idea exacta  y, menos aún, cuando nos damos la vuelta y nos alejamos. Es el olvido parte de nuestras defensas, tan importante como lo son las mentiras. Conviene pues, relativizar la mayoría de los asuntos y meditarlos.
La psicología, esa ciencia inexacta, se mueve por encuestas, por estadísticas que representan unas determinadas tendencias o resultados señalando las pautas a seguir de una colectividad. Las variables (educación, religión, costumbres, climas, alimentación, edades, sexo…) indicarán  las diferencias de cada comunidad que se estudie, al margen de su factor genético.  La mente, esa  fábrica, que de niños se forma, es como un terremoto, volcán o ciclón desconocidos que, en raras ocasiones, se manifiestan menguando cuando la energía decrece y la edad avanza.
La política es rastrera, traidora, mentirosa, ciega, muda o parlanchina, según convenga. Por supuesto no me estoy refiriendo a esa ciencia no escrita, ni exacta, que trata de organizar la vida de la gente y sus asuntos que se estudia en la Universidad, sino a la que, día a día, nos muestran sus profesionales causando problemas en lugar de resolverlos. Ya Maquiavelo escribió sobre ella y, en otra época más cercana, a nuestra Guerra incivil se la llamó Cruzada y  bandoleros a los maquis o guerrilleros que luchaban contra la represión golpista. Obsérvese pues, como utilizamos las palabras dependiendo de quién las escriba o pronuncie. Hoy se colman revistas, periódicos, televisiones y los famosos medios digitales con expresiones tendenciosas, calculadas a conveniencia por los variopintos intereses de quienes las emiten.

Las casualidades, por lo general, existen poco, la mayor parte de las veces son provocadas. Y así sucesivamente podíamos ir llenando de asuntos páginas y más páginas con las que entretener a los lectores. Hoy, no obstante, apenas se lee, y todo queda sintetizado en un titular, en una frase que nos llama la atención, nos mediatiza y provoca. Sólo hay algo que todo lo abarca y permite: el miedo y el placer, dos fuerzas que nos movilizan en distintos sentidos, pero hay una que nos conforma y es a la que siempre acudimos para cualquier acto a realizar: confianza.  Tener confianza, dar confianza, es lo que importa, lo más importante, por eso “ni me alabes ni me recrimines, deja en mis labios el último sabor dulce de nuestro encuentro y no la tristeza de tu despedida”, es una frase de uno de mis personajes en una de mis novelas. “No y no es no” es lo dicho por Sánchez al PP, con el que ahora parte de sus correligionarios le pagan sus servicios. El PP volverá a gobernar como lo hicieron los Borbones, por lo que queda claro que tres “noes” no resultan. Obsérvese pues, que todo es relativo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

LA DESIGUALDAD VITAL (II)

A nadie se le escapa que Roma se desmoronó por causa de la desigualdad vital, enorme brecha social entre sus habitantes: una clase dominante, poderosa, minoritaria, privilegiada e insaciable, sin miramiento alguno, con escaso coste y desde su distante atalaya, contemplaba a sus esclavos, a la plebe y a los muertos de hambre que, por mucho que lo intentasen, no conseguían desengancharse de la pobreza. En el culmen de nuestra historia los Reyes Católicos trataron con sus políticas de igualar a sus súbditos en una sola religión, en un solo territorio, pero se equivocaron olvidando que ni lo uno ni lo otro, por relevante que sean, son lo principal; si lo fue el acusado expolio material que realizaron la nobleza y la religión católica al pueblo llano y a otras creencias para sumir a la mayoría de los habitantes de las Españas en los pobres analfabetos de siempre. La Transición en España no hubiera sido igual de no haberse instalado la clase media económica  a finales de la vida de Franco, pese a que este enano golpista y cruel dictador mantuviera al pueblo doblegado a su voluntad en beneficio de unos pocos: su familia y sus muy allegados. Y es que el temor al castigo, que su omnímoda dictadura infundía, aminoraba las estafas de entonces (menos que la infinidad de entramados mafiosos consentidos de ahora) e implementó medidas y servicios sociales importantes, con salarios dignos que permitían vivir a la gente, a pesar de su economía estatal, monopolista y dirigida, aunque nunca, lógicamente, lograra congraciarse con la mayoría trabajadora.

Hoy la economía en general, competitiva y privada, de estrategias y perspectivas, de consumo y escaparate, al albur de mercados y empresas libres, se agolpa en un sistema capitalista que nos lleva, merced a la codicia y el ánimo de lucro que la inspira, a los extremos de abundancia del logrero y a la escasez del necesitado, cuyas diferencias progresan hasta que nos hagan desaparecer. Una economía a la que poco importa el sudor, el color de la piel o la libertad de sus actores; la delincuencia o la bondad con que se realizan sus operaciones; el lugar desde donde las hagan o la forma con la que hayan obtenido sus recursos. Una economía basada en el juego y la apuesta, en la oportunidad  y el engaño. Un sistema, en definitiva, que no tiene en cuenta al hombre, a la persona física de carne y hueso capaz de sentir miedo y placer, y sí, a la persona jurídica, al ente que ni siente ni padece como el propio Sistema.

