lunes, 29 de mayo de 2017

TIEMPOS DIFÍCILES

Corren tiempos difíciles. No hay otros. Tiempos como siempre lo han sido para los hombres necesitados de tener que ganarse la vida. En cada época, sin duda,  han existido denuncias, de una u otra forma, con idénticos agentes y conductas, para  tomar otro rumbo. Aquellas voces son las mismas que las de hoy clamando por una vida más justa, más equilibrada y menos belicosa. Actualmente, la Tierra está más poblada, sofisticada y compleja que jamás lo haya sido. También, es cierto, que los avances, medios y tecnologías posibilitan desarrollar urdimbres nunca conseguidos; si bien, el ser vivo continúa indefenso y ajustado al espacio-tiempo en el que se desenvuelve y le toca vivir, toda vez que sus sentimientos, miedos y placeres, hábitos y costumbres se mantienen estables. Por tanto, es fácil deducir que los hombres son lo que hacen (siempre cosas similares) por mucho que infinidad de circunstancias les sean cambiantes y varíen sus modos de realizarlos.

Llegado a este punto y considerando que los humanos son eslabones (uno más) en la cadena trófica, se debe tender a que  los hombres, individual y colectivamente, gocen del mayor bienestar posible, evitando las diferencias económicas abismales entre ellos y trazando las bases precisas para llevarlas a cabo, hasta que un ente superior aterrice o su propia transformación los aniquile o transforme

Piénsese, que cuando el hombre ocupe el segundo  escalón en la cúspide, dependerá de las decisiones que tome el primero quedando supeditado a ese espacio-tiempo sin posibilidad de alterar su función o actividad, al igual que otras vidas: hormigas, termitas, abejas, delfines, elefantes…, tabulados por intereses humanos.

Todos los que profesan en su medio una ardorosa rivalidad por ganar manteniendo sus intereses a capa y a espada, cueste lo que cueste, olvidando a sus congéneres y a la Naturaleza que los acoge y de la que dependen, son unos golfos. Una afirmación que, tal vez, evoque la excepción que confirma la regla de unos políticos mangantes, chorizos y caraduras. De unos altos cargos y dirigentes empresariales convencidos que ellos son el motor de la economía arriesgando sus bienes cuando, en realidad, son unos tramposos caminando al filo de una ley que transgreden a cada instante. De unos mandatarios religiosos que hacen a pelo y a pluma a fin de lograr sus objetivos ocultos. De muchos otros hombres de profesiones muy diversas insolidarios y acaparadores de enormes rentas que ni en mil vidas serían capaces de gastar.

Presentarse ante un futuro incierto e inseguro manifestando que no hay político honrado, ni cura sano, ni empresario generoso, ni gente con empatía no es cierto ni justo, pero si un pronto que debería servir de revulsivo para ser pensado. Ponerse en contra del mundo, tal vez, no sea lo más apropiado, pero hay que defender a los que vociferan, discuten e, incluso sin llegar a las manos, se sienten discriminados. En la política ya se sabe: hipocresía, mentiras, inutilidades de prestidigitadores que negocian diciendo lo que la gente quiere oír en espera de su voto. Religiosos machistas, mujeriegos, maricas, pederastas, vendedores de mercancías increíbles y gratuitas (que mejor no cuestionar) pretendiendo vivir de la mejor manera posible. Empresarios desvergonzados, tiranos, engreídos, malvados capaces de hacer cualquier cosa por ganar dinero y alzarse por encima de los demás como salvadores de sus culos.


No hay como hacerse el pasota, el ignorante (si es que no lo eres) y reírse de sí mismo. Tartamudear, causar agobio y ser más hilarante Machacar a los vehementes que no reconocen que hay un montón de verdades entre la que está la suya. No obstante, no se ha de renunciar a ser uno mismo, no sea que a la farsa se acostumbre y en tonto de baba se convierta.

sábado, 20 de mayo de 2017

OBJETIVO: MANTENER LA DEMOCRACIA

El mantenimiento de la democracia, sustentado en la libertad y el respeto, es la vía correcta para lograr el objetivo de paz, progreso y bienestar. Hasta nuestros días la humanidad avanzó, multiplicando su número de habitantes y la calidad de sus vidas, pese a los múltiples avatares que los tiempos, de una u otra forma, resolvieron merced al genio y al esfuerzo. No podemos de un plumazo silenciar épocas pasadas, que puedan servirnos de referencia, y partir de cero. Aún suenan millones de pasos con proclamas de Libertad, Igualdad, Fraternidad. Voces contra la tiranía, la burguesía, el absolutismo, el abuso empresarial. Recuerdos de revoluciones, regímenes y formas de Estado diferentes. Nadie olvida la Ilustración, la Nobleza, la Iglesia, las Crisis, las Declaraciones de los derechos del hombre o la infinidad de Guerras que no acaban por mucho que se implore para que la Paz prevalezca y los males del hambre y la enfermedad se exterminen. Hoy no es posible, dada su complejidad, homogeneizar en el conjunto del nuestro planeta la idea manifestada en el primer párrafo del presente escrito. No obstante, la suma de las partes, de los diferentes pueblos de la Tierra, caminando en esa dirección, hará que los humanos vivamos en paz, libremente, sin penalidades y en comunión perfecta con la Naturaleza.

