lunes, 27 de febrero de 2017

ENFRIANDO LA CODICIA (3)


En las anteriores entradas con el título común de Enfriar la codicia me referí a: Uno.- Liberalización empresarial que determine los sueldos de sus plantillas en la proporción de uno a diecisiete, a partir de un salario mínimo establecido, cuya cifra sirva de referencia para que el exceso de toda renta, que la supere en cincuenta y tres veces, pase a las arcas públicas. Dos.- Regular herencias en favor, mayoritariamente, de las arcas públicas, vigilado por los herederos.

Hoy nos disponemos a indicar una tercera medida: Pleno empleo y despido libre. Ello supone ocupar a toda persona desempleada que, libremente, desee trabajar y que los empresarios puedan despedir a quien consideren conveniente. Desde ese momento, nadie que esté en paro o sin hacer nada injustificadamente, cobrará renta alguna. Ésta no será gratis, sino que servirá para pagar a un desempleado que se ocupe en el trabajo que le sea asignado y lo realice como en cualquier empresa lo haría, ya que sin esfuerzo poco o nada se valora. El empresario, por cada despido y de acuerdo con antigüedad y edad del trabajador, contribuirá con una prima estipulada de antemano, dado que de lo que no cuesta se llena la cesta. El detalle de estos aspectos puede verse en el presente blog, formulados en otras entradas.

Hemos discurrido que el Pleno empleo ha de formar parte de la realidad y no el paro. Que conseguir un trabajo no sea una quimera sino un derecho dependiente de la voluntad propia y la aceptación empresarial; una obligación social por la que cada cual se gane la vida y, en último término, un derecho individual que el Estado facilite. El desempleo ha de quedar enterrado para siempre, sin olvidar lo abrasivo que es para el trabajador y lo abusivo para el empresario y, con el cual,  vagos e interesados se sienten cómodos, deseando que perdure para vivir a costa de los demás y sin pagar impuestos. Hoy el trabajo se encuentra por recomendación - 44%- (familia, enchufe), méritos -38%- (oposición, currículo), autónomos -18%- (individual-colectivo). Tendencias que se trocarán cuando colocar a un familiar sea un sinsentido, salvo que esté preparado, ya que las rentas estarán limitadas y la estabilidad del individuo asegurada.

También hemos de acostumbrarnos al Despido libre que, tanto en la empresa privada como pública, sea un recurso legal y no al contrario. El despido libre ha de entenderse como una defensa empresarial, de igual forma que la huelga se considera una protección al trabajador; no obstante,  existen muchas fórmulas intermedias de evitar tales situaciones extremas, así como medidas para que ambas partes salgan beneficiadas porque, en definitiva, trabajadores y empresas dependen de la sociedad y se necesitan. Por tanto, hay que potenciar a la empresa preparando al hombre (empresario o trabajador) para afrontar las circunstancias que se presenten, sean volátiles, arbitrarias, impredecibles, competitivas…, repitiendo que las rentas han de estar limitadas y la estabilidad de toda persona asegurada.

Repararemos en el capital que, aunque es apátrida, carece de creencias y sólo conoce el mercado con el exclusivo propósito de  ganar dinero, habrá de ser satisfecho igualmente. Es una pieza importante del tablero en el que nos movemos,  con posiciones y valores diferentes, que tendrá que respetar la libertad a la que jamás renunciaremos y las reglas del juego sin aguardar a que un árbitro las imponga. Un árbitro que, en último término, encontrará destino a las experiencias del hombre evitando jubilaciones anticipadas, aprovechando las capacidades de los jóvenes eludiendo su emigración obligada y proporcionando ocio y utilidad para todos. Las circunstancias (estímulos, tecnología, impuestos…) enfriando la codicia, movilizarán las posiciones del tablero.

sábado, 18 de febrero de 2017

ENFRIANDO LA CODICIA (2)