Abogo por su innovación para que la economía capitalista actual cambie formando dos ramas por las que hacer pasar la savia que la limpie, regenere y distinga la desigualdad vital entre lo comercial y lo especulativo, entre el interés público y el privado, entre la persona física y la jurídica. Es decir, ni lo uno ni lo otro, tomado parte de ambos componentes (nunca antagónico, siempre trasversal) en beneficio de la mayoría y que a nadie perjudique u oprima.

Será el modelo social de nuestro mejor existir, que es realmente lo que importa, donde el bienestar material nos permita aunar los sistemas educativos y legales de convivencia, al margen de patrias, soberanías, nacionalismos, identidades, independencias y políticas que nos enfrenten, dando por sabido que el derecho a decidir no es colectivo, ni sobre parte alguna, sino individual y sobre todo el mundo; que podamos gritar: La Tierra me pertenece y reclamo el derecho a decidir sobre ella. 

Un marco internacional al que hemos de aspirar atraídos por la democracia y el bien común.


En esa dirección camina mi pensamiento e imaginación que transcribo en mis escritos (novelas y medios digitales). Será necesario contrastar con cada uno de los habitantes del planeta para que su mayoría dé repuesta a: ¿En la desigualdad vital se puede vivir? ¿Existirá entonces la vida? 

jueves, 15 de septiembre de 2016

LA DESIGUALDAD VITAL (I)

El desplome de imperios, países, pueblos y grupos es originado por las abismales diferencias entre la codicia de los poderosos y la pobreza de los menesterosos que los componen. Razón que podremos comprender a la hora de analizar la caída de civilizaciones y culturas o el estallido de las guerras y revoluciones o el proceso regresivo de comunidades y consorcios.
Actualmente, pese al transcurso del tiempo con modos y actores distintos, sucede lo mismo. Hoy, existen sistemas económicos más sofisticados, pero el fondo de la cuestión tanto no ha cambiado y el hombre continua moviéndose con los mismos instintos y similares  necesidades para vivir (comida, educación, cobijo, salud, justicia, libertad) por lo que la desigualdad vital  apuntada no es baladí; sin embargo, las oportunidades que se presentan no son ni parecidas  para todos: ni en el tratamiento de la enfermedad, ni en la educación que se imparte, ni siquiera ante la ley somos iguales. Hoy, más que nunca, a nadie se le escapa que, ignorando o modificando las leyes para ponerlas a su servicio, los abusos de la clase poderosa se suceden sin que por ello sean castigados y, con semejante comportamiento, llevan a la gente a situaciones de indignación, rebeldía, enfrentamiento o desesperación, y el mundo hierve en tales escenarios como una locomotora a punto de estallar y, a menudo, revienta en algún punto concreto. Europa de disconformidades está llena y España no es una excepción.
 Europa debe encontrar el equilibrio social que le falta, consecuencia de su economía injusta e insolidaria. Injusta con sus ciudadanos no reduciendo las amplias distancias  o desigualdad vital que los separan y comprobando como la clase dirigente (los políticos) lo permiten. Éstos, pese a que digan lo contrario, forman parte de los poderosos con sus innumerables privilegios y escasas responsabilidades. Insolidaria con los emigrantes, los perseguidos, los que huyen del hambre y la guerra, a los que no se les busca un sitio donde rehacer su vida. (Australia fue el exilio sin retorno que emplearon los ingleses para castigar a sus… vergüenzas). Seguro que existe ese lugar posible donde con trabajo y esfuerzo de refugiados y emigrantes, con el mando  y dinero de Europa y con las perspectivas de negocio en general, se resolverían la infinidad de problemas que plantean y preocupan.
España ha conseguido el mayor grado de corrupción jamás conocido, así como las más altas tasas de paro, pobreza infantil y diferencia social. Por si fuera poco, el problema territorial de Cataluña se ha enquistado y todo ello, sin duda, consecuencia de un sistema desigual que nos domina: más avaricia, más pobreza.

Este es el punto clave, citado al principio: la desigualdad vital. Y España, con su famosa Transición e incipiente democracia dio comienzo a una divergencia paulatina, lenta y efectiva  que debemos reformar. No es posible que los niños aprendan en las escuelas cosas distintas o  las enseñanzas que se les imparten provoquen conductas extrañas u opuestas, inciten al odio o al desprecio de sus semejantes y no les motive a pensar o decidir. No es de recibo que la sanidad no esté unificada y cada español sea un emigrante fuera de su región. Carece de sentido renunciar a la rentabilidad, no reducir gastos e incrementar ingresos en beneficio de todos, por no unificar, centralizar o compartir administraciones, compras, servicios, criterios o modelos: el tiempo transcurrido desde que las autonomías se impusieron habrá, me imagino, proporcionado elementos de juicio al respecto. La desigualdad vital (como la denomino) es materia tan esencial, que no se ha de relativizar procurando la igualdad y el encuentro en cualquier orden, a fin de evitar peligros sociales que a nadie, y menos al pueblo llano, interesa.