Deseo tan fuerte, como el expresado, es tanto una ilusión como una teoría (que no deja de ser una previsión) sin un plazo concreto que pueda determinarse.

¿Qué bases hay para establecer tal afirmación?:

Una.- Nuestro pasado, sin duda, del que hemos hecho alusión.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nunca como ahora, hemos vivido tan bien, por mucho que se diga que todo tiempo pasado fue mejor.

Dos.- La independencia del Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo habrá de ser una realidad.

Éstos deberán regular los poderes políticos, económicos, sociales y otros (sindicatos y partidos, asociaciones y empresas, religiones y medios de comunicación…) de acuerdo con la gente del pueblo, llevando a cabo  medidas como las dadas a conocer en la novela ESCAPE de Sebastián Lorca y en el compendio titulado 5 Fórmulas para el bienestar de España de Reynaldo Tendero, tendentes a conjugar Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad. Además, llegará la época en la que se alcancen la desaparición de las Fuerzas armadas (los ejércitos) de todos los países.

Tres.- Aplicando gratuitamente las nuevas tecnologías.

Harán posible que las energías limpias y renovables (sol, viento, agua, ondas…), la educación y sanidad sean universales, utilizables por los ciudadanos sin coste alguno, una vez amortizadas las infraestructuras que las domeñan. Se premiará el esfuerzo más que el dinero.  


Otras direcciones nos llevarán al mismo punto. Pero, ni todo privado, ni todo público. Ni autónomos ni obreros. Aboguemos por lo correcto en cada momento y por cada cuestión. No tengamos miedo en elegir un camino trasversal, sea del color que sea, sin perder de vista el objetivo principal del hombre: la paz, el progreso  y el bienestar. 

Las previsiones nunca se cumplen, pese a ello, no dejemos de hacerlas: sería una irresponsabilidad. Economistas, agencias de calificación, organismo encargados… son parásitos necesarios que espolean a fieles creyentes del porvenir y la estadística.  

sábado, 13 de mayo de 2017

CORRUPTO DE NACIMIENTO


Hace años, cuando pasé una larga temporada en Louborouhg (Inglaterra), me explicaba un joven andaluz que allá conocí (con él paseaba a menudo), que era corrupto de nacimiento por la domesticación recibida en su infancia, igual que muchos españoles nacidos en la dictadura. 

“Acudía a clase en la Universidad a diario –comentaba- cada tarde de lunes a viernes, y aparcaba en el puerto gratuitamente, a unos diez minutos andando desde allí. En otros lugares de la ciudad también había “voluntarios aparca coches” en busca de una propina. Un día, éstos aparecieron  con chapas identificativas prendidas en su camisa de una Entidad benéfica, de la que no recuerdo su nombre, exigiendo un euro por estacionar. Entregaban una hojita de un talonario como justificante numerado con membrete de dicha organización. Pues bien, averigüé que tal asociación no existía y la decisión  era una maniobra personal de un concejal del que, las malas lenguas, decían: “se está forrando”. Así que comencé corrompiendo a los “vigilantes” desdeñando el justificante con el que los controlaban y dejándoles la propina, por lo general, menor al euro requerido y que a ellos, como a mí, nos beneficiaba”.

-          ¡Hombre! –dije a mi acompañante- eso no es corrupción, sino una pillería. –Mientras, a mi caletre acudían las picardías de El Lazarillo de Tormes. Los premios dados a los niños por esgrimir su responsabilidad, no reconociendo su culpa. Los ejemplos de los mayores y de las Autoridades. La protección al ladino en lugar de al justo y bondadoso.

“Lo cierto es -continuó el joven- que no sé si tal maniobra se generalizó o no, pero a alguien se le ocurrió cambiar los “gorrillas” por barreras y maquinas. Así que, ese alguien,  de acuerdo con el responsable público, se adueño de esos lugares y descampados para explotarlos. ¿Hubo dinero por medio? ¿Se amañó una oferta pública de cesión? ¿Ambos se beneficiaron?”

Sin contestarle, pensé: No hay ley por la cual los fiscales puedan investigar los signos externos de las personas o de dónde salen sus fortunas. Como tampoco la hay, para que el ladrón, además de su castigo, devuelva lo robado. Me reafirmé que delinquir resulta barato.

“No pasó mucho tiempo para que aquellos terrenos se revalorizaran sobremanera. Entonces, la codicia que mueve la corrupción, subió un peldaño más. Emergieron viviendas privadas, polideportivos, auditorios y otras obras dando al destino de unos pocos su oportunidad de enriquecerse”.  Yo me dije: ¿Quién asiste a los plenos municipales? ¿Qué transparencia los preside? ¿Qué órgano los controla? ¿Quiénes de su aprovechamiento responden?

