lunes, 27 de junio de 2016

INTENCIONES Y DECISIONES

Han sido suficientes unos días para que transcendentales decisiones tuvieran lugar: El Brexit en Gran Bretaña y las elecciones generales en España. En ambos casos los resultados surgidos han sido contrarios a lo esperado. Los espíritus creados por las ondas colectivas, de la gran mayoría de los cerebros de sus habitantes, fueron subordinados por las sordas y calladas conciencias de los mismos que a todo se anticipa. Como diría Nassim N. Taleb, al margen de pronósticos, un “Cisne Negro” sobrevoló en cada país, enmudeciendo millones de pensamientos.
En la Isla volvieron a retomar la idea soberanista de hace más de cuarenta años y dieron la espalda a negocios, comercio y mercados que, contra pronóstico, no pudieron imponerse, ni aun, con su agresiva fuerza: primó la persona física a la jurídica. La individualidad personal de aquellas tierras, con su salida de Europa, tomará otros derroteros y, tal vez, sean motivos a reflexionar sobre la conveniencia de anteponer los intereses personales (el bienestar social) a los empresariales (el ánimo de lucro). De nada sirve que éstos crezcan indefinidamente, si  su beneficio no repercute en la mayoría de aquéllos. El dios dinero no ha de ser el exclusivo estímulo que les mueva. El valor del esfuerzo en la ciencia y cultura, en la tecnología y salud, en el deporte y recreo son, con mucho, más enriquecedores que todas las ganancias mercantiles que premia a tan solo unos pocos. El hombre (persona física) ha de estar por encima de cualquier ente (persona jurídica). Desdeñar al primero, hasta convertirlo en elemento residual y productivo sin más, es dar comienzo al fin de la especie. No somos, de ninguna manera, un limón que, una vez exprimido, se desecha. El hombre ha de velar por sí y lo humano, sin permitir que el PIB, la especulación o el dinero lo doblegue hasta exterminarlo.
En España reinaba un espíritu de indignación clamando contra la delincuencia: paro, empleo camuflado, blanqueo, corrupción institucional y a todos los niveles; diferencias sociales castigando especialmente a la pobreza, a la infancia, a los débiles; enriqueciendo a golfos, mangantes y  privilegiados en el cobijo de una selva que anidan la impunidad, las mafias, la explotación, el sálvese quien pueda… Se esperaba el triunfo y la unión de un cambio que aupara nuevas motivaciones a la gente y no a las cosas; sin embargo,  fue al revés, conservando la mierda a la que se le dio un valor inmerecido y tuvo presente que “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” confiando en un vaticinio estable de futuro, sin saber que existen los Cisnes Negros (que hemos citado) que todo lo modifica o ignorando que todo nace del caos donde, aun hoy, reina un orden incomprensible como las visiones que nos brinda un calidoscopio. Menos mal, que la mayoría absoluta no se obtuvo
Somos animales que siempre buscamos explicaciones a lo que sucede; no obstante, no todo tiene una causa justificable y, entonces, la suplimos con nuestros miedos sin reconocer que simplemente el azar existe e, incluso, la sustituimos por lo que se considera “la identidad nacional”, que no es sino pura falacia, creada por entusiastas de la ficción, para hacernos creer que el “pueblo elegido de Dios existe”, que los espetos son chorizos pinchados en un sarmiento o la virgen se aparece y hace milagros. ¡Qué más quisiéramos! Y es que ha de saberse que cuando los bancos obtienen beneficios son para ellos; cuando pierden, sus pérdidas, las asumimos nosotros o, acaso, ¿alguien conoce de alguna sociedad anónima mercantil que tengan intereses distintos a obtener beneficios?

A ver si nuestros políticos calman sus humos y en la oposición hacen curas de humildad. Ya comiencen a forjar alianzas sobre un programa que solucione los retos y problemas de España.

sábado, 18 de junio de 2016

EL HOMBRE PROGRAMADO

Por muchas explicaciones que se busquen, por muchos inventos que se realicen, por muchas razones que se den, nada, absolutamente nada, afecta al tiempo. Es inmutable y se mantiene firme en su camino. El hombre pasa por él creyendo que sucumbir en sus brazos no será posible, pero, para cuando se da cuenta de que eso no es así, ya es demasiado tarde, ya se es viejo.

La vida nos va enseñando que la desigualdad es mentira, que no existe sino en el deseo de sentirse superior, excluido o abogando por la diferencia entre buenos (los míos) y malos (los otros). Poseer  cosas o no, aunque no lo parezca, languidece cuando el tiempo nos obliga a recordar nostalgias obligadas o a olvidar, perdida la memoria, como la mudez es precisa en la soledad de cada cual.

La vida no tiene sentido. No tiene sentido la muerte de un bebé de seis meses. No tiene sentido sobrevivir a los hijos. No hay razón que justifique las guerras, las enfermedades, los delirios de grandeza, las víctimas inocentes, las muertes en la cruz… La vida sólo tendría sentido sin un Dios. Con Él nada de esto sucedería.