jueves, 8 de septiembre de 2016

LA VIGILIA DEL DINERO Y EL PODER

Hoy, más que nunca, he recorrido durante mi reparador sueño parte de la picaresca española  recomendado a jóvenes desempleados que se dediquen al noble trabajo de la política. Mi subconsciente ufano alababa lo poco que para ello importa el esfuerzo, el nivel de estudios o la vocación que se tenga por servir a los demás; basta con acostumbrarse a tragar sapos y culebras; a practicar la calumnia, el engaño, la estafa sin que se detecte haciendo propia la ironía, la gracia o la mofa si a uno le fallan o se queda sin argumentos; a conseguir dinero a cualquier precio en campañas electorales a fin de ser conocido y mantener vivo su nombre, sin que su popularidad y la de su partido decrezcan. Tendrá después que ser fiel pagando los favores recibidos, por mucho que exijan los que le ayudaron, elegir y  acertar en la afiliación al partido político que lidera, pone en práctica y acumula sus acciones con semejantes menesteres.

El Sueño, hermano de la Muerte, convino conmigo en lo nada desdeñable que será implementar tales destrezas con una buena formación que contenga y facilite un excelente don de gentes, una licenciatura, un pico de oro, un carisma de líder capaz de decir a la gente lo que quieren oír llenándose la boca de patriotismo, honradez, transparencia y de lo bien que hace las cosas augurándoles, por supuesto, el eximio futuro que les aguarda si por ellos es elegido. Ningún diputado o senador de las Cortes de España percibirá menos de 6000 euros al mes, entre dimes y diretes, y el joven opositor al aprendizaje expuesto, encontrará el trabajo que la sociedad le niega, llegando a ser, tal vez, un insustituible político del mundo  mundial.  Por rematar con los consejos vertidos en mi modorra no quiero pasar por alto la total disposición que, cualquier alumno aventajado, ha de perfeccionar a fin de distinguirse entre los suyos: hacer la pelota al cabecilla sin pasarse, como un trepa sencillo pero audaz, guardando la estabilidad adecuada, la lisonja correcta, no sea que al agasajado caiga en desgracia y con él se desmorone; por consiguiente, no es nada baladí procurarse un mordaz y buen equipo de camaleón que despiste y conduzca al error a los envidiosos.

En otra fase de mi somnolencia, el Sueño, hermano de la Muerte, me asustó convirtiéndome en el principal jefe de la banda y no me gustó ser el mismo Rajoy, que gritaba:

“Defraudadores, amigos de los Papeles de Panamá, que lucháis cuerpo a cuerpo, de ninguna manera os repleguéis de la disputa en este aprieto. Salvad el dinero negro y no consintáis que el Estado miserable os lo despoje. Sed fuertes para que cunda el ejemplo de Soria y no hagan con vosotros igual justicia que con Luis El cabrón. Y aunque el Estado mezquino os doblegue, al menos, no capture sin esfuerzo la pasta que mantenemos escondida en los Paraísos fiscales”.

“¡Sed hombres, amigos, y recordad vuestro impetuoso coraje! La suprema gloria os aguarda rehusando auxiliar a los pobres. ¿No es una ignominia para quien defiende su patria que se le persiga? Que la familia, los negocios y los patrimonios incólumes queden a salvo sin que el fisco, regido por un Estado insaciable, se atreva a meterles mano. Para nosotros no ha de haber un plan mejor que este: trabaje nuestro dinero a través de testaferros, sociedades interpuestas, negocios pantallas, aunque nosotros tengamos que sufrir ocultos como fantasmas en pena. Más vale ganar la vida de una sola vez  o perecer siendo ricos, que dejarnos exprimir por más tiempo, de manera inútil, por un Estado implacable con el delito”.

“¡Amigos, sed hombres y tened vergüenza en vuestro ánimo! Teneos respeto mutuo en las esforzadas batallas: de los que se respetan, más se salvan que sufren la muerte; y de los que huyen ni se alza la gloria ni ningún auxilio”.

“¡Amigos, sed hombres e infundid en vuestro ánimo vergüenza de unos por otros! Acordaos de vuestra familia, negocios y posesiones que con la muerte perderéis”.

“¡Sed hombres, amigos, y recordad vuestro impetuoso coraje! ¿Quién os protegerá del Estado malvado cuyo daño con vosotros comete? Lejos de la Patria donde volver a traer el dinero sin más apoyo que vuestras manos y el mal”.

Reconozco haber leído, antes de dormir, trozos de la Ilíada de Homero y caer exhausto con el hartazgo político de la televisión, que quedó encendida; de ahí, sin duda, las efímeras  exhortaciones de mi alucinación que, además, se encaró conmigo para ofrecerme un plan trasversal en beneficio de la gente. “Ni de derechas ni de izquierdas”, dijo. “Sencillamente para que las personas, unos y otros,  maten la codicia y la pobreza que los atenaza: incapaces  e ineptos de salir de los extremos en los que se hallan como si fueran poseedores de la verdad”.


