Cada día estoy más convencido, que si el hombre careciera de codicia y
sus arrestos los empleara en estimular más su solidaridad con los demás, la
humanidad no tendría problema alguno de subsistencia.
Comprendo que tal realidad está
lejana, incluso que, de momento, es una utopía; sin embargo, cabe la
posibilidad de, mediante controles impositivos u otras fórmulas, ir penalizando
la avaricia y favoreciendo la generosidad, partiendo
de la premisa fundamental de considerar al hombre y a los seres vivos, así como
al medio ambiente, lo más importante de la creación.
La idea básica pasa por lo esencialmente económico: equilibrar, en lo posible, las diferencias
de rentas existentes entre las personas físicas. Las rentas, por tanto,
habrán de limitarse. Unas, las altas, rebajándolas a base de impuestos, hasta
una cifra determinada de antemano, y otras, las nulas o insuficientes,
instaurándolas o aumentándolas respectivamente a base de ocupar a los que
carecen de ellas o le son insuficientes para vivir dignamente.
Para que ello pueda llevarse a
efecto (algo fácilmente comprensible) las personas jurídicas jugarán un papel
primordial como agentes reguladores, sobre todo, a la hora de aplicar sus
beneficios a inversiones, a impuestos, a dividendos..., pero eso es otra cuestión.
No aburriré más al lector
extendiéndome sobre el tema y lo simplificaré anunciando que una decisión política puede hacer posible que los ricos sean algo
menos ricos y los pobres menos pobres,
la desigualdad se acorte y la miseria en el mundo desaparezca.
La gente deberemos obligar a nuestros dirigentes a que la política se
encamine en esa dirección. Exijámosles transparencia en la gestión de nuestros
dineros. No toleremos que nos digan que hacen todo lo que pueden contra la
corrupción, cuando en la práctica comprobamos lo contrario. Desconfiemos de las
gestionen que realizan y recabemos las rentabilidades que con las mismas se
obtienen.
No me cansaré de repetir que
todos, especialmente nuestros gobernantes, debemos de actuar con Transparencia,
Honorabilidad, Rentabilidad para que el ejemplo cunda. Nos es de recibo que,
sin ton ni son, sin explicar el motivo o la conveniencia de tener que hacerlo, suban
los impuestos (en este año han subido cuatro veces más de lo que bajaron). No
es justificable que permitan a las empresas arbitrar sus costos para mantener
el mismo nivel de beneficios e inmoral que las eléctricas hayan subido ya, en
este año, un 10% sus tarifas y los sueldos de sus dirigentes sean los más altos
del planeta. Continúa siendo lamentable que haya tantos parados: gente
oficialmente sin trabajo atentando contra otros trabajadores, ofreciéndose por
un plato de lentejas para ganarse la vida, haciendo el caldo gordo a los
autónomos y empresas, cuando la Seguridad social debería de proveerles
ocupación.
Quienes mantenemos la idea que la igualdad de oportunidades sea real,
la justicia igual para todos y el hambre del mundo desaparezca…, habremos de
luchar por ello sin aspavientos, sin descalificaciones, sin odios, por mucho
que otros nos provoquen tratando de sacarnos de nuestras casillas. Dejar
morir a un ser vivo u originarlo por capricho, es un salvaje atentado contra la
propia Naturaleza de la que formamos parte. Mejor que no suceda para no vernos
envueltos en la displicencia de otros que piensan de manera contraria, de
aquellos que sólo confían en la grandeza
de la economía de mercado y en sus propios intereses.
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