¿Cómo seríamos si verdaderamente fuéramos imagen y semejanza suya? A los que nos falta Dios desearíamos que existiese para que la Justicia auténtica reinara. Que pudiera hacer frente a la Naturaleza. A esa Naturaleza paciente, inflexible, vengativa. O, ¿acaso Justicia y Naturaleza serán la misma cosa, la misma fuerza con nombres diferentes? Tal vez, esa Justicia, esa Naturaleza sean el propio Dios que jamás conoceremos.

El mundo del que participamos nos ha hecho reacios a oír las voces de un crupier, ante la ruleta del casino de la existencia: “no va más, señores”. Nos aferramos a incumplir tal mandato, pero ante él sucumbiremos. “¿Y no va más?”, nos pregunta el pensamiento  Sentimos, nos emocionamos, sí; pero nuestro inconsciente domina sin razón a un temeroso intelecto que es menor de edad, que va surgiendo como un recién nacido a los albores de una presencia de la que todo ignora. Perdimos el paraíso de la quietud del tiempo en el vientre de nuestra madre y tomaremos el primer aliento y contactamos con el último devenir que el hombre pueda alcanzar, mientras la vida comienza.

Fuimos programados en un orden muy amplio de posibilidades de las que nunca jamás saldremos como cualquier ser vivo. Nos iremos perfeccionando por dentro y fuera de nuestro organismo para que otros vengan a sustituirnos, aunque quede mucho tiempo para que eso suceda. Incluso, tal vez, compartamos el mismo espacio recorriendo lo que hoy consideramos utopía y que para ellos, otros entes superiores, sea una realidad inalcanzable a nuestras características. No somos los últimos de la creación, si esta es infinita. Porque el sentido de la misma será llenar de vida los espacios del cosmos que están exentos de ella.

Estamos necesitados de creernos todo. De cuestionarnos todo. De aplicar sentido a nuestro futuro. De dar contenido al esfuerzo por mantenernos en armonía; algo que resulta, a todas luces, imposible de alumbrar. Somos una especie maravillosa, poseedora del cálculo que nos eleva en todas las direcciones. No desperdiciemos más el tiempo incansable, que no vuelve, y confiemos creyendo en nosotros mismos cuestionándonos, queriéndonos, redimiéndonos. Es el valor del esfuerzo el coste que hemos de pagar continuamente para que la vida tenga razón de ser vivida. “Alguien que sabe bien lo que hace y por qué lo hace, trabaja mejor”. Abracemos el saber y rechacemos el miedo y el escape.


Nada que se regala se valora suficientemente. Antes que en la desidia acomodémonos en el sacrificio y, al menos, seamos honrados consigo mismos, sin engañarnos, sin herirnos ni perjudicarnos.

jueves, 9 de junio de 2016

PODEMOS GANARÁ

Todo cambia y es inestable e inseguro. Nada permanece igual y nadie vive que pueda augurar lo que sucederá; sólo el tiempo inexorable perdura por mucha fe que se tenga en el futuro o se vomite raudales de confianza en un más allá o en una tecnología que pueda reunirnos.

Con los pies firmes en nuestra España podemos asegurar que, entre pasos hacia adelante y pasos hacia atrás, nunca vivimos mejor que ahora. Reyes, caciques y poderosos del pasado, crueles, déspotas o virtuosos de nuestra historia, omitían el empleo de los medios básicos a su alcance para el desarrollo elemental del que hoy disfrutamos. No comían, ni se lavaban, ni defecaban adecuadamente arriesgando la salud que a muchos no respetó pese a su vigorosa edad. Tampoco otros estamentos influyentes  (religiosos, militares, académicos, artesanales) pudieron gozar de las asombrosas tecnologías de hoy. Esperamos que mañana se pueda decir lo mismo de nosotros, si bien, que la causa no sea la ignorancia de la que acusamos a aquéllos, nuestros antecesores. Son muchos, sin embargo, los que hoy nos gobiernan empleando fórmulas, como aquéllos, fustigando al miedo y manteniendo al pueblo en la oscuridad.

La gente no hemos de resignarnos,  ni acatar por norma lo que se nos promete. Que nadie arrebate nuestra decisión y, peor aún, sospechando que mienten por conseguir sus objetivos.

El Partido Popular desde que gobierna ha logrado hacer tantos independentistas en Cataluña  como votos, ahora en campaña, proporcionará a Podemos, instigando al miedo. A éstos los asedia y denigra advirtiendo que si ganan llegará la hecatombe, el día del juicio final. Y los tilda de populistas cuando, además de lo Popular de su nombre, no hay nada más populista que prometer una bajada de impuestos para hacerse con el Gobierno como hicieron, para luego realizar lo contrario. Ellos saben, que lo verdaderamente importante es lo que la gente cree, su última impresión, y nos bombardean para repetir el triunfo con el mismo argumento: “que viene el coco” (asustándonos como a niños), “bajaremos los impuestos” (tratando de engañarnos como a pardillos), “con nosotros hay estabilidad” (cuando eso, como se dijo al principio, ni existe ni nadie puede asegurarlo).