En la vigilia, al despertar, recordé aquello de que el Imperio no paga a traidores, pero entretanto, llena la boca de billetes a gentes como las que he citado, a periodistas como Cebrían, a ex presidentes como González y a tantos meapilas que ya no sigo porque me defraudaron. Algunos olvidaron la honradez y el coraje que es lo más noble que tiene el ser humano.

jueves, 1 de septiembre de 2016

EL DEBATE DE INVESTIDURA

-         - Pepe, Pepee. La suegra  ha muerto. –Gritó Juan desde un cuarto piso a su cuñado, que vivía en el bajo. Pepe, gesticulando no haber oído, voceó a Juan hacía arriba:
-              - No lo siento.
-              - ¡Coño! Ni yo tampoco  –respondió Juan- pero habrá que enterrarla.
En España también hay cosas que enterrar, nos gusten o no, pero con la inactividad nunca iremos de entierro. Los problemas y sus efluvios se agrandan y la indolencia no los resuelve.

Ayer, viendo los debates de la investidura y pensando en la pasividad de Rajoy, me vino a la memoria el chiste que antecede. Relacioné los discursos nacionalistas con la primera de las guerras mundiales que la Ilíada describe y copie una de sus frases, que dice: “Sanemos cuanto antes el mal. Pronto haréis que se agrave con la actual dejadez”. Así que, aquí, sin dioses ni semidioses, sin absolutos reyes ni infinidad de pueblos, nos aferrarnos a la ley (que con Rajoy comparto, pero puede enmendarse) o retrocedamos hacía aquellos tiempos de Troya (a los que a mí no me gustaría volver). Discurrí que prefiero una separación de nuestros pueblos contraviniendo o no la ley (y bien que lo lamentaría) antes que sacrificar la democracia en la que todos los pueblos podemos ser uno y llamarnos, por ejemplo, Europa. Amo mi lugar de nacimiento (pueblo, región, país) en el que hoy, por fortuna, impera la libertad y poco, o más bien nada, me importa ceder soberanía a quien nos gobierne con democracia, justicia y equidad, pues bien sabemos los ciudadanos que patria,  independencia, soberanía no son sino palabras que los dirigentes aprovechan en su propio beneficio. Deseo, más pronto que tarde, nos inculquen el fervor y el orgulloso de ser europeos.
  
Me encantó escuchar los debates de ayer. La libertad con que cada uno de los intervinientes se expresaba. El respeto, el orden, la conducta con la que se manifestaron. Ideas, puntos de vista, interpretaciones o perspectivas diferentes. Claridad, vehemencia, palabras y gestos posibles para entenderse pacifica y honradamente. Alabé la democracia en mi fuero interno y sentí vergüenza ajena de aquellos “padres de la patria o diputados” que, a través de la escuela, domesticaron mi juventud con su democracia orgánica, con su dictadura, con su terror y su tiranía. Nunca les perdonaré el miedo que me impregnaron con su religión y espíritu nacional. Su suciedad, su corrupción, sus malas artes amputaron el vigor supremo de mi mocedad.

Entonces, ante la muerte del enano asesino y golpista, el dictador de Franco, cundió el temor de la ingobernabilidad del pueblo español. Tanto se repitió, que muchos llegamos a creérnoslo, al igual que ahora sucede tornando en verdad tantas y tan descaradas mentiras que se airean y numerosas personas las creen a pie juntillas, sin siquiera cuestionarlo. Falla la verdad y, en su sustitución, con sus argumentos, invocan al chantaje y al miedo, tratando de ser creíbles.

Ayer comprendí las mentiras de Rajoy auto-complaciéndose con su gestión,  protegiéndose de los ataques que recibía e, incluso,  justificándose de no ser el culpable de las segundas elecciones, llegando a decir que nadie le pidió que se abstuviera en la investidura de Sánchez (nunca nadie sabe nada y menos cuando sus intereses están por encima de los demás) a lo que Rivera le recordó los escritos que le habían cursado. Y es que la mentira es una defensa; una humana protección con las patitas cortas, si bien, para cuando se descubre, tal vez, sea tarde para actuar. Por tanto, con mentiras tan flagrantes, los políticos deberían tener su castigo y además no ser votados.


Son, pues, los razonamientos de unos y otros los que perturbaron mi ánimo, aunque ello no me desaliente, ya que mi fuero interno está satisfecho con la democracia que en hemiciclo se respiró (aunque fuera “de baja intensidad”) para redactar lo que acabo de escribir. Otro día hablaremos del delito que representa el dinero negro (un 30% de nuestra economía) del que nadie habló.  

sábado, 20 de agosto de 2016

MALES ENDÉMICOS A VENCER

Nada es tan potente y preocupante que la guerra. En ella mueren millones de personas y otras tantas quedan sin hogar, sin voz, olvidadas de toda justicia.
La guerra es la primera fuerza bruta, la más dañina y cruel. Se adultera de muy diferentes formas para inventarla, para justificarla, alegando, especialmente, que es para mantener la paz (la paz de los muertos, sin duda) mientras fabrican infinidad de armas que han de consumirse. Una falacia criminal de quienes la incitan, ya que a nadie se le escapa que el uso de la violencia genera más violencia y su exterminio se logra con que el nulo interés por lo material, elevando el valor de la educación en pro del respeto hacia los demás y sus diferencias ideológicas, así como la libertad y democracia de los pueblos, una vez sus necesidades básicas están cubiertas.

Existen, no obstante, fuerzas tan dañinas como la indicada, que apenas si reparamos en ellas.