Al parecer, hace 50.000 años, el hombre se erigió como tal rompiendo las cadenas biológicas de animal salvaje con las que la Naturaleza, en su evolución, lo mantenía. Entonces, además de respirar y alimentarse, dio con la chispa inteligente que prendió en su conciencia iniciando su desarrollo, cuestionando su existencia, surgiendo miles de formas divinas, inmortales e imprescindibles en las que poder creer y, a su amparo, otros tantos intérpretes de esas supuestas voluntades celestiales. Improntas que todavía perduran y que jamás, posiblemente, encuentren una certera explicación. Las fuerzas naturales visibles, las invisibles, los tabúes, los chamanes de las tribus, los locos visionarios, los demonios de las religiones, las costumbres, los miedos al devenir hicieron el resto. Aún, sin embargo, la muerte continúa siendo un enigma cuando, a lo mejor, es la simple cadena de la vida que da origen a más vidas de las que no habrá que preocuparse, bastando sólo con vivir en la armonía y el bienestar del momento, sin renunciar ni olvidar el relato de la historia que, afortunadamente, no acaba con nosotros.
Por eso,  abogo y divulgo que, con la muerte del hombre, todo lo suyo acabe: vida, bienes, derechos y obligaciones e insto en el dicho popular de que “la  muerte a todos nos iguale”. Cierto es, que somos muchos los que, contemplando las vergüenzas terrenas, nos gustaría creer en una justicia divina, pero nuestra impresión nos suscita, únicamente, la esperanza de que “no hay efecto sin causa”, por lo que, al margen de ello, me referiré únicamente al sentido material que aquí me ocupa. Por tanto, afirmo sin ambages, que al desaparecer el fallecido debería desaparecer igualmente su patrimonio (independiente de cómo lo haya conseguido). Que los herederos existentes sean fieles valedores del destino de los mismos, pudiendo optar, en su caso, por el derecho de retracto.
¿Significa lo dicho que las herencias han de derogarse? Sin duda. Su regulación es imprescindible.
Principios sociales básicos han de mostrarnos el camino para saber cómo han ser reguladas. La Tierra no pertenece a nadie y  todo lo que surge de ella, a ella ha de volver. Mientras eso se torna finalista, nuestra sociedad se desangra con injusticias,  desigualdades, penurias  sin que se puedan remediar por falta de recursos y, sobre todo, porque el Estado ha de procurar ocupación, equilibrio e igualdad de oportunidades a todos cuantos libremente lo demanden y merezcan. De ahí que la herencia material deba pasar al ciclo económico común de la sociedad y no a unos herederos “legales” que gozarán, como todo ciudadano, en su caso, de estabilidad suficiente para que desarrollen por sí su propia vida, sin tener que apoyarse en una dote conseguida por otra persona y medios desconocidos; de suerte que hoy, todavía, la presunción de inocencia y paternidad es la norma, dando por hecho que los progenitores no transmiten sus vergüenzas y si sus genes, a veces suplidos por el refrán “de casta le viene al galgo”.

Esta medida es de suma importancia para enfriar la codicia. Una codicia que constituye, con otras reglas que desde este foro estoy dando a conocer, la alma mater del capitalismo salvaje. Una herencia personal destinada a paliar necesidades sociales,  crear estímulos particulares y comerciales, distribuir la riqueza y que todos los participantes en la carrera de la vida puedan partir desde la misma línea de salida y la disputen con honestidad, bajo la supervisión de controles que eviten trampas o detecten engaños en su asignación. Que la muerte no tenga remordimientos en su arbitrariedad, ni reparos en saber a quién se lleva: el hombre siempre ha de estar descalzo, dispuesto, con sus deberes y legados hechos.

sábado, 11 de febrero de 2017

ENFRIANDO LA CODICIA


Piense en el sueldo que su empresa le paga y compárelo con el que más gana en la misma. ¿Qué proporcionalidad hay entre ambos? En general, todos los trabajos son necesarios, desde el más modesto hasta el más alto, pero ¿las diferencias salariales en la misma empresa, están en consonancia con lo que cada cual realiza? El salario más bajo en el BBVA imaginémoslo en 30.000 euros anuales y el más alto, no se lo imagine, ¡5.500.000! que, sin contar planes de pensiones, seguros de vida, gratificaciones, gastos de representación, bonus y otros,  viene a ser casi unas 185 veces más que el anterior, es decir, la diferencia que hay entre el señor que atiende la ventanilla y el presidente del consejo de administración. Haciendo acopio de todo mi ingenio soy incapaz de concebir qué cometidos, responsabilidades, horas de dedicación, necesidades y demás factores que queramos añadir, llevan a la empresa a cuantificaciones tan distantes, para considerar a un hombre 185 veces más valioso o productivo que otro.

¿Por qué la ley no regula que las empresas (administración incluida) determinen libremente sus costes laborales y  establezcan una diferencia máxima entre los salarios de las mismas? ¿Nos parece 17 veces la adecuada?

Pensemos, continuando con el ejemplo indicado, que los protagonistas,  por diversas razones (dividendos, alquileres, otros trabajos, ahorros, premios y demás) obtienen otros ingresos que, por imaginar, los cifraremos en 5.000 euros para el operario y 100.000 al consejero, con lo que las rentas de ambos serían de 35.000 y 5.600.000 respectivamente: 160 veces de diferencia.

¿Qué pasaría si las rentas se regularizaran o limitaran a través de los impuestos? ¿Cómo hacerlo con carácter general? ¿Por qué (al igual que lo apuntado para los salarios de cada empresa) no hacemos lo mismo con las rentas a nivel nacional?

Supongamos una referencia: 10.000 euros como la mínima renta individual al año (teniendo en cuenta el actual salario mínimo establecido por ley y al objeto de simplificar cálculos). ¿Cuál sería entonces, una diferencia adecuada con la referencia de 10.000 elegida? Se me antoja que 53 veces más es una distancia más que considerable; en cuyo caso, las rentas de las personas físicas quedarían establecidas en un máximo de 530.000 euros y todo cuanto superara tal cifra, pasarían, en calidad de impuestos, a las arcas del Estado. ¿Qué les parece?