“Poseemos por historia y tradición –prosiguió- aceptar las cosas porqué sí. Nos enseñaron a no rebelarnos contra la voluntad divina (“será lo que Dios quiera”), contra la autoridad (“donde hay patrón no manda marinero”) e, incluso, contra la mala suerte. Esa es mi desgracia de nacimiento”. 

Su lamento me hizo cavilar que caemos en la tentación del dicho “piensa mal y aceptarás” y no siempre es así. Y que no estamos preparados para  cuestionar o denunciar posibles malversaciones de los intereses públicos,  ya que nos han imbuido que lo público no funciona, facilitándonos una educación deficiente que los mandamases pretenden preservar.

“¿Cómo no sentirme corrupto con una trayectoria cultural que no quiere atajar una de las principales lacras que hemos padecido, desde siempre, en nuestra España?” Posiblemente,  –interioricé- se halle en los genes acomodados de la individualidad y del sálvese quien pueda que nos caracterizan, deseando que los capullos brotados en la democracia no se marchiten.

sábado, 6 de mayo de 2017

DESCOFIAD

No cabe la menor duda.  Estamos viviendo  tiempos alucinantes. Entre otras razones, porque no tenemos otros, ignoramos los que están por llegar, y los pretéritos transitaron con excesiva parsimonia, sin pruebas contundentes de que fueran ciertos. Hoy la velocidad e inmediatez en la comunicación de los hechos, los comentarios y noticias se arruinan en un plis plas, sin apenas haberlos digerido. Lo triste, lo peor e, igual que ayer, sin ser comprobados. En infinidad de casos, cuando se detecta la realidad, la verdadera versión, ya es pasado y el objetivo de la falacia lanzada por el mentiroso se ha cumplido e, incluso, para la posteridad.

¡Tanto se repiten las cosas que, de tanto oírlas, se consideran ciertas!

¿De qué instrumentos disponemos las personas de a pie para dar o no verosimilitud a un acaecido que acabamos de leer en letra impresa o de escuchar en algún medio? ¿Y qué decir de los montajes, engaños, manipulaciones, falsificaciones que pasan por auténticos?

No hace tanto, sectas sin escrúpulos adoctrinaban a gente joven negando abiertamente, por ejemplo, el holocausto judío. Argumentaban con pruebas adulteradas que jamás existió, tratando de ensalzar el nazismo que practicaban. Otras, de signos opuestos, restaban importancia a los crímenes estalinistas sucedidos a fin de no empañar la fe en la dictadura del proletariado. Holocausto. Dictadura. Palabras de significados detestables. En parecidos términos actúan partidos, religiones, empresas… mediante misivas, prédicas, anuncios... con sus trolas tendenciosas en pro de sus intereses. Añadamos a éstos  el manejo de los medios digitales por parte de sus partidarios que corroboran, retuitean, copian y pegan, modifican e, incluso, inventan de buena fe la noticia aparecida (sin fechar ni dudar) produciendo un efecto multiplicador imparable que, en la mayoría de los casos, se convierte en verdadera.

¿Cómo distinguir el trigo de la paja? ¿No hay control imparcial que pueda, lo antes posible, confirmar o desmentir lo sucedido? ¿Algún color, alguna clave, algún signo que nos lo diga? No basta la intuición para detectarlo. Habremos de tenerla en cuenta, sin embargo.

Los mensaje que más impactan (y de eso los que más saben son los publicitas y profesionales de la conducta humana) son aquéllos que agitan emociones de dolor y placer estimulando sentimientos arraigados (miedo y satisfacción, odio y compasión, venganza y aceptación), sin que seamos capaces de remontarnos a sus orígenes y causas.

Por cuanto antecede, salvo mejor criterio, deberíamos abstenernos de dar pábulo a lo que no estamos ni seguros ni convencidos de que sea fidedigno, pese a que posea un atractivo poderoso. Desconfiemos. Cuestionemos el mensaje. A lo sumo, démoslo a conocer con toda reserva. 

Los malos viven de los ingenuos como el capital de los pobres o los corruptos de sus inductores. Y de demostrase el embuste, pregonarlo a los cuatro vientos remarcando su falsedad, asignando un color rojo de flagrante peligro.  

Debemos atajar y poner fin a males tan perversos, producto de intereses espurios (la gran mayoría económicos), con la indiferencia o no mostrando su contenido. Si perseveran, revelemos expresando: Ojo: falacia. Que sus autores se incluyan en una lista de Bandidos para, en su caso, darlos a conocer como se hizo con los vomitados en los Papales de Panamá.


Combatir tales prácticas dará sus frutos como los dieron la lucha contra la esclavitud y la pena de muerte. Se irán equiparando derechos y la impiedad o el infierno dejarán de aterrar.