Dependemos de los bancos, especialmente los privados, que crean dinero de la nada. Tal privatización es la causa principal de la ignorancia, la pobreza, la discriminación social,… ya que con ello, sin más motivación que su propio interés, mandan en el mundo dirigiendo a gobernantes, especuladores, contrabandistas… solidificando su poder. Éste, tal vez, sea incluso superior al que sustentan las religiones que se basan en las obscenas e invisibles mercancías del oscurantismo y el miedo, provocando odios y rivalidades entre la gente y los pueblos.

La banca debería limitarse a prestar solamente los fondos depositados y que sea el Estado el único ente con facultades para poder emitir dinero. El dinero físico debería ser anulado (salvo las monedas en circulación) para que toda transacción, por delictiva que sea, deje huellas a su paso. Hoy en día, cualquier Donan Trump, cualquier Soros o Rothschild, por obra y gracia del dios Dinero, del que emana su poder, puede convertir en chatarra el mundo económico y fantástico en el que nos movemos, originando determinadas crisis que excite malignos destrozos y el hombre indemne acuse su fragilidad.

Son, por tanto, las crisis, otros de los males endémicos a combatir, que tan sólo pueden vencerse deteniendo la codicia que nos arrastra a la inseguridad o al afán por lograr cosas que carecemos. La avaricia con nada puede ser justificada, salvo con el infierno interior a que la misma nos somete, imputable a no considerar que todo es relativo, sustituible y nada certero. Nos movemos en la incertidumbre sin pararnos a pensar que la muerte nos llega volando y que nada es tan gratificante como pasar, la escasa o larga vida que tengamos, en bienestar.

Deberemos, por consiguiente, achatar los extremos materiales de riqueza que nos separan, permitiendo una renta digna a quienes se esfuerzan por conseguirla y limitando aquéllas que, aun siendo ganadas con sacrificio y trabajo o por circunstancias distintas a las primeras, apenas si erosionan su merecida fortuna, así como tampoco, a los principios fundamentales que nos hemos dado para coexistir: la vida, la libertad y la propiedad privada, mientras uno viva.


Hagamos una lista de cosas positivas y arruguemos el negativo espíritu de las cosas corrosivas y peligrosas para la vida. Olvidémonos de calificativos o típicos encasillamientos que nos inmovilizan y crean prejuicios. Dejémonos llevar por los sentimientos de solidaridad sabiéndonos todos humanos. Hablemos impecablemente. No supongamos. Y, sin que nos afecte lo que hagan o digan los demás, que no podemos evitar, hagamos lo máximo posible para obtener lo que el corazón nos dicta. 

lunes, 8 de agosto de 2016

NI RAJOY, NI EL PP, NI NADIE ES IMPRESCINDIBLE

¿Es lógico que el Partido Popular (compañía anónima súper conocida) se prepare con la mayor de sus fuerzas para que Rajoy sea investido presidente del Gobierno de España?  Desde ese cargo se puede ejercer una influencia más substantiva y superior para sus intereses. Otra consideración, por mucho que traten de hacérnosla creer, no es cierta. Alegar, como dicen, por el bien de España, es pura falacia; ya tuvieron oportunidad de demostrarlo absteniéndose en la investidura de Sánchez  (Rajoy ni se presentó) y no lo hicieron; primó su interés al de España. Sólo les importa seguir mangoneando en su propio beneficio. Algo poco original en nuestra querida España.
El partido político aludido, fundado por Fraga (heredero y seguidor del franquismo) con el nombre de Alianza Popular, comenzó actuando no sólo con la finalidad empresarial de ánimo de lucro, sino además, como a  cualquiera de ellas le gustaría funcionar: obtener ganancias, directas o indirectas, y repartirlas entre sus socios, amigos y allegados sin obligación ni precepto alguno que declarar. Es decir, se dispuso, sin responsabilidad ni control, de una maquinaria bien engrasada que juega con trampa, manteniendo una contabilidad fantástica con ingresos y gastos ocultos, beneficios fiscales, acceso a información privilegiada, exenta de competencia  y, sobre todo, con la posibilidad de considerarse impune de representar un poder capaz de cambiar la legislación en su provecho, influir en personas y cosas hasta el extremo, si es preciso, de provocar la más absoluta de las crueldades como la guerra. Un partido político concebido para vaciar arcas públicas y privadas legalmente, a mucha distancia de las asociaciones sin ánimo de lucro, las Fundaciones, las ONGs y casi tan opacas como las mafias, sectas o religiones.
A la gente, principalmente, le mueven los poderosos que disponen de medios para serlo. Y el poder, por lo general, está en el Estado, en las empresas y entes con dinero que publicitan sus idearios, en su propio beneficio. El voto, queramos o no, es una decisión que, aunque sagrada, respetable y legítima, es poco reflexiva, albergado en la domesticación de cada cual, en una determinada situación, en una idea preconcebida o, también, emitido al calor de unos últimos acontecimientos, de unos miedos o vehemencias dirigidas e impregnadas, de la descabellada actitud que la resignación provoca. Muchas mayorías (todas) la eligen el pueblo, pese a que la  minoría advierta de su corrupción. En Marbella floreció, por ejemplo, el G.I.L. de abyecto recuerdo.
La gente esto lo sabe y su pensamiento es acomodadizo, acoplándolo a su buena, regular o mala realidad, para mantenerse cautos con lo malo conocido, ya que el cambio o la innovación los descoloca. Una convocatoria a manifestarse públicamente contra un asunto, partido político, sindicato…, por mucho que haya sido criticado, no llena calles o plazas como lo hacen la caza de un pokémon, el recibimiento de un artista, de un deportista, entre otras cosas, porque la gente, en general, teme que sea peor el remedio que la enfermedad y está acostumbrada a la picaresca, al político que no suelta el sillón ni con agua hirviendo que le echen,  a que le den gato por liebre, a buscar padrinos para casarse, a la escasa solidaridad que lo invoca a un sálvese quien pueda…  a la falta de compromiso o nula responsabilidad social.