¿Qué hubiera pasado aplicando lo indicado, lo que por sintetizar tal hipótesis he dado en llamar La Teoría de los números primos? Veamos:

Manteniendo al señor de la ventanilla el mismo salario, aspecto potestativo de la empresa, ésta hubiera tenido menor coste salarial y su productividad o beneficios aumentarían en casi 5.000.000 euros, al rebajar los emolumentos del señor presidente a 510.000 (17 veces más que el menor sueldo). Ambos, estarían así dentro del máximo legal de rentas antes apuntado, sin penalización impositiva ni agravio, obteniendo el consejero más que de sobra para sus necesidades y caprichos, además del estímulo de engrandecer su empresa y su país, sin causar estragos entre sus empleados, que ganarían  lo suficiente para vivir dignamente.

Parte del problema de la desigualdad se resuelve con algo tan sencillo como lo explicado; basta con una ley que lo promulgue y el Gobierno la lleve a efecto. La mayoría de hombres y empresas no perderán y serán más eficientes. No olvidemos que para la avaricia lo mucho es poco y para la necesidad lo poco es mucho y, ante eso, no hay otra cosa que la cordura enfriando la codicia.

sábado, 4 de febrero de 2017

EL INDEPENDENTISMO


Nunca pensé que el ideal de un partido político (y menos de izquierdas) pudiera ser la independencia, salvo que, bajo leyes injustas, la población estuviese sometida. La gente aspira al bienestar al margen de la democracia que los gobierne. Unos, desearán la iniciativa privada, otros, su ausencia, pero jamás permitirán que ambas tendencias abracen una bandera para justificar su ineficacia. Nunca pensé pues, que por tal independentismo se pudieran unir agua y aceite para formar “la república catalana”. Los hechos, superiores a palabras e ideas, nos muestran cinismos semejantes; unos, cerrando los ojos a su corrupción y otros, al igual que en 1980 auparon a la presidencia de la Generalidad a Jordi Pujol, compinchándose en un gobierno de derechas, dando la espalda al deseo de concordia y prosperidad necesarios para la gente.

Antes de continuar con mi asombro, manifestaré, sin embargo, que: 1.- No soy partidario de ningún sistema social (económico y político) en exclusiva, aún menos de un determinado partido político, sino de aquellos puntos, apartados o fórmulas que, vengan de donde vengan, sean de quien sean, en definitiva, velen por el interés de los seres vivos, en especial de los humanos, y el medio ambiente. 2.- Es preciso destacar, que no existe provecho alguno para el hombre en la independencia catalana, separando territorios que pueden dar lugar pugnas, muros, contingentes, privación de libertad de movimientos y demás suertes alejadas de un mundo común solidario e igual para todos. Doctrina esta de gente interesada en aprovecharse con la división, la diferencia, la comparación, el egoísmo, la desgracia ajena. Nunca podrá ser un modelo de gente de bien, incrédula con las milongas que algunos prometen y que, no siendo ignorantes, tienen coraje para no temer a los salvadores de patrias inventadas, ya que la única patria existente es nuestra infancia. 3.- No me importa, ni estoy interesado en saber quién se atribuye como propios los valores con los que comulgo: a) la vida, sin la cual nada tendría sentido. b) La libertad propia que respeta, por supuesto, la libertad ajena. c) La igualdad que significa tener las mismas posibilidades o “igualdad de oportunidades”, seas de donde seas, negro o blanco, creyente o incrédulo. d) La propiedad privada, pero sólo hasta que el titular viva, ya que con la muerte todo debe de desaparecer: bienes y derechos, obligaciones y delitos. e) Que el esfuerzo del trabajo (derecho y obligación) permita ganarse peor o mejor la vida y, en última instancia, que el Estado lo proporcione. f) La contribución al bienestar general en proporción a los beneficios recibidos de esta sociedad aleatoria, en la que el azar es determinante, ha de equilibrarnos y, sobre todo, hacernos partir y caminar desde el mismo punto de salida. 4.- Estoy interesado en destacar que la corrupción es un mal generalizado que ha hundido civilizaciones, pueblos con historia, hombres que se consideraban insobornables, por lo que el control, la vigilancia y el rendimiento de cuentas ha de agudizarse sobre aquellos que están en puestos públicos y su entorno, cuyas decisiones puede causar un profundo pesar en la gente. 5.- Por último, considerar que cada cual tiene la potestad de creer, pensar, actuar como quiera y le venga en gana ¡faltaría más! pero no por ello un servidor dejará de asombrarse y cuestionar contrariedades que estime conveniente como el independentismo. Es más, se apena y entristece, goza y se alegra elucubrando lo que está por llegar, toda vez que “la procreación de ideas es más bella que la realización de las mismas” y supera con creces a la imaginación.

Concluiré diciendo que la globalidad, con acelerones y paradas, será un hecho incuestionable que la tecnología pondrá a nuestro alcance. Deberíamos, por tanto, adelantarnos e ir asegurando la estabilidad del hombre, que no sea víctima de la codicia de algunos pocos.