El Partido socialista obrero español se mueve en la indefinición como siempre hizo, como siempre fue. El propio González se alzó al poder con la promesa de no a la OTAN y Pedro, el candidato, dejó la posibilidad excepcional de ser Presidente del Gobierno atacando a Podemos igualmente. El cambio del que alardean está agotado como el maná del pueblo elegido.

Ciudadanos no defrauda, ni convence, a medias tintas con lo que la gente no entiende. No es tiempo todavía para moderadas conductas que al bueno lo hacen tonto y de astuto al ladrón.

Podemos ganará. Criticado por todos, pero poseedor de un mensaje y objetivo claro: gobernar. Representa la indignación popular sin achantarse ante la mala fe de infundados voceros que lo elevan al contrario de lo que pretenden. Echo en falta, sin embargo, que no se atrevan a quitar el paro de una vez (que sí se puede), algo que, en numerosas ocasiones, hemos aclarado. Que no anulen el dinero físico (dejando a lo sumo la calderilla) y sirva de eficaz medio contra la corrupción. Que no copien algunas cosas más de este blog o de la novela de ficción Escape.

Podemos ganará, sin duda.

Sueño (y por ello clamo) que ningún partido obtenga jamás la mayoría. Que no hagan impune lo que les dé la gana como han hecho los dos partidos que, hasta ahora, nos han gobernado.


miércoles, 1 de junio de 2016

A PROPÓSITO DE LAS EMPRESAS

Las empresas por lo general remuneran a sus consejeros y altos cargos con cantidades muy importantes: dinero, acciones, opciones, planes de pensiones, seguros y otras retribuciones, además de dar cobertura a sus gastos de representación y otorgarles prebendas en especie (coches, vacaciones, formación y demás generosidades) que no escatiman, dadas las inferiores diferencias con las que pagan al resto de empleados. El capital (o accionariado) lo considera lógico en la creencia que, con ello, la empresa funcionará mejor y obtendrá más beneficios. Forma parte de un sistema de compra de voluntades, que se somete a votación en la Asamblea general de accionistas, sin que haya oposición alguna. Y, sin ser necesariamente así, se pone de manifiesto una disciplina piramidal, una separación de clases por las que, los de arriba, hacen mover el culo a los de abajo (a esa base laboral mayoritaria resignada) hasta extremos inimaginables, dejando que  iniciativas, ideas y sugerencias en favor de la empresa se malogren o evaporen por la escasa o nula participación, de estos últimos, en medidas decisivas.
Con emolumentos semejantes, los costes de producción se elevan e impiden que las ganancias aumenten. La diferencia, entre el que más y el que menos cobra, no debería superar las 17 veces, equilibrando sus distancias. Y a fin de propiciar mayores ingresos, potenciar el motor del empleo, optimizar la inversión, etcétera, la Administración debería arbitrará normas para que, además de lo indicado, las empresas cumplan con los diez puntos siguientes:
11.       No tendrán activos o derechos en sus balances (salvo las mercaderías) que sean de uso personal, ni pasivos contaminados con obligaciones particulares o de terceros. Si por cualquier circunstancia se han visto obligadas a asumirlos, en un máximo de tres años, han de quedar regularizados.
22.     Sólo pagarán impuestos si obtienen beneficios. En su caso, el reparto se hará en tres partes iguales para: accionistas, empleados y la sociedad (tributos).
33.     Los dividendos estarán exentos de impuestos para sus beneficiarios.
44.    Un no accionista o un representante de un accionista físico o jurídico nunca podrá ser presidente ejecutivo, cuyo cargo recaerá siempre en un accionista persona física.
55.    Una sociedad en pérdidas o sin actividad durante tres años será disuelta, pasará a manos de un tercero (cooperativa de empleados, comprador, etcétera) o al propio Estado por el precio que éste designe con arreglo a sus balances.
66.    A la muerte de un accionista, sus acciones (o su contravalor) pasarán a ser en partes iguales para la propia emisora de los títulos y el Estado (o sociedad creada al efecto).
77.    Existirá el despido libre con una contra-prestación a favor de la Seguridad social para atender el fondo general de las pensiones.
88.      Decidirán libremente sus costos laborales, independiente al resto de empresas, sean o no del propio sector u otras de similar categoría, con la limitación única de que no haya sueldos inferiores al salario mínimo establecido por la Administración.
99.    Salarios, despidos y otras características laborales estarán recogidos en una Reforma o convenio laboral, por lo que un Único contrato bastará para expresar la relación entre ambos y sus condiciones exclusivas, nunca peores a las generales.

110.   La competencia empresarial no puede justificarse con sobornos, calumnias o malas artes. Tampoco cabe un trabajo indecente o esclavo, como tampoco puede, por sí, impartir la docencia, practicar el arte o ser deportista (salvo que sus trabajadores los ejerzan con arreglo a sus fines). La formación substantiva correrá a su cargo.