¿Para cuándo querrá la gente que en España se imponga la Honorabilidad, la Transparencia, la Rentabilidad? Exijámoslas para cada uno de los actos que se hagan, aun cuando de nada servirá si los medios no se anticipan: anular el dinero físico, limitar las rentas, los plazos y los cargos, dar ocupación a todo el mundo a cambio de una renta digna, potenciar las empresas, regular herencias, procurar a todo el mundo una vida digna, estimular el valor del esfuerzo, la igualdad de oportunidades, la libertad, el respeto, la cultura… Del pueblo depende

jueves, 28 de julio de 2016

PEQUEÑAS COSAS

. Si alguien supiera o estuviera seguro que después de la muerte encontraría otra vida mejor, poca gente poblaría este mundo cruel en el que vivimos. Tal certeza no anida ni en la razón ni en el espíritu de los hombres. ¡Pero, no! Es la necesidad, la locura, el desastre, la ignorancia de muchos de ellos lo que les conduce a ser víctimas de un suicidio al encuentro de la nada. Tal vez, se inmolen  inducidos por un poderoso elixir de lavado de cerebro que les haga creer en un paraíso dorado, les rindan honores y fama u otras causas; sin embargo, no me cabe duda, que el pensamiento del terrorista goza de la certeza que, con su heroicidad, abandona una miserable vida, indeseable para él y los suyos, en la confianza de que éstos gozarán de recursos que nunca tendrían sin su muerte.
. ¿Quién se resiste a dar parte de un siniestro que pueda reportarle alguna ganancia, aun engañando con ello, cuando la compañía aseguradora se jacta de cuantiosos beneficios que reparte entre sus directivos y accionistas?
. Por la mente del Enano cruel ni siquiera pasó la posibilidad de dar un golpe de Estado. Esperó acontecimientos, sordo, mudo y ciego, aunque varios meses antes de que se produjera, cabezas pensantes ya lo estaban sopesando. Aprovecharon un vil asesinato político en unas circunstancias difíciles para justificarlo. Y resultó decisivo con la ayuda del Altísimo. Una cruzada cruenta como no podría ser de otra manera (¿acaso conocen a algún representante seguidor de un Dios que no mate en su nombre o por su causa?) mientras, el Enano cruel se pensaba su decisión definitiva sin ni siquiera mover un dedo. Y dio en el clavo emparedando a todos sus enemigos hasta que, en paz, a ritmo del himno nacional y bajo palio, murió en su cama, agasajado de honores y fieles suicidas.   
. ¿Quién no vulnera el pago social, privando de pensión al trabajador a su cargo, mientras reivindica el cambio del injusto Sistema que lo permite? Para él no quiere lo que practica y puede que muchos en ello estén de acuerdo, pero, de ninguna manera, cuando siendo político ha de dar ejemplo. Es más, debería mostrar rebeldía no pagándolo y haciéndolo saber a la gente, públicamente, hasta el extremo, si es preciso, de ir por ello a la cárcel. Ganaría estima, sería creíble y honrado defensor de una causa, mientras ahora yace en las profundidades vulgares de una estafa de escaso recorrido, pero estafa al fin de cuentas.
. Tantos santos y vírgenes de nuestra religión católica, apostólica y romana, patrones, especialistas, protectores… a los que la gente se encomienda, son hermanos gemelos de infinidad de dioses y semidioses que nos narra la Ilíada o la Odisea. Magníficos cuentos de nuestro oriente que se multiplicaron y multiplican por todos los lares de nuestro mundo, galopando sobre los anchos lomos del miedo y la superstición de las almas nobles que callan en detrimento de los que, con ellos, hacen negocios. Cuentos bíblicos, sagrados, de epopeya, de otras épocas que nos condicionan sobremanera. “… Rechinaron las puertas del cielo, custodiadas por las Horas a quien está encomendado el elevado cielo y el Olímpo…” “Nada se crea o se destruye, si no se transforma.”

