sábado, 12 de noviembre de 2016

NUNCA ES TARDE

Ríos de tinta se han escrito y muchos más que se escribirán sobre la nación (EEUU), considerada la más poderosa del planeta (Tierra), y sus dos líderes (Trump y Hillary) en contienda. Mi curiosidad recama atención por saber la verdad, el porqué estas dos personas, de 70 años y con sus vidas económicamente resueltas, se disputan la presidencia. ¿Qué fuerza necesitan que a eso les lleva? No creo equivocarme si afirmo que sólo hay una razón: la codicia por conseguir el máximo poder. Si esto es así, vengo a corroborar lo que tantas veces expuse: el mal principal de capitalismo es su desmedida avaricia. En ésta, se da un favorable caldo de cultivo para fomentar (en todo orden y a costa de lo que sea) una competencia agresiva, salvaje, traicionera, cruel…por lograr, especialmente, poder y riqueza. La mayor parte de las veces los interesados, directa o indirectamente, delinquen empleando métodos prohibidos, malas artes, sobornos, corrupciones… aun corriendo el riesgo de que tal desenfreno, un día, los delatará y, no tardando mucho, el propio sistema capitalista, sustentando en una economía explotadora y de libre mercado que velan por la especulación y la muerte, se destruirá como un castillo de naipes.

Para los candidatos y para la gente de a pié  nada de esto le es ajeno; sin embargo, guardar las formas siempre fue una constante en la mayoría de los políticos. Trump las rompió con su prédica violenta y alcanzó el triunfo. Desdeñó la hipocresía y dio a conocer lo que todos hacen pero callan. Pensemos que en EEUU, esa joven, inmadura y vigorosa nación, no hay más política social que la burguesa, que en otro tiempo dominó Europa, en la que las desigualdades son evidentes y los muertos de hambre son millonarias legiones de apestados, tan pronto su sueño americano les quedó varado. Todo ello, cada vez más, reafirman mis ideas plasmadas en las novelas (El Proyecto y Escape) para que se lleven a efecto y, su utópica calificación, se convierta en realidad.

Hoy son muchos, especialmente jóvenes, los que se rasgan las vestiduras ante Trump, el  Presidente electo, cuando desde hace tiempo (fuera demócrata o republicano) poco o nada cambiaba en ese país, cuyo índice de votación es raquítico. Gran parte de las naciones y sus gobiernos también andan preocupadas por los disparates esgrimidos en su campaña, si bien, todos ellos, los practican. Recordemos: Trump dice cosas terribles sobre las mujeres, los discapacitados, los inmigrantes… cuando aquí, en España, se gasta dinero público en “volquetes de putas”, se ha abandonado la dependencia y la frontera con Marruecos (por no hablar de la CEE y otras fronteras) nos cuesta más que si pusiéramos hospitales, escuelas, fábricas… en los lugares de donde vienen los que tratan de saltar la valla y ralentizar su muerte. Las personas físicas y sus familias a unos y otros importan una mierda, preocupados los gobernantes  por la macroeconomía. Así que el progreso personal y social de igualdad, libertad y justicia quedará aparcado en beneficio de los superiores intereses del comercio y las empresas. Y nos apuntaremos con el chocho de Trump (racista, xenófobo y multimillonario) a las guerras que él dirija, jugando al juego que nos marque por injusto que sea y abandonaremos el camino social emprendido en favor de pragmatismos conservadores, mientras divagamos con nuestras ideas y principios inútilmente.


Siempre me preocupó pensar que nos manipulan y engañan como a críos, pero distingo el bien del mal para darme cuenta del desastre que nos aguarda, si los hombres de Europa y EEUU no nos plantamos y hacemos que nuestros dirigentes rectifiquen a tiempo.

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