. ¿Quién no ha visto a gente indigente aguardando en cola un poco de comida? ¿No supone una tristeza contemplarlo? Esto es una de las tantas desigualdades que el sistema capitalista origina y que es fácil de erradicar proporcionando trabajo y conocimiento a quienes carecen de ellos. Pero el Estado mira hacía otra parte y abandona al desdichado o, bien, deja que la iniciativa privada se ocupe de tales menesteres: Ya las oficinas de Al Capone lo hacían.

sábado, 23 de julio de 2016

LO DIGA QUIEN LO DIGA

Hace pocas fechas un matador de toros murió corneado por el novillo que lidiaba. Cuando efectuaba su faena, una actividad de alto riesgo, inesperada y lamentablemente, llegó su hora. Se trataba de una persona joven, absolutamente desconocida para mí: ¡Descanse en paz!
Tan infausto suceso, causó enorme revuelo mediático en las redes sociales, surgiendo diversas voces que, pese a su escaso número, fueron repulsivas e irracionales. No es pues mi intención reavivar las mismas,  sino al contrario, reflexionar sobre ellas y sus aspectos colaterales. Revelaron, a mi juicio, autorías extrañas, faltas de sensibilidad y tolerancia, con un exiguo o nulo respeto por la vida. De ninguna manera es defendible (lo diga quien lo diga) el racismo, la barbarie, la violación, la injuria, la crueldad, el crimen… Alegrarse, ironizar, escarnecer la muerte de un ser humano, por mucho que se lo tenga merecido (que no es el caso) repugna y es injustificable. Aun aceptando que la debilidad, la indefensión, la impotencia de un ser vivo ante la fortaleza de otro (el ciudadano ante el Gobierno, el toro ante el torero, por ejemplo) pueden dar arrestos y llegar a irrumpir, en defensa propia, con los mismos o peores instrumentos y actos con los que el agredido se siente acosado, la conducta adecuada, las normas establecidas no se han de desvanecer con fuerza ni descalificación; menos aún, las realidades que la propia Naturaleza dispone para las distintas vidas (planta, insecto, mamífero, hombre) que nuestra mente valora y ordena a su criterio, obrando e imponiéndose sobre las diferentes especies. Sordos nos quedaríamos con los millones de muertes diarias, si todas y cada una de ellas fueran pregonadas: su exterminio sirve de alimento, incluso, a vegetarianos. Pero el ser humano es susceptible y capaz de modificar muchas circunstancias por difíciles que parezcan. En tal camino hemos de situarnos y defender la vida a ultranza (a todos o parte de los seres vivos) mediante procesos que rechacen aquellos que persistan en lo contrario y lograr, en su caso, la desaparición pacifica de pescadores, cazadores y demás matarifes por mucho que los avale la tradición o la costumbre.
“La vida es sagrada”, oímos decir a menudo, por lo que acabar con ella no debe producirnos algarabía sino tristeza. Mofarnos de una muerte es, cuanto menos, una indolencia ignorando qué pasará con la nuestra. Nadie puede evitar pensamientos, palabras o hechos de los demás. Que eso no nos afecte: no depende de nosotros. Acaso, ¿se puede remediar el rencor, el odio, la venganza individual? No es posible prohibir el mal gusto, la nefanda maldad,  la mofa, ni la libertad de expresión que también unos falsarios merecen

Trato de espantar de mí, sin embargo, el temor que siento por la reacción producida. Una reacción clamando venganza, manifestando odio, dando pábulo al rencor que puede dar pié a instaurar leyes más represivas. Y esto último me aterra, porque (lo diga quien lo diga) la paz no se consigue con la guerra, ni la concordia con la imposición o la fuerza de leyes coercitivas.  Aún recuerdo la matanza producida en París a causa de un semanario satírico que se metía contra el Profeta del Islam. Todo occidente defendimos la vida de quienes la perdieron en aras a su libertad de expresión. En España unos titiriteros fueron apresados arbitrariamente. Cada cual ha de hacer valer su libertad; si bien, ésta, no es plena sin el respeto a la vida que nos obliga para con nosotros y los demás. Y es que el respeto no se logra blasfemando,  engañando, maldiciendo o insultando a la madre que nos parió y menos con el crimen, el ensañamiento, la represalia o con unas leyes implacables para todos, originadas por unos pocos. Creedme: comencemos hablando impecablemente, sin presuponer; sabiendo que lo que lo hagan otros no puede impedirse y, por tanto, seamos responsables haciendo lo máximo que se pueda.    

miércoles, 6 de julio de 2016

UNA ESPAÑA AMORAL

Un país que mete a unos titiriteros en la cárcel, que afirma “más vale lo malo conocido” y que, entre otras cosas, en lugar de analizar el contenido de las miserias vertidas en el despacho del ministro encargado del orden, trata de encontrar a quién grabó su conversación, es un país sin ética ni moral. No es extraño pues, que una tercera parte de sus habitantes aplaudan el paro, la economía, la corrupción votando a políticos que, sin responsabilidad alguna, persisten en mantener, para muchos, la dureza de vivir en España mientras, ellos y los suyos, se enseñorean con sus enjuagues. O bien, el adoctrinamiento de tantos años de Dictadura aún no se ha extinguido, o bien, ese tercio de ciudadanos se han acostumbrado a sentirse impotentes ante quienes cometen robos y atropellos, escudándose en el decir popular de que “todos los políticos son iguales, que ni devuelven lo robado, ni se les ajustan las cuentas”.
¿Cuántas veces hemos oído decir que “el que no tiene padrinos no se casa”? En España los timos, chanchullos, enchufes y demás golferías continúan de igual manera que los había en la época de Franco. Hoy, por el contrario, se conocen y, por tanto, los corazones de la gente se indignan o, tal vez, se habitúen cuando, pese a tanta denuncia, los efectos parecen ser los mismos. Gran parte de la ciudadanía se pregunta para qué esforzarse si no ve en ello futuro, si para los sinvergüenzas no hay castigo, si basta con afiliarse a algún partido para hacer carrera laboral o tener un puesto asegurado. ¿Por qué sino mantener al Senado, a las Diputaciones, a tantas empresas estatales, a independientes comisiones gubernamentales, a un sinfín de cargos clientelares y asesores vacíos? ¡Cuánta avaricia! Todo eso huele a tribus africanas, a familias sicilianas, a burócratas aguardando alcanzar el máximo poder. Todo vale. Además, nos toman por niños o ignorantes intentando hacernos creer que son necesarios, excepcionales.  
¡Qué alegría tan enorme me proporcionó la entrada de España en la CEE suponiendo que, al menos, en esto ganaríamos! Me imaginé menos trampas, más seriedad, competencia y nada de capital de amigotes. ¡Qué equivocado estaba!   
¿Cómo es posible que la gente no reemplace a los corruptos? Acaso, en estos momentos, ¿no  han distanciado, más aún, a las diferentes clases sociales? Me resisto a dar crédito al miedo, al pensamiento único, aunque éste se consiga con aquél. No obstante, he de reconocer, que tras el avance de los extremos (pobreza y riqueza) voy asimilando y entendiendo que la gente de a pie, viendo a tantos Bárcenas emerger sin que ningún político haya dimitido, tire la toalla y no quiera saber nada de nada, se abstenga o elija lo malo conocido. ¡Para lo que vale su voto!

Seguiré, no obstante, contando lo que opino, libremente, respetando la decisión de cada cual ¡Faltaría más! Sin embargo, considero que las personas desprovistas de moralidad en aras a salir anunciadas en los “Papeles de Panamá”, por ejemplo, son indignas y antagónicas a lo que yo soy y a lo que el pueblo llano se merece. Posiblemente alguien tenga intereses en meternos a todos en el mismo saco, pero no lo conseguirá. Por fortuna, hemos ganado en la denuncia, la decisión y la libertad que, aunque todas ellas sean todavía insuficientes, merece la pena decir la verdad. Una verdad que exija responsabilidad y esfuerzos a quienes cobran de los recursos públicos. Que apuesta por erradicar a ladrones y bandidos, sean miembros de la Casa Real, del Gobierno, de la Iglesia o la Magistratura. Que confía en hacer ver a la mayoría de la gente que los estímulos de este país están equivocados y han de sacrificar dinero y riqueza por felicidad, ya que se puede vivir con poco, pero, sin generosidad ni esfuerzo, el infortunio sobresale. Una verdad que, si no es así, tal vez, el único equivocado sea yo, el que les escribe.

martes, 5 de julio de 2016

NUEVA NOVELA


Título de la obra: El Proyecto

Autor: Sebastián Lorca

Usted puede descargarse GRATIS (formato pdf) la novela de ficción titulada EL PROYECTO.

Por supuesto, si cree conveniente, también puede enviar un donativo al autor, con arreglo a su voluntad y, en cuyo caso:

Diríjase al correo del autor sebaslorca@hotmail.com  e indique la dirección del correo electrónico donde hacerle llegar mi gratitud y un número de cuenta donde podrá hacer el ingreso. Si tiene a bien, manifieste, igualmente, cualquier sugerencia, iniciativa, comentario… que desee. Sus observaciones y generosidad servirán para acometer nuevas ideas y escritos que, de igual forma, trataré de compartir con todos ustedes.

Sirvan estas líneas para desearle que se divierta con la lectura y se lo pase estupendamente. 

Sepa, no obstante, que consta de unas 333 páginas, que su ISBN es el 978-84-608-5794-5, aunque fuera escrita con anterioridad a ESCAPE, la última novela publicada.

Los comentarios, ajenos al autor, vertidos sobre la misma, son:

EL PROYECTO Celeste-Esmeralda es una novela de una gran originalidad por su temática y por la creación de un proyecto político con un insólito enfoque. Mantiene un lenguaje elaborado y ágil, contribuyendo a que la historia tenga, de principio a fin, un buen ritmo. Ofrece un matiz contemporáneo tratando de hacer que el lector reflexione y mantenga un espíritu crítico, cuestionando lo impuesto y establecido. La ficción de la que están revestidos sus personajes, el comienzo apocalíptico de la trama, algunas dosis de erotismo y demás enfoques de la narrativa, explayan la imaginación de su autor y abarcan escenarios en diferentes espacios temporales: pasado, presente y futuro que se alternan, sin dificultar por ello,  a la comprensión del lector.  Por otro lado, el autor al conectar con su naturaleza y sus verdaderas raíces nos muestra la esencia del ser humano y rinde un bonito homenaje a los grandes temas universales: el amor, la vida y la muerte revelando fascinantes